lunes, 26 de marzo de 2007

Dos Dictadores

La buena literatura y el buen cine nos ayudan, sin lugar a dudas, a vivir y a comprender.
Recientemente he disfrutado de dos películas “La fiesta del chivo” (Dirigida por Luis Llosa, 2006) y “El último rey de Escocia” (Dirigida por Kevin Macdonald, 2006) que recrean a dos dictadores emblemáticos, Rafael Leonidas Trujillo de República Dominicana y a Idi Amín, dictador de Uganda.
Dos épocas y dos estilos diferentes pero que iguales son ambos dictadores, egolátricos, narcisistas, llenos de complejos y resentimientos y crueles. Con el tiempo y el poder absoluto terminan completamente paranoicos y desquiciados, como aquellos emperadores romanos de la decadencia.
Ambos dictadores son de origen humilde; ambos se hacen en el ejército y ambos están dotados de una fuerte voluntad y vocación de poder y ejercen este de manera absoluta, caprichosa y arbitraria. No respetan nada ni a nadie, las leyes son de ellos, igual que las instituciones y las personas, a estas las humillan y desprecian y de manera grotesca y enfermiza se asumen mesiánicos y predestinados.
El pueblo y el país se asumen como propiedad personal y se expresan a través de ellos. Trujillo se cree República Dominicana y por eso habla de la “era Trujillo” y a la capital le cambia el nombre y la llama “Ciudad Trujillo”. Idi Amin quien hace otro tanto, Uganda es él, que vino para salvarla y redimirla.
El que se opone debe ser eliminado, porque es un mal “hijo” que se opone al “padre”. El opositor al dictador es un opositor al pueblo, u opositor al país, como si el dictador lo fuera todo, casi un Dios. Su cara está en todas partes, sus pensamientos iluminan al pueblo y su presencia amenazante agota al país y pretende llenar de miedo a todos.
Estas figuras enfermizas e infames tienden a reproducirse de tanto en tanto, cuando los pueblos se enferman y extravían, afortunadamente a historia enseña que siempre se mueren, de una u otra forma y sus nefastos regímenes quedan como un mal recuerdo en la memoria colectiva.


Idi Amin quien, llegó a lo caricaturesco en su insania, con su pueblo hambriento y pobre, tuvo la ocurrencia de ayudar a otros países y a la próspera Inglaterra le envió tres toneladas de alimentos de ayuda; no hay duda que la locura no tiene límites y menos en estos ególatras, que llegan a creerse eternos y superiores, Yo el Supremo, la novela de Roa Bastos es un buen título para terminar este artículo sobre las dictaduras, el cine y la literatura.

lunes, 19 de marzo de 2007

La Mascarada Electoral


Las elecciones o el acto electoral han llegado a simbolizar la esencia de la democracia, ya que es el mecanismo a través del cual la sociedad se expresa y pronuncia sobre su sistema político y el gobierno que desea. Pero como ya lo apuntaba Aristóteles, todo sistema político puede corromperse y convertirse en su contrario y es lo que ha pasado en las llamadas dictaduras electorales y constitucionales; que es cuando un pueblo se corrompe y es manipulado desde el poder para que este se trate de perpetuar a través de medios pseudos-legales y pseudos-constitucionales.
Se arreglan las leyes y la constitución a conveniencia del amo del poder o de la élite dominante, y sobre un manto de aparente legalidad, un tirano o un gobierno despótico, somete a todo un pueblo a largos periodos de despotismo y silencio y mucha gente por temor o conveniencia lo acepta en un proceso de degradación colectiva cuyos efectos perversos se dejan sentir por mucho tiempo.
Estos tiempos oscuros son como enfermedades endémicas que tienden a repetirse y pobre pueblo y desgraciada generación que le toca sufrir esta desventura; afortunadamente la historia es fluida y en permanente proceso de cambio y estos regímenes tiránicos, tarde o temprano, caen y desaparecen, especialmente cuando la misma sociedad que los genera y engendra se da cuenta que se le está robando el futuro y el costo que se está pagando, en atraso e indignidad es muy alto. Como ninguna sociedad quiere suicidarse, terminan por sacudirse al tirano que antes habrían entronizado y adorado.
En Venezuela hemos tenido muchas elecciones y el pueblo venezolano llegó a creer en ellas; hoy por hoy ya no es así; han sido tantos los fraudes y trampas electorales; practicados tanto en la 4ta como en la 5ta; que hoy el desencanto es bastante general; especialmente en los dos últimos procesos con la fuerte presunción de fraude electoral por vía electrónica; que el ganador podía anticipar los resultados casi con precisión matemática.
Confiamos que en algún momento los venezolanos podamos recuperar la confianza en los procesos electorales, ello es indispensable para recuperar la confianza en la democracia. No va a ser fácil pero la democracia tendrá que recuperarse en algún momento como garantía de que estamos en el siglo XXI y no en tiempos anacrónicos superados por la historia; en donde un individuo pretende imponerle su voluntad a todos y perpetuarse en el poder, encerrando el pensamiento y la libertad en un espacio cerrado sellado por el miedo y la indignidad.
Las dictaduras electorales y constitucionales pueden tener una legalidad formal pero no son legítimas y en los sistemas políticos modernos, la legitimidad puede llegar a ser más importante que la legalidad, sustentada ésta en la fuerza del que domina.

lunes, 12 de marzo de 2007

América Latina 2007, II parte

Una época termina y comienza, como siempre sucede en la historia, simbolizada en la agonía de Fidel Castro y Augusto Pinochet; ideológicamente situados en las antípodas del espectro político, pero que parecidos en su concepción autoritaria-totalitaria de poder, absolutamente antidemocrática.En la actualidad, a la “izquierda” latinoamericana, diversa y diferente, como siempre hay que juzgarla por sus actos; desde un Lula y una Bacheletet, modernos, moderados y progresistas, hasta un Chávez, con su “revolución” verbal y su histrionismo desafiante y envalentonado, gracias a la chequera petrolera.
Evo Morales, Ortega y Correa, hay que esperar no tanto a lo que dicen, sino a sus actos. A nivel retórico todos son nacionalistas-antimperialistas, lo que en sí mismo no es tan malo, unos más que otros, populistas y demagogos y a nivel económico, no podía ser de otra manera, pragmáticos, con una fuerte tendencia al capitalismo de Estado.
La economía es una ciencia difícil y compleja y se juzga por sus resultados, en términos reales de crecimiento, desarrollo, redistribución y bienestar general; a la hora de la verdad, es lo que define el destino político de un gobernante, de su gobierno y del régimen. De acuerdo a este parámetro, Cuba es un desastre y Venezuela va por el mismo camino. Resulta paradójico observar como se gobierna en nombre de los pobres mientras aumentan el número de pobres. En la Unión Soviética, esta paradoja, no resuelta, acabó con el régimen; lo que empujó a los chinos, siempre pragmáticos en su tradición a idear su Estado con dos sistemas: totalitarios en política, capitalistas en su economía. El reto para la “izquierda” moderna es reconciliar libertad con justicia social; democracia con desarrollo. La historia continua, abierta, retadora y estimulante.
El camino hacia la libertad nunca se agota, igual que la lucha por la igualdad, la fraternidad, la paz y el bienestar; entre los seres humanos. El programa declarativo de 1789 sigue marcando el proceso político e histórico contemporáneo.

lunes, 5 de marzo de 2007

América Latina 2007, I parte

El análisis coyuntural, en tiempo mediático, tiene la dificultad de la urgencia y el corto plazo, además de los prejuicios, emociones e intereses del analista; todos elementos mortales para el análisis histórico.
Recuperada la visión de mediano y largo plazo, sin desestimar lo coyuntural; apreciamos en América Latina, un siglo XX, que ya puede ser interpretado, y esta primera década en proceso con signos y señales que permiten identificar fuerzas y tendencias con sus debilidades y fortalezas.
Nuestro tiempo histórico está signado por la aspiración universal a la democracia y al bienestar, cada país puede y debe ser evaluado al respecto y con ello las conductas colectivas, el comportamiento de las élites y los gobiernos.
A nivel teórico, casi todo está dicho con respecto a la teoría democrática, el desarrollo y el bienestar general; pero es en la “práctica”, en la realidad, donde la teoría se pone a prueba. América Latina en el siglo XX se debatió entre democracia y dictadura, reforma o revolución, el balance democrático y reformista tiende a ser positivo, aunque no suficientemente. No hemos superado las tentaciones autoritarias y totalitarias; Fidel Castro y Hugo Chávez son un buen ejemplo y el combate a la pobreza; el atraso y el subdesarrollo no termina de ganarse. A medio camino entre la modernidad y la premodernidad, América Latina vive tiempos históricos simultáneos y en conflicto y el proceso político es expresión cabal de ello.
En las décadas finales del siglo, tuvimos muy presente la respuesta dictatorial a nuestros problemas y reformismo timorato, que estancó nuestras economías e hizo aumentar la pobreza. Nuestras democracias, eran democracias débiles e ineficientes, que beneficiaron sólo a una minoría de nuestra población, de allí que la respuesta de “izquierda” no se hizo esperar: en 1998, los venezolanos eligen a Chávez; en el 2000 Chile elije a Ricardo Lagos; en el 2002 se elije a Lula en Brasil; en el 2003 a Kischner; en el 2004 a Tabaré Vásquez en Uruguay y en el 2006 se elije a Evo Morales en Bolivia; a Alan García en Perú; a Correa en Ecuador; a Ortega en Nicaragua; por 2ª vez, aunque no consecutivo a su 1º mandato y se reelige a Lula y a M. Bachelet, como sucesora política e ideológica de Lagos. Las excepciones fueron México, con Calderón, que le ganó a López Obrador, por un margen muy estrecho, que este consideró fraudulento y Colombia que reelige a Álvaro Uribe, comprensible por la guerra que allí existe y Paraguay que sigue anclado en su partidocracia tradicional, es decir, la “izquierda” cubre el continente, pero no cometamos el error de confundirlos.

jueves, 1 de marzo de 2007

América Latina 2007


El análisis coyuntural, en tiempo mediático, tiene la dificultad de la urgencia y el corto plazo, además de los prejuicios, emociones e intereses del analista; todos elementos mortales para el análisis histórico.
Recuperada la visión de mediano y largo plazo, sin desestimar lo coyuntural; apreciamos en América Latina, un siglo XX, que ya puede ser interpretado, y esta primera década en proceso con signos y señales que permiten identificar fuerzas y tendencias con sus debilidades y fortalezas.
Nuestro tiempo histórico está signado por la aspiración universal a la democracia y al bienestar, cada país puede y debe ser evaluado al respecto y con ello las conductas colectivas, el comportamiento de las élites y los gobiernos.
A nivel teórico, casi todo está dicho con respecto a la teoría democrática, el desarrollo y el bienestar general; pero es en la “práctica”, en la realidad, donde la teoría se pone a prueba. América Latina en el siglo XX se debatió entre democracia y dictadura, reforma o revolución, el balance democrático y reformista tiende a ser positivo, aunque no suficientemente. No hemos superado las tentaciones autoritarias y totalitarias; Fidel Castro y Hugo Chávez son un buen ejemplo y el combate a la pobreza; el atraso y el subdesarrollo no termina de ganarse. A medio camino  entre la modernidad y la premodernidad, América Latina vive tiempos históricos simultáneos y en conflicto y el proceso político es expresión cabal de ello.
En las décadas finales del siglo, tuvimos muy presente la respuesta dictatorial a nuestros problemas y reformismo timorato, que estancó nuestras economías e hizo aumentar la pobreza. Nuestras democracias, eran democracias débiles e ineficientes, que beneficiaron sólo a una minoría de nuestra población, de allí que la respuesta de “izquierda” no se hizo esperar: en 1998, los venezolanos eligen a Chávez; en el 2000 Chile elije a Ricardo Lagos; en el 2002 se elije a Lula en Brasil; en el 2003 a Kischner; en el 2004 a Tabaré Vásquez en Uruguay y en el 2006 se elije a Evo Morales en Bolivia; a Alan García en Perú; a Correa en Ecuador; a Ortega en Nicaragua; por 2ª vez, aunque no consecutivo a su 1º mandato y se reelige a Lula y a M. Bachelet, como sucesora política e ideológica de Lagos. Las excepciones fueron México, con Calderón, que le ganó a López Obrador, por un margen muy estrecho, que este consideró fraudulento y Colombia que reelige a Álvaro Uribe, comprensible por la guerra que allí existe y Paraguay que sigue anclado en su partidocracia tradicional, es decir, la “izquierda” cubre el continente, pero no cometamos el error de confundirlos. Una época termina y comienza, como siempre sucede en la historia, simbolizada en la agonía de Fidel Castro y Augusto Pinochet; ideológicamente situados en las antípodas del espectro político, pero que parecidos en su concepción autoritaria-totalitaria de poder, absolutamente antidemocrática.
En la actualidad, a la “izquierda” latinoamericana, diversa y diferente, como siempre hay que juzgarla por sus actos; desde un Lula y una Bacheletet, modernos, moderados y progresistas, hasta un Chávez, con su “revolución” verbal y su histrionismo desafiante y envalentonado, gracias a la chequera petrolera.