sábado, 24 de abril de 2010

Ideología o soberanía

Según la reseña periodística (EL NUEVO PAÍS, martes 20-04-2010) “Al cierre del desfile Chávez aseguró que fue el más grande y vistoso que ha tenido la historia del país. Destacó que Venezuela es una nación democrática y pacífica, aunque advirtió que está preparada para enfrentar cualquier invasión extranjera animadas por los intereses capitalistas”. La pregunta obligada sería ¿Qué pasaría si nos intentara invadir un país extranjero de régimen comunista, por ejemplo China, Vietnam, Corea del norte o Cuba?. No he entendido bien lo de los intereses capitalistas y menos cuando leo que el “rojo-rojito” ministro de PDVSA fue a Washington, capital del imperio y del capitalismo, a ofrecer nuestro petróleo (EL NUEVO PAÍS, sábado 17-04-2010) “En declaraciones ofrecidas el jueves, el ministro de energía y petróleo dijo que: EEUU no puede dejar pasar esta oportunidad. El gobierno de Chávez está ofreciendo en EEUU contratos para que las empresas de ese país exploten el crudo venezolano de la Faja del Orinoco por varias décadas. De hecho, esta semana la asamblea nacional ya aprobó que la estadounidense Chevron-Texaco sean parte de los titulares de una de las empresas que han adquirido derechos de explotación en los bloques Carabobo 2 Sur, Carabobo 3 Norte y Carabobo 5 de la Faja del Orinoco. El gobierno de Chávez recibirá 425 millones de dólares de parte de la empresa estadounidense.” En verdad no entiendo esta noticia. Si nos armamos y gastamos tantos millones para combatir el imperio que se quiere apoderar de nuestro petróleo, porqué vamos a Washington a ofrecérselo. Marx, judío ilustrado e ingenuo, proclamó aquello de: “proletarios del mundo, uníos” privilegiando la conciencia de clase sobre la ideología nacionalista. Transcurridos casi 200 años de esa proclama, lo que se observa es que más allá de las ideologías gubernamentales cada país desarrolla sus relaciones en base a los negocios y el comercio y en aquellas sociedades que lo permiten por su desarrollo, la clase obrera intenta convertirse en clase media. No entiendo definitivamente este capitalismo de estado que se proclama socialista y al mismo tiempo estimula y protege una boliburguesía nacional y privilegia como nunca a las grandes transnacionales y los intereses capitalistas de otros países. Hitler, hacía excelentes desfiles y la Unión Soviética era emblemática al respecto y ambos sistemas solo provocaron destrucción y muerte. No hay nada más importante para la soberanía de un país que un pueblo educado y con oportunidades reales de un trabajo creador, que permita la promoción individual y colectiva.
Las ideologías son espejismos para cultivar ilusiones que terminan siempre creando pesadillas.

domingo, 18 de abril de 2010

El pasado como futuro

José Ortega y Gasset escribe su ensayo “España invertebrada” en 1921 y en él trataba de expresar y entender la profunda crisis histórica que venía padeciendo España, especialmente en su tránsito del siglo XIX al XX. De manera aguda el autor desarrolla su ensayo con una serie de observaciones que analógicamente podrían ser utilizadas en nuestro propio análisis sobre la crisis nacional que nos aqueja en este igualmente traumático paso del siglo XX al siglo XXI.
Decía Ortega, las cosas van mal, pero nuestro compatriotas se empeñan en no verlo por aquello de que los españoles eran optimistas de nacimientos y a ultranza. producto de una visión ingenua y en cierta forma complaciente de la realidad tal como ha sido nuestra propia actitud en los últimos años). El pesimismo no le gusta a nuestra gente, ni siquiera cuando la realidad nos golpea tan duramente. Nos empecinamos en un optimismo ciego e irresponsable y preferimos solo ver las cosas superficiales y obviamos, en un evidente acto de irresponsabilidad, las causas profundas de la crisis y nuestra responsabilidad individual en la misma, haciendo patente la afirmación nietzscheana de que los seres humanos preferimos ignorar la verdad y muy pocos están dispuestos a asumirla plenamente. 
Dice Ortega y Gasset, así como el psicólogo es capaz de identificar las pasiones dominantes o sus complejos en cada individuo, así en el análisis histórico, social o político debemos aprender a identificar la especificidad de cada sociedad en particular, siempre son las mismas cosas, solo que de otra manera y así como se puede hablar de responsabilidad individual, también se puede o se debe asumir el concepto de la responsabilidades colectivas, nada más irresponsable que el “yo no sabía” o “yo no creía” como le ocurrió entre otros al pueblo alemán frente al gobierno nazi o al pueblo cubano en nuestro propio continente.
En ese sentido, España y en general América Latina, tienen sus particularidades, como por ejemplo nuestra sobrevalorización del pasado y el empeño de quedarnos en él como un absoluto perfecto frente a un presente lánguido y menguado, transmutando el pasado en una utopía inalcanzable y en consecuencia condenándonos a una eterna orfandad traumática de un pueblo sin verdadera memoria y por consiguiente, extraviado en su búsqueda de futuro. Los grandes sueños y las grandes hazañas colectivas solo son válidas y útiles si las pensamos en tiempo futuro, de allí lo anacrónico de esa pretensión bicentenaria de volver siempre a nuestra primera independencia.

lunes, 12 de abril de 2010

Crisis y desenlace

Dice el historiador Tácito “15 años son una etapa decisiva del tiempo humano”. Si aplicamos esta idea a los tiempos venezolanos más recientes, podemos observar como en 15 años naufragó el proyecto de poder del bipartidismo nacional y en menos de 15 años está naufragando el actual proyecto de poder autocrático, en un desenlace que se viene prolongando demasiado. El escritor español José Ortega y Gasset, en un tiempo difícil de su patria, muy parecido al nuestro, en su ensayo “España invertebrada” anticipó y diagnosticó adecuadamente la crisis y su desenlace. “Ya a estas horas están haciendo las masas -las masas de toda clase- la experiencia inmediata de su propia inanidad”. Esta afirmación se hacía en 1934, en pleno apogeo de las alucinadas e irracionales dictaduras soviéticas y nazi-facista, en Rusia, Alemania e Italia respectivamente. “La angustia, el dolor, el hambre y la sensación de vital vacío... la resignación”, la humillación y la derrota se convirtieron en un prerrequisito o costo a pagar para “que la exaltación de las masas nacionales y de las masas obreras, llevadas al paroxismo de los últimos 30 años, era la vuelta que ineludiblemente tenía que tomar la realidad histórica para hacer posible el auténtico futuro, que es, en una u otra forma, la unidad de Europa”. Lo admirable de estas líneas es que esto fue escrito ente 1920 y 1934. en sentido analógico, la situación venezolana nos induce a pensar que desde 1983 hasta nuestro días la llamada crisis nacional, no es más que el estertor caótico de una sociedad confundida que necesita cancelar su período petrolero y rentista y no sabe cómo.
Si Rómulo Betancurt, resumió su visión y su proyecto político de la primera mitad del siglo XX en su libro “Venezuela, política y petróleo” hoy me atrevería a decir que nuestro mejor resumen de la situación nacional y los tiempos vividos en la segunda mitad del siglo XX y en esta difícil y atemorizante primera década del siglo XXI sería algo así como “Venezuela, política sin petróleo”, traduciendo de esta manera la necesidad de una idea-fuerza que nos convoque a todos en la creencia y la convicción de la necesidad de asumirnos como una sociedad productiva, civilizada y moderna, sin la excesivas ataduras del pasado y con una visión adecuada del futuro, que no es otro que la participación dinámica en el nuevo orden mundial, que las nuevas tecnologías y el propio desarrollo económico están imponiendo. Hacia el futuro sin complejos, ni mitos consoladores y mucho menos con la ilusión de un “Dorado” no merecido.