lunes, 29 de enero de 2007

¿Monarquía o República?

Hasta donde conozco, Venezuela es una República; el mismo Bolívar así lo quiso y evitó la tentación monárquica que algunos oportunistas le ofrecieron en su momento. Simón Rodríguez igual, era antimonárquico por convicción y temperamento; ni hablar del Mariscal Sucre; un desprendido y despreciador del poder. Todo lo contrario de nuestros dictadores; aferrados de manera enfermiza al poder, entre otros A. Guzmán Blanco y Cipriano Castro (Ambos admirados por al actual mandatario que propició el traslado de sus restos al Panteón Nacional). J.V. Gómez; cuyo mayor afán era conservar el poder hasta la muerte (y de hecho fue el único en lograrlo) y M. Pérez Jiménez.
Con el actual mandatario comparto su absoluta fe en el pueblo (aunque por la historia sé que algunas veces se equivoca) y lógicamente compartimos la teoría política y constitucional de la soberanía popular.
Establecidas estas premisas y analizada la actual coyuntura política, no logro entender algunas cosas. Si nuestro Presidente ganó el 3D-06 unas elecciones con el 46% de los votos (en lo personal no creo que este fuera el porcentaje real) y el candidato de oposición obtuvo el 29% de los votos y hubo entre abstención y nulos o en blanco un 25% de votos; en mi elemental matemática tengo que de cada 100 venezolanos con derecho a voto (obviando doble cedulados; votantes fantasmas y tinta nada indeleble) 46 votaron por el presidente para un nuevo período de 6 años y 54 votantes por una u otra razón no votaron por él (a sabiendas que no todos son de oposición). Si todo lo anterior es aproximativamente verdadero nuestro presidente recibió un mandato limitado, claro y preciso, dentro del marco de nuestra Constitución de 1999 (que nuestro presidente, aunque en algún momento la llamó irrespetuosamente “la bicha”; siempre ha dicho y repetido “todo dentro de la Constitución nada fuera de ella” criterio que compartimos, inclusive la Fuerza Armada Nacional, por boca de su máximo representante General Baduel).
En consecuencia no logro entender el actual discurso presidencial que confunde Estado con Gobierno. Poder legislativo con poder ejecutivo (caso de la ley habilitante) y poder judicial con poder ejecutivo (caso RCTV) y mucho menos entiendo la pretensión de reformar la constitución en cosas sustantivas (mandato presidencial indefinido; reordenamiento territorial; denominación socialista de la República; redefinición de los poderes e intervención presidencial en todos los espacios públicos y privados sin otro límite que la voluntad presidencial, tanto que nos recuerda la expresión tan hispana y criolla de hacer lo que me da la gana); violando el procedimiento que la propia Constitución establece y sin recurrir al poder soberano y constituyente del pueblo, convocando una Asamblea constituyente como corresponde.
Afortunadamente no estamos en la época de Luis XIV y aquello del “Estado soy yo” ni con el bárbaro y atrasado pasado latinoamericano de dictadores y caudillos eternos que magistralmente describe Roa Bastos en su novela “Yo el Supremo”.
En Venezuela qué somos ¿una República o una Monarquía? No creo que el pueblo venezolano (la soberanía popular) ha sido consultado al respecto y el 3D-06 electoralmente sólo expresó su voluntad democrática de preferir a Chávez y no a Rosales, para su 2º mandato de gobierno.
Que el Sr. Presidente no se equivoque, es nuestro mayor deseo y entienda que el pueblo venezolano es republicano y democrático.

lunes, 22 de enero de 2007

Tiempo de militares

La República “boba” de los 90’ no logra resistir el canto de sirena de los conspiradores y elije, apadrinada por la “élite”, al teniente- coronel golpista del 92’; catapultado a la fama; por un gobierno y una televisión imbécil con su publicitado y aplaudido “por ahora”.
El lenguaje electoral era simple y convincente: refundar la República; perfeccionar la democracia (eran tiempos de constituyente) y volverse a ocupar de los problemas de la gente desde el gobierno con eficiencia castrense y honestidad militar. El triunfo fue fácil y cómodo; frente a un bipartidismo cansado y desmoralizado que había naufragado en la corrupción y se había especializado en promover a viejos cansados y mediocres en los cargos de mayor responsabilidad; tanto a nivel gubernamental como partidista; y así vemos como un CAP II y un Caldera II gobiernan a Venezuela mientras ésta hibernaba en el “statu quo”.
El teniente coronel nunca escondió sus intenciones de una “nomenclatura” militar al poder (MBR-200); era el único sector que conocía y en el cual confiaba, porque por conocerlo podía manipular y mediatizar y un proyecto institucional inicialmente pluralista; en cuanto al plan de gobierno era secundario; lo de él era el poder y el control permanente del poder, y el juego geo-político internacional por el cual siente una atracción creciente.
La democracia participativa y la revolución y las misiones fueron surgiendo en el camino a medida que la vieja izquierda se inserta al gobierno (son los excluidos del 58’) y ayudan a definir un Proyecto Revolucionario y el líder se nutre de un cóctel ideológico, en donde todos los contrarios se encuentran (Nasser, Perón, Velazco, Mao, Lenín, Fidel).
A la altura del 2006 (año electoral) con la sombra de un fraude encima la revolución luce ubicada y alineada, con Fidel y Cuba y contra los Estados Unidos.
El futuro dirá, aunque en lo personal creo que este proceso es insostenible en el tiempo y que el teniente –coronel se equivocó con la apuesta. A nivel interno no ha resuelto el problema social ni económico del país; al contrario la pobreza ha aumentado y la corrupción y la ineficiencia es galopante; y a nivel internacional, no se trata de simpatizar o antipatizar a los Estados Unidos y menos el impopular gobierno de Bush; sino que los grandes intereses internacionales marchan en la dirección contraria a la geo-política del teniente-coronel. Intuimos que la agonía física y política de Fidel pudiera convertirse también en la agonía política del comandante local.
El proceso avanza por fases y en el camino quedan los aliados circunstanciales y los “tontos útiles”.
En la revista SIC del Centro Gumilla que dirigen los Jesuitas de Venezuela; en su editorial de noviembre del 2006 (Nº 689) se identifica el proceso en tres fases: I) Encuentro con el pueblo y convocación a participar, II) Proclamación del socialismo S. XXI. Y III) Fase que recién comienza, después de la victoria electoral (?): Como Cuba; Chávez el nuevo Fidel y muera Bush.
La historia se mueve y a veces no siempre hacia adelante.

lunes, 15 de enero de 2007

Memoria de Difuntos

No necesariamente hay que morir para estar muerto; en política, muchos son cadáveres políticos sin saberlo o sin querer darse cuenta.
Igual pasa con la locura, en el ejercicio del poder y el gobierno, cuando esta gobierna, toda la sociedad se contagia de locura y así vemos como todas las categorías mentales y lingüísticas se afectan; así como la lógica y la racionalidad.
La historia se transforma en escenario para la confrontación ideológica y política; ya no es la “ciencia” de los historiadores sino la opinión alegre e irresponsable, que califica y descalifica hechos y personajes de acuerdo al humor y los intereses en pugna.
Así Páez se convierte en corrupto y traidor y Maisanta en héroe. Zamora es la premonición de Emiliano Zapato y la Revolución es la palabra mágica que todo lo puede.
El nacionalismo y el socialismo dos ideologías del siglo XIX y XX dan para todo; desde el nacional- socialismo nazi hasta el nacionalismo antiimperialista y revolucionario. Igual sucede con el noble término socialista que para todo ha servido; desde el socialismo utópico, tan denostado por Marx; hasta el socialismo científico de este o el socialismo real de la fenecida URSS o de la China actual. El socialismo democrático de la Europa moderna o este tropical y nebuloso socialismo siglo XXI.
Cuando la política está determinada por los difuntos y los locos y no por la realidad, la razón y la lógica de la historia cualquier cosa cabe esperar.
Nuestra sociedad pareciera haberse extraviado en dos momentos precisos de nuestra contemporaneidad y en las dos situaciones que se vivió y se vive con el “boom” petrolero. En los 70’ y en este comienzo de siglo; mientras mas dinero mas locuras cometemos, desde el poder y como sociedad. Mientras mas hablamos de prosperidad más aumenta la pobreza. Mientras mas recursos petroleros tenemos mas aumenta el despilfarro, la corrupción y la ineficiencia.
Los Presidentes que administraron la abundancia con escasez de criterios que parecidos son en su narcisismo, megalomanía y mesianismo. La política internacional se monta sobre un protagonismo personal y una chequera petrolera generosamente irresponsable; para contento y provecho de otros países.
La abundancia de recursos se convierte en una “piñata”; en un “bonche” nacional, en tiempo y oportunidades pérdidas.
Las locuras de nuestros gobernantes en los 70’ las pagamos caras como país; 25 años de estancamiento económico y retroceso social y el surgimiento de un proyecto político autocrático y anacrónico. ¿Vamos a perder otros 25 años?.

lunes, 8 de enero de 2007

Los huérfanos del Estado


El país no va nada bien, todo luce descolocado y desorientado; tengo la impresión de que vamos en retroceso; el discurso oficial me parece anacrónico, igual que actitudes y conductas. La anomia y la anarquía nos amenazan; la precariedad del empobrecimiento generalizados así como la creciente inseguridad y el miedo paralizante; a veces pienso en una pesadilla, pero al mismo tiempo ello me alienta, porque sé que en cualquier momento despertaremos a la claridad del día: Ortega y Gassett hablaba de una España invertebrada para referirse a una etapa difícil y oscura de su patria, en Venezuela llevamos varias décadas de oscuridad y desorientación.
El Presidente a veces tiene frases afortunadas, dicen que dijo en una oportunidad ''de aquí a un año hay un siglo'', expresión profunda y densamente histórica, y tiene que ver con los acontecimientos históricos, cuando todo va mal o cuando aparentemente no pasa nada y nada cambia; un hecho, normalmente secundario, termina por desencadenar acontecimientos que terminan cambiándolo todo; Venezuela está preñada de futuro y esa es nuestra esperanza; el país no tiene vocación suicida y nuestra sociedad no ha olvidado que está en el siglo XXI y de eso se trata, reasumirnos en la modernidad y en la postmodernidad, dejar atrás definitivamente a los gamonales y a los caudillos; al subdesarrollo y al atraso; al populismo y a la corrupción, a la concepción autoritaria y militar del Estado y la sociedad; en fin que dejemos de ser los huérfanos del Estado y que asumamos de una vez por todas nuestra condición indeclinable de sujetos de nuestra propia historia, desde la civilidad, la civilización y la solidaridad. No repitamos los errores del siglo XX y mucho menos permitir que nos retrotraigan al siglo XIX; el que lo intente está condenado al fracaso simplemente por anacrónico.