El capitalismo fue el verdadero 
creador de la democracia moderna, aunque hoy se haya constituido en el 
principal obstáculo para su desarrollo, ya que ha privilegiado la 
categoría libertad en detrimento y desmedro de la igualdad. Hoy sabemos 
que libertad e igualdad son términos indisolubles y complementarios, 
ambos necesarios para poder definir un verdadero sistema democrático.
La teoría política democrática descansa sobre una serie de principios
 que la humanidad ha ido conquistando, que cuajan y se definen de manera
 categórica en el siglo XVIII, cuando se descubre y define la categoría 
pueblo, que pasa a ser la referencia democrática por excelencia y la 
fuente de donde emanan todos los poderes y a partir de la cual se 
elaboran todas las leyes.
A partir de entonces se identifica e individualiza a la persona como 
ciudadano de una nación y se le ampara y protege frente al poder 
arbitrario del Estado. La ley se encumbra por encima de toda otra 
institución o persona en ejercicio del poder. Con ello se busca 
controlar el poder y orientarlo en beneficio de todos.
“El principio inherente a la democracia es la igualdad y su 
consecuencia debe ser el esfuerzo del Estado para minimizar las 
diferencias entre los hombres”, expresaba Alexis de Tocqueville 
observando a la sociedad norteamericana.
En democracia el poder debe ser difundido y compartido para que el 
pueblo sea el principal protagonista y beneficiario del sistema, tal 
como lo asentaba Lincoln en su discurso de Gettysburg: la nación tiene 
que ser concebida “en la libertad y consagrada a la idea de que todos 
los hombres son creados iguales”, para que así prevalezca “el gobierno 
del pueblo, por el pueblo y para el pueblo”.
En los últimos dos siglos se ha avanzado mucho en la conquista de la 
libertad política y jurídica, aunque no tanto a nivel económico y 
social. El socialismo viene a ser el corolario natural de la evolución 
histórica de la democracia, la superación dialéctica del capitalismo en 
aras de una mayor libertad y de una garantía cierta de justicia social. 
Lamentablemente, el socialismo histórico terminó negándose a sí mismo.
martes, 26 de noviembre de 2013
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