sábado, 2 de noviembre de 2019

El complejo del gallo KIKIRIKI (que creía que el sol salía porque el cantaba)


Es lo que le ha pasado a los dirigentes de la oposición venezolana en estos 20 años. No terminan de entender que el régimen terminó siendo una estructura y un sistema castro-comunista "gestionado"desde Cuba. Que la institución militar terminó siendo una institución política al servicio del régimen y cuya cúpula se cohesiona por intereses económicos corporativos compartidos. Que pese a sus diferencias, y las hay y muchas, la cúpula de poder se cohesiona en torno a la conservación del poder como un fin en si mismo, para conservar sus privilegios, más allá del proyecto ideológico. Desde el poder (el Estado) se ha estructurado una nueva economía de apropiadores de renta (que en el Estado petrolero siempre fue así) pero que ha agregado el narcotráfico y todas las cadenas de corrupción a todos los niveles y que ha permeado fuertemente al sector empresarial y oposición. La oposición (o parte importante de ella) forma parte del mismo esquema de intereses y por consiguiente sólo piensa en incorporarse y asociarse, de allí la obsesión electoral además de las obsesivas y enfermizas candidaturas. La oposición, ni unida ni cohesionada, está lanzada mayoritariamente a la co-habitación. El drama es que todo esto ocurre en un escenario de desastre interno generalizado y un escenario internacional que se diluye en la dinámica de otras urgencias. Trump sólo piensa en su reelección. Los latinoamericanos en sus crisis particulares y los europeos, como mejoran sus negocios en esta otra orilla del Atlántico, Cuba incluida. Al respecto, lo de España es vergonzante, los reyes visitando Cuba y Banco Central del reino "lavando" dinero. Estamos solos (cada país a lo suyo) y en la oposición, ni aprenden, ni enmiendan. Ahora muchos sólo piensan en la"economía del dólar" mientras la mayoría sigue en la economía del dolor. Los partidos, como pequeñas tribus, siguen creyéndose el Kikiriki.

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