lunes, 30 de abril de 2007

Un nuevo proyecto nacional

Definitivamente el ciclo histórico del sigo XX venezolano se agotó con el propio siglo. 1936, 1945, 1958 ya es prehistoria; Betancourt se pierde en las brumas de la memoria colectiva, igual que J.V. Gómez. El siglo XIX apenas se recuerda y Bolívar es una presencia simbólica e ideológica de un tiempo venezolano en donde pasado-presente-futuro, se superponen y confunden. El actual gobierno, con pretensiones de régimen, que se inició en 1999, luce agotado y cada vez más ilegítimo por las farsas electorales que ha montado y el secuestro de casi todas las instituciones y poderes. De cara al futuro y como consecuencia del último sainete electoral (3D-06) el país urge a la oposición a reagruparse en torno a un nuevo proyecto nacional; que reivindique las conquistas democráticas del siglo XX y le dé un contenido social, verdaderamente moderno. Distribuir de manera irresponsable y corrupta la cuantiosa renta petrolera no es ninguna acción de gobierno progresista; prometer ilusiones e ilusionar a la gente, especialmente a los que vienen en permanente necesidad, no es ninguna política de Estado; es más de lo mismo; lo peor de la 4ta reproducido en abundancia en la 5ta. Entonces de lo que se trata es de elaborar un nuevo proyecto nacional, amplio, moderno, plural, democrático, a eso está llamada la oposición democrática y también sectores democráticos del gobierno.
La historia nos habla de un proceso político, siempre traumático y que vive de fracturas; ojala logremos rescatar el sentido evolutivo y progresista de la acción política.
Necesitamos reconstituir partidos y liderazgos y elaborar con sentido creativo un plan nacional consensuado, en el corto, mediano y largo plazo, que nos permita superar de manera definitiva nuestra perversa dependencia de la renta petrolera.
Hay que acceder definitivamente a la plena modernidad; a lo que significa hoy un país y una sociedad moderna y desarrollada.

lunes, 23 de abril de 2007

La irracionalidad derrotada

La historia, a pesar de todo, tiende a ser racional.
Regímenes irracionales, como el de Corea del Norte y el de Irán, son obligados a la racionalidad, por las buenas o por las malas. El primero ya lo entendió; falta el segundo. Existe como una física del poder, que siempre termina por imponerse. La política internacional la imponen los “grandes” y siempre ha sido así. Sólo un insensato “tropical” lleno de petrodólares, no lo ha entendido, hasta que la cruda realidad de los hechos, se imponga.
El imperio “contraataca” y lo hace con éxito y lo hace con su arma más poderosa, la economía.
Hace negocios con Brasil, utilizando el etanol; beneficia a Uruguay, con ayudas y ventajas comerciales y con el resto del continente sigue demostrando que es el socio principal en este “negocio” que no es otra cosa la política exterior.
El “llanero solitario” sigue en su camino suicida y sin retorno, apostando a una satrapia del Caribe, política y económicamente fracasada y a dos países, como son Siria e Irán con una dictadura dinástica la primera y una anacrónica teocracia la segunda.
Su política de “regalos” se derrumba; mientras Rusia nos vende armas y China se declara capitalista sin retorno, con su apuesta por la propiedad privada, el mercado y el libre comercio. Sólo el iluso no logra darse cuenta de la realidad. Con su Asamblea ociosa y soñolienta; con las instituciones del poder público secuestrado y un país que empieza a despertar de su letargo y complicidad. Prometer y hablar ya no es suficiente.
Los sueños, sueños son, Miraflores no se convirtió en sede universitaria ni la Casona en escuela; como irresponsablemente se prometió. La economía del pueblo no está bien, aunque la de la “boliburguesia” marcha muy bien.
La deslegitimación progresiva del régimen es evidente e inocultable; con todo y la avasallante propaganda y el caricaturesco culto a la personalidad.
La historia no es irracional, aunque de tanto en tanto ciertos individuos, sucesos y acontecimientos nos inviten a pensar lo contrario, por aquello de la racionalidad de la irracionalidad”. El tiempo pasa y el país se mueve.

lunes, 16 de abril de 2007

Cuando fracasa un Presidente


“Sólo yo puedo gobernar este país” frase del Presidente Chávez que denota una vanidad enfermiza y una desconsideración total hacia el resto de los venezolanos. El Presidente está equivocado, si algo es intercambiable y sustituible son los liderazgos, a menos que sigamos creyendo en esa tontería teórica del “líder carismático” como si de religión se tratara. Estamos situados en lo social concreto, en la economía y en la política y aquí lo que se necesita es lo que funciona y resuelva problemas. En este sentido el Presidente se extravió y perdió su oportunidad. Venezuela sigue acumulando y multiplicando pobres. La calidad de vida del venezolano común es baja y precaria: desempleo, inseguridad y servicios deplorables. El “asistencialismo” de las “misiones” es un paliativo no una solución. Son “planes de emergencia” y la pregunta es: ¿hasta cuándo esta emergencia que dura ya ocho años largos, y en plena bonanza petrolera?
El Presidente se equivocó y está fracasando. Su articulación exitosa con la sociedad venezolana de 1998 ya no existe. El líder emergente que era democrático y popular ya no existe. Hoy lo que vemos es un líder que habla mucho y hace poco, aburguesado en trajes y kilos, sigue empeñado en una política suicida; tonto útil de diversos gobiernos que se aprovechan; su política económica nos lleva al despeñadero y su política social, necesaria y oportuna, naufraga en la ineficiencia y la corrupción.
Los pueblos cometen errores pero si se equivocan no se suicidan y siempre terminan cansándose de liderazgos que se agotan en sí mismos. A nadie en su sano juicio le interesa que un Presidente fracase, los costos los pagamos todos; pero frente al fracaso real sólo caben nuevos liderazgos y políticas más inteligentes y eficientes. No sólo no es verdad que sólo Chávez sirve para Presidente, sino que esta sociedad tiene miles de ciudadanos capaces de ocupar dignamente cualquier cargo, incluida la presidencia mucho más preparados y menos egolátricos que el actual habitante de Miraflores y el futuro se encargará de demostrarlo.

lunes, 9 de abril de 2007

Debate Ideológico

Sin debate ideológico no hay políticas ni avance social y económico. En Venezuela discutimos mucho pero para imponer nuestras ideas. No hay verdadero debate ni mucho menos diálogo.
El Presidente proclamó a Jesús socialista; el Padre Ugalde lo rebatió con argumentos y la respuesta fue la descalificación personal.
El socialismo siglo XXI es un debate abierto pero sin argumentos racionales. La opinión oficial s que hay que inventarlo y ya. El socialismo real y el propio Marx quedan obviados. Y así con todo, si discrepamos, somos escuálidos y golpistas. El antiimperialismo verbal de nuestro presidente es proverbial; frente a los errores y desaciertos gubernamentales, el responsable es el imperio.
En el país tenemos políticos pero no hay política. Cualquier intento de diálogo-debate sobre cualquier tema naufraga en la confrontación, en la amenaza y en la descalificación. Es urgente recuperar la política y el debate; algunos lo intenta, pero sin mucho éxito; particularmente a través de algunos medios impresos y tímidamente en algunos medios académicos.
La Iglesia particularmente ha insistido en la necesidad de diálogo, un diálogo de buena fe y sustentado en el respeto mutuo.
El país no se agota en el enfrentamiento de dos minorías gobierno-oposición; la realidad social y cultural de la gente, de la mayoría de los venezolanos, es mucho más amplia, diversa y tolerante.
Al fin de cuentas todos compartimos los mismos temores, los mismos problemas y la misma esperanza.
Frente a la escalada de precios, carestías crecientes; inseguridad y crisis en los servicios todos nos identificamos. No se trata de intereses particulares sino de intereses generales y la política y el debate ideológico trata precisamente de eso, el bien común y no el bien o el interés de una parcialidad o de una persona.

lunes, 2 de abril de 2007

El disfraz

Se dice una cosa y se hace otra, problema fundamental en nuestra sociedad, que nos vuelve cínicos, “caraduras”, irresponsables y en el fondo esquizofrénicos.
Dice el psicólogo Axel Carriles: “los dobles mensajes mantienen a las personas desorientadas y esto rompe con la función critica y no se puede diferenciar la verdad de la mentira”. Esta doble moral se traduce en un doble discurso, manipulador y perverso.
Fidel cuando se declaró comunita, confesó que siempre lo fue, pero que no podía decirlo, porque de lo contrario nunca habrían salido de la Sierra y nunca habrían tomado el poder. Utilizó a Martí como antifaz para esconder sus verdaderas intenciones.
Igual ha pasado con Bolívar; es una excusa para disimular o esconder las verdaderas intenciones.
En política es casi axiomático mentir y el más mentiroso es el más alabado: que lejos estamos de aquello de “la verdad os hará libre”. En Venezuela tenemos que convertir en valor político ser veraz y asumir nuestras responsabilidades. Más que nunca estamos urgidos de una “ética de la responsabilidad” en todos los niveles y en todo momento. Que desafortunados fueron Teodoro, Rosales y Borges cuando prometieron una victoria sin estar convencidos de ello.
Nuestro Presidente es un experto en disfraces y simulación, es un verdadero “actor” lamentablemente no estamos hablando ni de teatro, ni Tv, ni cine; sino de la dura realidad nacional que necesita líderes más auténticos y una sociedad menos cómplice y genuflexa.
Dice el mismo Axel Carriles “pícaro no se enfrenta al poder, no lo confronta, sino que simplemente se adapta al poder sin seguirlo”. Estamos viviendo la política básicamente como emoción infantil y morbosa “que se distingue por el juego del disfraz y la burla, del escándalo, del desprestigio y la descalificación” según dice el psiquiatra Luis José Uzcátegui.
Esta “revolución desde arriba” lo que pretende en el fondo es convertirnos a todos en “menores de edad”; como a la sociedad cubana, mientras el “líder” piensa y decide por nosotros, en su rol de padre y benefactor, creo que así se llamaba al tirano Trujillo y a nuestro montaraz J. V. Gómez; padre y padrote de la patria.