Aunque
creamos lo contrario la realidad nunca es conservadora y los
políticos y la política no terminan de entenderlo. La realidad del
mundo se mueve hacia adelante. Sociedad, ciencia, cultura se van
configurando en la dinámica de la nueva sociedad del conocimiento
mientras que en la política seguimos anclados en el anacronismo de
izquierdas y derechas, una manera cómoda de evadirse hacia un pasado
mítico que nunca existió o un futuro irreal que tampoco existe. Se
vive de ilusiones, escapismo y evasiones que terminan en un discurso
vacío que ni convencen ni movilizan. De allí la necesidad de
re-inventar la política desde el ciudadano real y la sociedad real y
no desde las diversas marginalidades que la propia sociedad genera y
mucho menos desde la “fotografía” de las encuestas, normalmente
sesgadas y manipulables, sin menoscabo de reconocer su utilidad y
niveles de objetividad necesarios para el análisis. En política el
problema de fondo no es el poder, sino a que valores responde y sirve
el poder y a quien sirve el poder en este sentido desde 1948 y mucho
más en este siglo XXI, la doctrina esencial del poder y el gobierno
es el respeto absoluto a los Derechos Humanos. Igualmente el gobierno
deja de ser un asunto solamente técnico y debe asumirse también en
la perspectiva de la ética. Estado y gobierno no son entelequias
jurídicas y mucho menos estructuras vacías sino instituciones
formadas por personas concretas al servicio de los seres humanos.
La
política ya no solo es sobre ideales e imaginarios sino discurso y
acción sobre lo “real en transformación” y eso obliga a asumir
la política como “actividad inteligente” que discuta sin dogmas,
sin pre-juicios y sin ideas pre concebidas, de no ser así la
política termina aburrida, repetitiva y sin interés para la
mayoría. La política para que sea interesante y útil, tiene que
entenderse y asumirse como una actividad pensante y no reducirse a un
simple activismo electoral o a una organización burocratizada de
funcionarios del partido, que en algún momento aspiran convertirse
en funcionarios del gobierno.
La
política debe generar permanentemente respuestas inteligentes y
creativas frente a la realidad- real en permanente proceso de
exigencia y cambios y en contextos de complejidad e incertidumbre
crecientes.
La
realidad no es de derechas ni de izquierdas.
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