sábado, 1 de noviembre de 2025

Maracaibo en tres tiempos

El primero es el del olvido: los tiempos prehispánicos, poco estudiados y poco conocidos. De lo que se habla es, básicamente, literatura hecha de leyendas y mitos, o de etnología, etnografía y antropología sobre los indígenas actuales, por cierto, casi en abandono total.

Hay pocos estudios serios. El estudio y la colección más importante de ese pasado, realizado por un equipo contratado por CORPOZULIA en su época fundacional y estelar, presidido por el Dr. Fernando Chumaceiro, andan errantes y sin doliente. Primero estuvieron en cajas, en depósito en CICASI; actualmente, según la última información que tengo, están en el MACZUL. Creo que no hay catálogo ni inventario. Parte de esa colección se presentó en el CAM-LB. Allí languidece en el descuido y el olvido.

Ese olvido abarca también nuestro siglo XVI y XVII, insuficientemente estudiado. Lo poco conocido se desdeña. Un ejemplo son sus tres fundaciones y fundadores: Alfinger, Pacheco y Maldonado. ¿A qué marabino se le enseña esto? ¿Dónde está la plaza de los tres fundadores? Apenas conozco la Calle Pacheco.

El segundo tiempo corresponde a los siglos XVIII y XIX, bastante estudiados por diversos cronistas e historiadores, particularmente el grupo de historia de la Facultad de Humanidades y Educación. En el imaginario colectivo ha quedado como el “glorioso ayer”: la ciudad portuaria, febril, fenicia, alucinada, del cacao y del café, cultivado este en las montañas andinas, incluido el Norte de Santander de Colombia.

Puerto, lago y ríos fueron los conectores de este sistema económico agroexportador, quizás nuestra primera y efectiva integración de toda la región zuliana y cuenca del lago. Fuimos, en aquellos tiempos, ciudad pionera y progresista, cosmopolita y abierta.

El crack económico del capitalismo mundial en 1929 arrasó con los precios del café, y este sistema agroexportador entró en crisis. Pero país afortunado, por lo menos en recursos naturales, ya teníamos petróleo en producción y exportándose desde 1914 con el Zumaque, y desde 1922 con el Barroso y el prodigioso campo costanero Bolívar.

Y este es el tercer tiempo, que continúa: el país y la región “amarrados” al petróleo. Si este va bien, en producción y precios, el país mejora y va mejor en sentido general. Es como un destino: el petróleo nos hace y nos deshace. Ayuda a crear una sociedad más moderna y una mentalidad más urbana y abierta. Una democracia social vía educación y un sistema político democrático, más de forma que de fondo.

Es nuestra contradicción y paradoja principal como región y como país. Necesitamos el petróleo, pero no podemos seguir dependiendo solo del petróleo. Y este es el desafío: acceder al cuarto tiempo.

Tiempo de encrucijada y decisiones, para una verdadera democracia y para una economía moderna. Para aminorar desigualdades, eliminar la conflictividad del “enemigo interior”, crear gobernabilidad respetando la Constitución, las reglas del juego democrático y estimular la convivencia civil y civilizada.

Y estimular la convivencialidad civil y civilizada.


Ángel Lombardi

66 Aniversario de la Facultad de Humanidades y Educación (LUZ)

Entrevista - Ángel Lombardi: 66 Aniversario de la Facultad de Humanidades y Educación (LUZ)

La Memoria Institucional es fundamental. Cada etapa tiene su significado y aportes, bases necesarias para seguir adelante.

En la etapa fundacional de nuestra Facultad, en mi condición de estudiante y dirigente estudiantil, tengo mi visión particular que quiero compartir. El Decano designado para la Facultad fue el eminente académico y posterior Rector de nuestra Universidad, el Dr. J.M. Delgado Ocando. Su separación o renuncia —no conozco las causas ni circunstancias— fue al poco tiempo de iniciadas las actividades, designándose como Decano al Dr. José Antonio Borjas Sánchez, otro distinguido académico.

En la galería de Decanos que se acompaña, hay que corregir la cronología en lo que respecta al Decano J.A. Borjas Sánchez, quien lo fue desde el mismo momento en que renunció el Dr. Delgado Ocando. En esa época, los dos primeros Decanos eran designados por el C.U., aunque en el periodo siguiente el Dr. Borjas Sánchez fue electo, y fue elegido con un gran consenso académico y político. Quizás por sus ideas, de persona culta y respetuosa del pluralismo, y por su personalidad abierta y amigable.

En un período de gran politización partidista en el país, recién caída la dictadura de Pérez Jiménez el 23 de enero de 1958, la política nacional y universitaria se generaba desde los principales partidos: AD, COPEI, URD, PCV. El Dr. Borjas Sánchez integró su equipo académico de Directores con militantes o independientes simpatizantes de los cuatro partidos, medida acertada, ya que con ello garantizó a la nueva Facultad gobernabilidad, estabilidad, desarrollo, convivencia y pluralismo.

En cuanto a su equipo de Directores y Profesores fundadores, jugaron papeles estelares. En Educación, la Escuela más numerosa y compleja, el Dr. Raúl Osorio; en Comunicación Social, los Profesores Sergio Antillano e Ignacio de la Cruz, verdaderos Maestros en el Área. En Letras, el Dr. José Pascual Buxo, Agustín Millares Carlo, Carlos Sánchez, José Antonio Castro, Esther María Osses. En Filosofía, el Dr. Adolfo García Díaz. En Bibliotecología y Archivología, su inspirador y fundador, el Dr. Agustín Millares Carlo.

Seguramente he obviado otros nombres importantes, pero estos nombrados eran para mí los más conocidos e influyentes. En Historia, el Maestro Luis Arconada, Juan María Echeverría y Manuel Caballero; y desde la UCV, con sus libros y conferencias, el Dr. Germán Carrera Damas.

Era una Facultad pletórica, vital, discutidora y crítica, así la recuerdo. Había otras dependencias y Menciones, y con figuras muy relevantes, pero no es mi propósito en esta nota ser exhaustivo ni pretender una historia de la Facultad.

En mi gestión decanal, fraguó la Carrera de Educación Física y Deporte, y la idea y propuesta fue hecha y elaborada por el Arquitecto Vera Guardia. Todo el mérito para él; apenas me limité a apoyar la idea y gestionarla como Decano.

Igualmente, el Proyecto de una Escuela de Arte para la Facultad, cuyos impulsores fueron varios amigos: Lía Bermúdez, Sergio Antillano, Francisco Bellorín, Ignacio de la Cruz y Lilia. Lamentablemente, no eran tiempos propicios.

Ya como Rector, se presentó el Proyecto, no de una Escuela de Arte sino de una Facultad de Arte, la actual FEDA, que tiene prehistoria, historia y los éxitos de su consolidación. Para definir el proyecto, se nombró una Comisión, y el aporte fundamental —a mi juicio— fue el de Manuel Espinoza y Alfredo Chacón, que en aquel momento dirigían en Caracas el Instituto de Arte Armando Reverón. Espinoza terminó dirigiendo el MACZUL.

Mi gran amigo Américo Gollo formaba parte de la Comisión inicial, igual que Andrés García y otros, y acertadamente se mantuvo la continuidad del Proyecto, siendo Rector el Dr. Neuro Villalobos, y con la acertada designación de Américo como Decano y su gran labor al respecto.

Nuestra Facultad de Humanidades y Educación ayuda a hacer grande a LUZ, y tres Rectores han salido de ella. 66 años de andadura académica, el futuro la sigue convocando, y estoy seguro de que nuestra Facultad le seguirá haciendo honor a su tradición.

En cada gestión decanal hubo importantes logros. Cada Decano dio lo mejor de su talento y esfuerzo. Cada periodo decanal tuvo sus éxitos y circunstancias diferentes. Cada Decano fue amigo de los otros Decanos; en las diferencias, todos nos respetamos.

Un hecho a destacar son las Decanas: Imelda, Ana Mireya, Ana Chacín, Judith —actual Rectora— y Doris. Mi cariño a todas.

Un recuerdo afectuoso al Dr. Delgado y al Dr. Borjas Sánchez, César David, Alfredo, Darío —gran amigo— y a Nerio y a Ángel. Larga vida.

Ángel Lombardi