Desde la razón y la praxis es usual el pesimismo. Desde la acción,
es imprescindible el optimismo. El presente humano (realidad-real)
casi nunca satisface a nadie y más si tocan tiempos como los
nuestros (seres reales en tiempo-real). El filósofo privilegia el
deber-ser de la realidad. El científico social el conocimiento de
esa realidad, desde el dato empírico y la conclusión teórica.
Políticos y empresarios sólo pueden existir desde la praxis y
acción, con resultados. Fracasar o tener éxito es su desafio.
Filósofos, Científicos, Empresarios, Políticos se necesitan
mutuamente, en complementariedad, de importancia igual, lo que no
pueden es intercambiarse o sustituirse, por una razón práctica, una
razón de vocación y oficio y necesaria preparación especifica. Las
cosas se complican cuando se confunden. Como por ejemplo, pretender
ser al mismo tiempo, filósofo, científico, empresario y político.
Otra confusión es con respecto a la "opinión pública"
necesaria e importante y hoy potenciada por la tecnología. Hay que
expresarla y escucharla, pero ni el filósofo, ni el científico, ni
el empresario, ni el político pueden atender tantas opiniones, casi
siempre contradictorias. Y es que opinar no obliga a nada, ni a
obtener resultados ni a rendir cuentas. El otro problema es que, como
expresaba Kant, no todo lo que se piensa y plantea la razón teórica
puede ser llevado a la práctica y el mundo del empresario y del
político es la praxis, es la realidad-real, igual que la de todos
los seres humanos frente a las necesidades y exigencias de la vida.
El joven puede (y debe soñar) pero los años y vida lo
"aterrizarán". El adulto y el viejo pueden añorar tiempos
pasados mejores, pero les toca el presente-real y la atención de sus
problemas reales. La jovencita puede soñar con el príncipe azul,
pero su pareja real, no va a ser ni príncipe y mucho menos "azul".
Porqué todo este
largo preámbulo: para tratar de explicar mi insistencia en la
necesidad de que la política y el político opositor regresen a la
realidad-real que no significa otra cosa que asumir las experiencias
políticas de las últimas tres décadas venezolanas con sentido
auto-critico y situarse en el 2021, porque la política sólo es real
como presente-futuro, todo lo contrario de la historia que es
presente-pasado y básicamente una tarea intelectual y académica.
Discutir el pasado es necesario e inevitable, pero lo usual es
hacerlo desde el mito propio y las creencias heredadas. La política
responde a una tradición histórica y a un conocimiento serio. Se
sustenta sobre filosofías, doctrinas y básicamente en ideologías
excluyentes y sectarias y su objetivo es el poder, casi siempre
reducido al gobierno y sus privilegios y oportunidades. Pero el
ejercicio del gobierno ha terminado siendo una gerencia y una
administración tecno-burocrática y una oportunidad para tomar
decisiones e influir en la dinámica de las políticas públicas y
particularmente en la economía y dinámica social, con evidentes
ventajas para partidos y grupos que ejercen el poder y el gobierno.
Regresamos a la realidad-real del 2021. El chavismo sigue "mandando"
y Maduro sigue en Miraflores. La oposición no ha podido derrotar al
régimen pero tampoco el régimen ha podido "desaparecer"a
la oposición (a mi juicio su principal éxito). Haber resistido, a
pesar de todo, a la feroz política represiva de amedrentamiento,
cárceles y exilios, ejecutada de manera implacable por el régimen y
a sus propios errores políticos y desunión evidente. Pero lo más
real y dramático es el hecho de la destrucción de la economía y la
tragedia social que configura la crisis humanitaria que padecemos y
el agregado azote de la pandemia. Si asumimos que el régimen
permanece y la oposición existe y resiste y que ni la "calle"
ni el "golpe" ni la "invasión" funcionaron, en
el 2021, negociar, elecciones-libres pareciera ser lo más razonable
en términos reales y la oposición intentar ir lo más unida posible
y lo más cerca posible de los problemas de la mayoría y un eventual
futuro mejor. Quizás esto no se logre, por falta de voluntad
política del régimen, porque no se siente suficientemente
amenazado. También sé que la tesis de "negociar" no tiene
consenso político ni de opinión pública. Pero, HOY POR HOY, no veo
de manera visible otra opción práctica de resistencia y lucha, para
el cambio político necesario. Lo perfecto conspira contra lo bueno.
El deber-ser y la teoría y nuestros deseos no siempre, diría casi
nunca, entran en concordancia con la realidad-real. Queremos un
cambio político democrático, en el menor tiempo posible y la rápida
recuperación económica y social del país, pandemia incluida. Pero
se necesita que nos vacunemos todos y entre todos, aliados y
adversarios, tratar de conseguir una salida práctica y pronto a una
situación política frustrante y que no genera respuestas prácticas,
a ninguno de nuestros muchos y graves problemas de todo tipo. El
régimen como gestión de gobierno ha sido un fracaso total. A la
oposición no se le ha permitido gobernar, en los espacios que logró
conquistar, vía electoral. El país sigue dividido y polarizado y en
la opinión pública mediática (entre otros "tuiterlandia”) y
sus radicalismos verbales que tienden a prevalecer. Desafío del
2021, en términos políticos, es lograr una vía democrática que
permita salir del estancamiento actual, entre un gobierno sin gestión
y sin respuesta a la crisis y una oposición, que expresa a una
mayoría que quiere un CAMBIO.