jueves, 24 de marzo de 2011

Nadie escucha

Todos estamos impresionados positivamente por la reacción popular en cadena, especialmente de los jóvenes potenciados por las nuevas tecnologías de la comunicación, en los países árabes del norte de África y del Medio Oriente. Una reacción en cadena contra los déspotas y tiranos de larga data que los desgobernaban con sus dictaduras dinásticas y corruptas. El poder envilecido, pero también sociedades cómplices que los toleraron por tanto tiempo, producto del miedo y las complicidades internas e internacionales. Pueblos que habían perdido la capacidad de indignarse y protestar y ese es el verdadero drama de la historia y en general de la condición humana, una tendencia a la paciencia cómplice y a la cobardía moral y ética que nos lleva a la permisividad de la complacencia y la complicidad. Afortunadamente cada tanto tiempo la indignación colectiva y la ira popular estallan para hacer historia. La rebeldía frente a la opresión es el substratum esencial de la libertad, estamos moralmente obligados a la libertad o como diría Sartre, condenados a la libertad, a vencer el miedo y sobreponernos a nuestras miserias morales y materiales así como a nuestros intereses particulares. Todo lo anterior puede ejemplificarse en todas las sociedades y como es lógico también en Venezuela en donde en épocas obscuras de largas y recurrentes dictaduras o como diría Pocaterra en Memorias de tiempos de decadencia: es el miedo y la complicidad quienes sustentan al dictador de turno. Igual sucede con el actual aspirante, hábil manipulador y administrador de la cobardía y la codicia de sus conciudadanos. Si analizamos los acontecimientos recientes del mundo árabe, de largas dictaduras y agónicas tiranías, que entre las cosas que las identifica a todas es la posibilidad de encumbrar estos proyectos de poder sobre la ignorancia y el atraso y de allí que en el concierto mundial no es casual que las sociedades más atrasadas tengan las tiranías más prolongadas: Cuba, con su medio siglo de ignominia. Corea del Norte, con su tiránica satrapía dinástica; así como la oprobiosa dictadura de Mugabe. La lista es larga pero afortunadamente cada día más corta y es que la humanidad en su avance indetenible hacia la libertad y dignidad de los pueblos cada día más va limitando, controlando y domesticando el poder; o como se pensó en la Grecia clásica y se vivió en las repúblicas democráticas modernas democracia y demarquía van juntas: poder del pueblo con control del pueblo.

domingo, 13 de marzo de 2011

La universidad debe estar reformándose todo el tiempo

Publico aquí una entrevista que me realizó en Enero de este año Roberto Torres Luzardo. La entrevista también se encuentra publicada en la página de la Agencia de Noticias de LUZ.
Ángel Lombardi, historiador, escritor y ex rector de LUZ

“La universidad debe estar reformándose todo el tiempo”

El actual rector de la Universidad Católica “Cecilio Acosta” señala que la realidad del mundo exige un cambio. “Nuestro principal reto es cómo redefinir la Universidad venezolana de cara a las próximas décadas”, expone Lombardi.

A través del auricular, la voz de Ángel Lombardi resuena con aplomo. En las palabras que pronuncia se perciben dejos de medio siglo en contacto con el ámbito universitario. Ha caminado los atestados pasillos de varias casas de estudio como alumno, profesor y autoridad, por lo que su pensamiento reflexivo se torna necesario en el álgido punto en el que se encuentra la discusión sobre la Universidad que Venezuela necesita.
Como escritor, historiador y articulista, su opinión acerca del devenir de la sociedad ha quedado plasmado en diarios, blogs y portales digitales. Sin embargo, su rol de catedrático está impregnado hasta en su estilo conversacional. Antes de responder las preguntas que intentaban descubrir sus visiones sobre la transformación universitaria, tenía -ya preparada- una clase sobre autonomía y la universidad necesaria.
“La Universidad por definición siempre debe discutirse a sí misma porque forma parte de la vida y, por consiguiente, debe cambiar con la vida”, dice. “La reforma universitaria es un tema permanente y recurrente, por eso es un absurdo pretender que estamos descubriendo el tema de la reforma. La Universidad tiene que estar siempre en diálogo con su entorno y en autointerpelación permanente, con sentido crítico y en contacto con otros sectores”.
Como si diera una ponencia ante la Academia de Historia del estado Zulia -de la cual es miembro-, asocia fechas y lugares para asegurar que la autonomía universitaria ya se ha definido por un ente internacional. “1962, en Nueva Delhi. 1963, en Cambridge. 1964, en Moscú. 1965, en Tokio: la Asociación Internacional de Universidades definió ya las características de la autonomía universitaria”.
La selección de sus estudiantes con criterios libres y amplios por cada universidad; la autonomía curricular, docente y administrativa; autonomía en investigación; y autonomía para administrar los recursos financieros. De esta manera, las universidades mundiales se plantean el concepto de autonomía.
Así como analiza los pormenores de la política venezolana en sus artículos de opinión, también analizó las áreas problemáticas que la universidad debe estudiar. Financiamiento, ingreso y permanencia de estudiantes, modernización administrativa y organizacional, incorporación de la informática, contacto con el sector productivo e internacionalización constituyen para Lombardi los parámetros que definen el modelo universitario del siglo XXI, y que en Venezuela deben ser trabajados.
Con la premisa final de asumir la discusión universal que se viene dando en los últimos cincuenta años sobre el modelo universitario, concluye su intervención y se dispone a contestar algunas preguntas que buscan, en esa mente forjada por la universidad y las letras, las soluciones para un sistema universitario que reclama una reforma.

En su experiencia cercana con la universidad –que se cuenta en décadas–, ¿cuáles son los problemas clave a solventar para poder darle continuidad al proceso de transformación universitaria?

–Tengo casi medio siglo de experiencias universitarias: desde estudiante hasta autoridad. Un problema universitario es que no se puede hacer ni demagogia ni politiquería de partidos. Hay que recuperar el sentido del diálogo sobre la racionalidad y sobre un sentido agudo de auto crítica para poder avanzar. Tenemos que ver qué se discute a escala mundial, los problemas comunes, los problemas venezolanos y tomemos decisiones en base a eso y no a imposiciones.

Estamos montados en un proceso de reforma universitaria. ¿Cuál es el rol de la Universidad en este momento crucial?
–No estamos montados en un proceso de reforma, porque tal cosa no se decreta. La universidad debe estar reformándose todo el tiempo. Lo que pasa es que en Venezuela dejamos una Ley [de Universidades] obsoleta que debió haberse cambiado hace muchos años. Tampoco podemos cambiar la ley en función de los intereses de un gobierno determinado. Quien está planteando la reforma universitaria no es el gobierno, sino que la propia realidad del mundo nos obliga al cambio, el cual debe ser producto de un diálogo hacia dentro y hacia fuera.
¿Qué es lo que la Universidad debe proveer al país?
–La Universidad no es una fábrica para responder una demanda de producto, es una institución que forma parte de un proyecto educativo cultural y responde básicamente al proceso civilizatorio, en función del desarrollo de la ciencia, la técnica y el pensamiento en general. Las universidades nacen dentro del proceso evolutivo de la humanidad, que va generando respuestas técnicas, científicas, filosóficas y teóricas a las demandas que la sociedad va exigiendo.

¿Cuál es su visión sobre el ejercicio político en la universidad?
–Evidentemente, la universidad se ha visto politizada por ambos lados. Por esto, no terminamos dialogando sino discutiendo dogmas o posturas políticas que no tienen nada que ver con el verdadero quehacer universitario.

Algunos teóricos y profesores opinan que la universidad debería estar exenta de las actividades políticas…
–No, la universidad no puede ser neutra. No debemos confundir la política con los intereses partidistas. La universidad es una institución política en la medida en que forma parte de la sociedad y que en ella se discutan los problemas. No podemos castrar políticamente a la universidad, porque tiene ella que asumir un compromiso político, pero no con un partido determinado. La Universidad no tiene militancia partidista o ideológica: como todo campo de la ciencia, es absolutamente plural y libre. Tampoco significa esto una neutralidad política porque la universidad tiene que fijar posición, pero no sobre la evaluación pasional de la realidad sino la evaluación racional.

Se han expresado opiniones variopintas sobre las formas de gobierno de la universidad y, particularmente, sobre el tema del voto paritario. ¿Qué opina al respecto?

–La forma de gobierno tiene que ser abierta, libre, democrática y participativa. No hay otra manera de gobernar la universidad. El tema del voto paritario hay que discutirlo, porque hay que calificar al electorado en función de qué se va a elegir y a quién se va a elegir. No le consultas, en una operación, a quien cuida el quirófano: le preguntas al experto. Si tratamos temas administrativos, evidentemente pueden participar todos los sectores universitarios. Por otro lado, en temas académicos, quienes están calificados son los del sector académico. No hay que hacer demagogia ni populismo con lo del voto paritario, sino establecer un gobierno y elección de autoridades en un amplio sentido democrático. La particularidad y los límites habrá que discutirlos.

¿Qué significaría para el futuro de Venezuela desaprovechar la coyuntura actual de transformación?
–Todos los gobiernos han pretendido controlar las universidades. Este gobierno también, intentó una ley irracional y absolutamente interventora. Eso abre el camino ahora para lograr un verdadero diálogo entre el sector universitario, gubernamental, político y económico. Es un buen momento, si de verdad queremos la transformación, para un diálogo creativo, donde nadie trate de imponer su ideología ni sus intereses. Sobre esa base hay la posibilidad de crear una legislación universitaria adecuada a los retos del futuro, de la universidad del siglo XXI. A mi juicio, nuestro principal reto es este: ¿cómo redefinir la Universidad venezolana de cara a las próximas décadas? Al fin de cuentas, la universidad es histórica, y si evoluciona la sociedad, también la universidad debe hacerlo.

En 2088, se cumplirá un milenio de la creación de las universidades. ¿Cómo espera Ángel Lombardi que se encuentre la universidad venezolana para esas fechas?
–La veo como una universidad reformada que le sigue respondiendo al país. Es decir, que no sea ni anacrónica, ni atrasada, ni envejecida: una universidad renovada y al ritmo de los tiempos. El principal reto de la humanidad es el tecno-científico, es decir, que debemos incorporarnos de manera agresiva a la producción científica, al desarrollo tecnológico, y pensar los problemas nacionales para contribuir a resolverlos y canalizarnos. La universidad no hacer activismo político de calle. No es una institución para formar parte de las luchas políticas coyunturales: es histórica, forma parte de la realidad, pero su misión principal es el desarrollo de la ciencia y la técnica y lógicamente del pensamiento asentado sobre unos valores y principios.

AGREGADO 1

En el libro Escritura y compromiso (Unica, 2005), Ángel Lombardi plasma sus reflexiones sobre la universidad venezolana. Filosofía, historia y academia convergen en este texto que, a pesar de tener seis años de publicado, expresa en cada página ideas apropiadas para los tiempos que corren. La expresa voluntad de trabajar por una mejor universidad es algo que nunca pierde vigencia y, por ello, reproducimos algunos pasajes que ilustran muy bien la Universidad que Lombardi percibe.

Sobre la Universidad y su relación con el tiempo
“La universidad es una cronotopía: vive en el tiempo y es habitada por éste. Mil años la definen y la hacen casi eterna, siempre y cuando sepa interrogarse a sí misma y sepa responder a los desafíos de los tiempos. Para unos, vive su ocaso, para otros, una encrucijada y una transición. En este principio de siglo y de milenio, de alguna manera somos responsables del futuro. La universidad lo es, por encima de todo, porque allí mora la juventud que a todo se atreve y el intelecto que todo lo osa”.

Sobre el concepto de autonomía
“La autonomía es y debe ser un concepto dinámico. Es útil como instrumento de lucha frente a una dictadura, pero utilizada de manera diferente en un régimen democrático como el venezolano. La autonomía debe traducirse, esencialmente, en la salvaguarda de la libertad de cátedra y de autogobierno, pero que no implique una autosegregación del acontecer nacional. Se hace necesaria una nueva doctrina universitaria que genere una nueva política institucional; y que oriente y guíe las decisiones legislativas, administrativas y académicas que las autoridades de afuera y de adentro se vean precisadas a adoptar”.

Sobre la transformación universitaria
“La nueva situación nacional y la actual coyuntura crítica plantean la necesidad de una reflexión renovada sobre la universidad y, de ser posible, desarrollar una nueva concepción sobre ella. Es necesario crear nuevos liderazgos e inéditos esquemas de acción para que la universidad pueda volver a situarse a la altura de los tiempos y responder con éxito a los retos internos y externos que se le han planteado. La responsabilidad es de todos los sectores universitarios, pero fundamentalmente del profesorado”.

jueves, 10 de marzo de 2011

Otro loco en el poder

En estos días de la Ira Árabe que está produciendo tantas noticias importantes y particularmente unas muy gratas como es la salida ignominiosa del poder de unos tiranos y dictadores cuya característica común era la larga permanencia en el poder, la corrupción y el desprecio por sus pueblos. Sobresale en particular el libio Kadafi, espécimen modélico para la psiquiatría, un especialista dice al respecto “es imposible que Kadafi de su brazo a torcer... no hay manera de cambiar sus ideas, ni siquiera funcionan los fármacos en esta gente... No tiene salida con su personalidad y sus circunstancias, no entra en su pensamiento ni la posibilidad de rendirse, ni exiliarse ni suicidarse... su única salida es la muerte... Kadafi en estos momentos es una persona enferma y trastornada, aislada de la realidad, desesperada y confusa, cuyo diagnóstico ya poco importa a estas alturas”. (El Nuevo País 28-02-2011, “Kadafi en estado paranoico”.)
Este personaje de tragedia y risa, un poco como “El gran Dictador” de Chaplin, con sus trajes estrafalarios, su narcisismo incurable y su exhibicionismo de nuevo rico, lleva atormentando a su pueblo 42 largos años (lo que no habla muy bien por cierto del pueblo libio) es un corrupto de marca mayor, junto a su familia y asociados. El ladrón mayor de Libia y asesino consuetudinario es el 5to inversionista por volumen de la bolsa de Milán, accionista del Juventus y de uno de los grandes bancos de Italia. Tiene inversiones cuantiosas en Inglaterra, EEUU y otros países y sus “ahorros” se calculan en miles de millones de dólares (Simón Alberto Consalvi, El Nacional, 06-03-2001 “El primer capitalista del mundo”).
Si algo ha ayudado a comprender la naturaleza del poder y su necesario control y desacralización es la psicohistoria, uno de los últimos libros emblemáticos al respecto es “La salud mental y los políticos” de José Cabrera, psiquiatra forense que sostiene que Kadafi está en la fase final de un “cuadro paranoide activo” que según otro especialista lo incapacita para aceptar cualquier crítica o duda sobre su persona, además es particularmente peligroso porque es un paranoico con poder ya que puede dar rienda suelta a sus creencias de superioridad, a su narcisismo y a sus miedos; tiene manía persecutoria y piensan que lo quieren matar. Fidel Castro, en la misma línea de conducta psiquiátrica se ha inventado el cuento de que ha sobrevivido a casi 700 intentos de asesinato mientras que otros paranoides en el poder hablan recurrentemente de magnicidio, como diría la sabiduría popular: cada loco con su tema. Suetonio, el autor romano de “La Vida de los 12 Césares” hubiera disfrutado mucho con los locos de hoy en el poder, aunque él tuvo una muestra bastante significativa con Nerón y Calígula.

La Psicohistoria de la revolución

Las “revoluciones” se alimentan de una especie de complejo de Edipo colectivo como sería la necesidad del asesinato simbólico del padre para poder liberarse de él y así poder acceder a la condición de adulto. Igualmente puede asumirse como una catarsis colectiva para exorcizar la orfandad afectiva, real y psíquica de muchos. Normalmente los dirigentes “revolucionarios” son huérfanos en muchos sentidos y de allí la necesidad patológica de la compensación en una dialéctica de amor-odio, piénsese en Robespierre, en Stalin, en Hitler y en tantos otros, siendo la crueldad uno de sus rasgos principales. Estos liderazgos necesitan tanto del amor como del odio sin límites, un buen ejemplo reciente es Khadafi enloquecido en su crueldad.
Otra interpretación mítico-psicológica es el mito de Saturno, el poder a vencer, que vive devorando a sus hijos. La “revolución” siempre es fratricida. A través de la “revolución” se busca una gratificación, psíquica y material a través del poder y sus derivados como la riqueza y el reconocimiento. Necesidad que abreva profundamente en la conciencia de la modernidad, alimentada desde el Renacimiento, la Reforma y la Ilustración y particularmente entre los autores destaca Jeremías Bentham con su sentido utilitario y hedonista de la vida. En lenguaje de Spengler es la raíz “faústica” del capitalismo pero igualmente del comunismo, como expresión antagónica o dialéctica de la misma filosofía de la modernidad. El hombre moderno es el mismo en todas partes, como lo es el revolucionario en la modernidad más allá de su condición o ideología, en su psique consciente o inconscientemente se busca el poder y el prestigio, o como diría Bentham "las penas y los placeres de los sentidos” en un laicismo acentuado y en un relativismo moral y cultural que configura una verdadera erótica del poder.
Desde otro punto de vista la “revolución” implica de hecho un secuestro de la historia, dominando el presente se inventa y domina tanto el pasado como el futuro. La “revolución” es asumida social e históricamente como un tsunami o cataclismo natural que no solo subvierte todo sino pretende cambiarlo todo, en una proyección mítico-fantasmagórica como una especie de asalto a la razón desde la imaginación y las emociones para recuperar el paraíso perdido.
“Revolución” y “revolucionarios” forman parte de la mitología de la contemporaneidad a partir de una rebelión, se pretende instaurar un nuevo orden, que termina siendo un reacomodo para que con el discurso del cambio, en el fondo nada cambie, lo único real es que unos nuevos grupos de poder sustituyen a los antiguos amos del poder.

Mitos y mentiras

Tanto la conciencia infantil como la memoria y conciencia histórica de las sociedades identificadas como primitivas y atrasadas, se nutren fundamentalmente de recuerdos inconscientes, así como de leyendas y mitos que configuran la memoria histórica de la respectiva sociedad. Todos los pueblos sin excepción, viven de estos “mitos” y “mentiras” convertidos en tradiciones y leyendas y que muchos llaman “Historia”. Los griegos vivieron de la mitología y de sus dioses del Olimpo durante el largo período identificado como la época arcaica, hasta que la incredulidad y la desacralización, ya presente en la Ilíada y en la Odisea humaniza y disminuye a estos dioses todo-poderosos pero al mismo tiempo llenos de penas y emociones muy humanas, proceso afincado en la razón y en la racionalidad y que permitió que la sociedad griega desarrollara todo el proceso civilizatorio contenido en su luminosa y vigente época clásica.
Cada pueblo tiene sus leyendas y mitos, que cultivan, difunden y tratan de preservar frente a la conciencia crítica y a la razón tecno-científica que termina destruyendo tantas creencias paralizantes en una concepción del mundo y la historia como un eterno retorno, como un estar siempre condenados a repetirnos a nosotros mismos.
En el caso de América Latina y Venezuela, esta mitología gira fundamentalmente en torno a la “gesta emancipadora” además de todo el legado ancestral mitologizado: Guaicaipuro, Tupac Amarú, Toussaint Louverture, Bolivar, Juarez, Zapata, Sandino, Zamora, el Che, son algunos de los ejemplos de estos personajes mitificados y leyendas vivas que siguen justificando muchos de los procesos políticos que todavía hoy definen el presente y pretenden definir el futuro. Todo mito descansa o se nutre de una conciencia histórica difusa proveniente de un pasado hecho más de carencias y frustraciones que de logros, y de allí su vitalidad.
La Historia-historiografía, es decir, los hechos y su interpretación en nuestra tradición no hace más que continuar esta mitología de pueblos que no terminan de encontrarse a sí mismos, en una crisis de identidad reiterada y que tampoco terminan de alcanzar las metas que cada generación ha soñado.