sábado, 18 de septiembre de 2010

El futuro como incertidumbre

Vaticinar el futuro es una necesidad pero nadie renuncia a intentar anticiparlo. En el escenario político nacional el año en curso fue visualizado por Shimon Peres, presidente israelí, como el año del derrumbe de los gobiernos de Irán y Venezuela, quizás porque en su horizonte mental y en función de los intereses isralíes es de desear que esto suceda. En la misma dirección se pronunció la prestigiosa revista TIME quien pronosticó para este año la muerte del dictador cubano Fidel Castro y la caída de las dictaduras de Irán y Venezuela. En este intento por anticipar el futuro casi siempre lo que hacemos es proyectar nuestros deseos y de alguna manera asumimos unas probabilidades con cierto asidero en la realidad. En el caso venezolano, más allá de nuestras expectativas y deseos y más allá de los imponderables del escenario internacional y nacional lo único real y objetivo es el proceso electoral del 26 Septiembre para renovar la Asamblea Nacional, proceso electoral a través del cual las diversas oposiciones al actual gobierno y en general los descontentos con el mismo pudieran intentar cambiar la correlación de fuerzas existentes y por vía democrática frenar este insensato e irracional proyecto de poder autocrático en desarrollo franco hacia la dictadura abierta y un amenazante totalitarismo castrocomunista.
A los venezolanos de buena voluntad y en general a toda la sociedad en su conjunto no importa cuales sean sus intereses particulares no le queda otra alternativa pacífica y democrática que el voto y la vía electoral para proteger y garantizar el desarrollo de nuestra imperfecta democracia, la mejor herencia que nos dejó el siglo XX para encarar el futuro en la perspectiva de una sociedad recuperada en la convivencia y el respeto mutuo para reasumir plenamente la política como diálogo fecundo y concertación necesaria en un proyecto compartido de sociedad y país. La cifra mágica para la oposición es elegir por lo menos 56 diputados que rompan con la mayoría absoluta oficialista y obliguen al gobierno a negociar en el marco de la Constitución de allí que en la perspectiva de un optimismo razonable la oposición incluida la disidencia del chavismo pudiera aspirar entre 50 y 70 diputados, es una posibilidad real y ojala así lo entendamos una mayoría que en este momento tenemos la gran responsabilidad no de favorecer a un partido en particular sino proteger la democracia venezolana y el necesario equilibrio d
e poderes en donde el propio sector oficial tendría un importante papel a desempeñar.

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