miércoles, 1 de marzo de 2006

El Séptimo Sello

Película fundamental ‘en’ la filmografía del gran director sueco I. Bergmann, transcurre en el siglo XIV, durante la gran tragedia de la peste negra y que asoló y despobló al continente europeo, a pesar de la aflicción general y del final trágico, el amor está presente y la esperanza no muere, la condición humana no es otra cosa que, una dialéctica trágica entre trascendencia e inmanencia. Ser y tiempo son las líneas fronterizas y los límites definitorios de toda existencia. El ser humano lo arriesga todo, pero la verdadera y definitiva pérdida es cuando trafica con su dignidad y claudica en su libertad. Los dos personajes emblemáticos de la película, caballero y escudero, se salvan, humanamente hablando, porque mueren preservando dignidad y libertad, básicamente en unas escenas antológicas, al comienzo y al final de la película. Cuando la muerte, que preside y domina el comienzo y el final se presenta el caballero, sin miedo le dice “puesto estoy, el espíritu es fuerte, aunque la carne es débil” y desafiante invita al terrible e inoportuno visitante a jugar ajedrez.

Al final de la película otra vez la muerte anunciando que el plazo se venció y ante la protesta del escudero lo manda callar, es decir a asumir el destino fatal inevitable y el escudero altivo le contesta, “presto callo pero seguiré protestando” y es que la condición humana, finita y débil, puede trascenderse a sí misma si tenemos el coraje y la lucidez de nuestra dignidad y libertad.

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