No conozco a Henry Falcón, gobernador de Lara e ignoro su futuro político, pero su carta al presidente destila libertad y dignidad (El Nuevo País, martes 23-02-2010). En un régimen de cómplices y aplaudicantes y en una sociedad enferma casi paralizada por el temor y el miedo, esta carta es oportuna y clara, respetuosa pero sin concesiones. El autor se declara de izquierda y en total identificación y apego a la Constitución. Su reclamo es directo: “La relación entre un jefe de estado y los gobernadores y alcaldes, no puede limitarse a la emisión de instrucciones u órdenes sin la mínima oportunidad de que podamos confrontar puntos de vista, analizar los pro y los contra de determinadas iniciativas y revisar o revocar decisiones, que luego de su ejecución, resultan dañinas o inconvenientes al interés de la región o del país”.
El jefe de estado no es un dios, ni un monarca absoluto, apenas un magistrado temporal obligado a rendir cuentas. En el mejor de los caso es un servidor público, a quien se le exige honestidad, competencia y responsabilidad. El gobierno debe ser un equipo de iguales y las instituciones deben ser autónomas. Es lo que le dice Henry Falcón al presidente desde una posición principista. “Creo en una democracia horizontal, participativa, abierta, cargada de garantías y oportunidades”.
El gobernador igualmente se deslinda del partido oficialista y sus razones son directas y precisas. “El PSUV ha sido minado por la burocracia, la ausencia de discusión, el clientelismo, el grupalismo, y un malentendido concepto de lealtad”. Como nos lo recuerda Teodoro Petkoff (Tal Cual miércoles 24-02-2010) citando a Stalin, dictador soviético “El partido se fortalece depurándose” es lo que han repetido en coro desde el sector oficialista. Es la vieja historia del partido totalitario, fascista, nazi o comunista, que en el fondo es lo mismo.
Los venezolanos debemos leer y aprender de esta carta, profundamente cívica y republicana, llena de dignidad, en un momento en donde la ignominia y la indignidad de muchos marcan dolorosamente estos tiempos oscuros.
El jefe de estado no es un dios, ni un monarca absoluto, apenas un magistrado temporal obligado a rendir cuentas. En el mejor de los caso es un servidor público, a quien se le exige honestidad, competencia y responsabilidad. El gobierno debe ser un equipo de iguales y las instituciones deben ser autónomas. Es lo que le dice Henry Falcón al presidente desde una posición principista. “Creo en una democracia horizontal, participativa, abierta, cargada de garantías y oportunidades”.
El gobernador igualmente se deslinda del partido oficialista y sus razones son directas y precisas. “El PSUV ha sido minado por la burocracia, la ausencia de discusión, el clientelismo, el grupalismo, y un malentendido concepto de lealtad”. Como nos lo recuerda Teodoro Petkoff (Tal Cual miércoles 24-02-2010) citando a Stalin, dictador soviético “El partido se fortalece depurándose” es lo que han repetido en coro desde el sector oficialista. Es la vieja historia del partido totalitario, fascista, nazi o comunista, que en el fondo es lo mismo.
Los venezolanos debemos leer y aprender de esta carta, profundamente cívica y republicana, llena de dignidad, en un momento en donde la ignominia y la indignidad de muchos marcan dolorosamente estos tiempos oscuros.
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