sábado, 27 de febrero de 2021

Llanerías y Vegueros. De Carlos Gómez de la Espriella

 


 

Vale la pena ver estos 4 documentales de Carlos Gomez de la Espriella, llanero de Valle de la Pascua, egresado de la Universidad de los Andes. Carlos se ubica con talento y profesionalismo en la gran tradición documentalista del cine, de hecho su marca de nacimiento con el llamado CINE-OJO como registro visual de la realidad, en todo sentido.
En este caso, el interés es la Venezuela Profunda, de la que se habla y no se conoce.
El paisaje siempre presente, pero el interés se centra en el habitante, personas de trabajo duro y condiciones adversas casi siempre.
Trabajos y costumbres ancestrales, en el duro bregar del día.
El VEGUERO del ORINOCO (para mi una novedad absoluta) y el llanero y su familia, vestigio de la trashumancia ganadera y todos sus oficios y tareas, desde el pastoreo y el ordeño al domador y el gallero. En esas inmensidades, se detuvo el tiempo y la deuda del Estado Venezolano y en alguna medida de la propia sociedad, es grande.
Casi la mitad del país, al Sur, después de dos siglos de creada la República sigue casi incomunicada y en descuido, a pesar de todas sus potencialidades económicas y de progreso.
Con estos documentales, Carlos nos ilustra e interpela, sobre unos venezolanos y sus querencias y carencias, que van más allá del costumbrismo y el folklore.
El país-vitrina-petrolero y prospero, resultó un espejismo y una fantasía, una lotería despilfarrada y robada por unos pocos.
El liquiliqui de "boutique" y el sombrero pelo e'guama no aparece en ninguna imagen de los cortometrajes, porque en el llano no viven los pocos que quizás, "vivan" del trabajo del llanero.
El llanero y el veguero que nos muestra Carlos, es gente trabajadora, humilde y sufrida y sus familias, de niños sin escuelas y oportunidades, cuyo destino, es"repetir" la vida dura de sus padres o el éxodo obligado para engrosar la pobrecía de nuestras ciudades.
Gracias a Carlos y sus documentales por mostrarnos la "Otra-Venezuela" que es real, pero nos empeñamos en no ver.
Como sociedad, tratamos de evitar "lo-feo" hasta que "lo malo" nos alcanza, como ha sucedido en estas últimos años. La empatía del documentalista es evidente, hacia su gente y su tierra,no esconde penurias y necesidades, pero no los humilla.

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