lunes, 5 de abril de 1999

Dictadura y Anarquía



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         Bolívar está atrapado en su proyecto más ambicioso; es un prisionero de la Gran Colombia, hasta llegar a negarse a sí mismo, cuando en el año 28, después de la Convención de Ocaña, instaura una dictadura de corte reaccionario.  Su gran adversario fue Santander; todavía hoy continúa la polémica más allá de toda objetividad.







         Bolívar enfermo del cuerpo y del alma, vive su agonía política y humana, le escribe a Briceño Méndez: <>.







         Quizás tenga razón Gil Fortoul cuando afirma que Bolívar realmente murió en 1828.







         La tentación monárquica fue permanente entre la clase dirigente, formaba parte de sus tradiciones y costumbres, de su psicología y cultura, además respondía a una necesidad de orden y estabilidad.  Bolívar fue tentado con esta idea, sin rechazarla de manera absoluta, nunca la considero realizable.  Se inclinó siempre por un poder ejecutivo fuerte, una Presidencia vitalicia, de hecho una monarquía sin corona.  Lo importante era evitar el caos, la anarquía, la guerra civil.  Lograda la Independencia, el problema era organizar a las nuevas repúblicas y la mayoría pensaba que era necesario un gobierno fuerte y centralizado.



          La discusión era estéril y extemporánea.  Los hechos estaban decretando la disolución de la Gran Colombia.  Los intereses en conflicto así lo querían.  Las pasiones se desbordaron y se personalizó en Bolívar todo el odio y la maledicencia de la pasión política.  El Libertador es condenado al ostracismo; en Valencia y en Puerto Cabello, con el auspicio del gobierno de Páez, se propone que el nombre de bolívar <>.







         Su viaje a la eternidad lo inicia Bolívar el 1° de Marzo de 1830.  Entrega la Presidencia y en Agosto se encuentra en Cartagena rumbo al exilio.







         El 4 de Junio, muere asesinado Sucre, tenía 35 años.  Era el único con méritos y condiciones para suceder a Bolívar.   Los conspiradores de Septiembre del 28, que habían fracasado en su intento de asesinar a Bolívar, logran su objetivo con Sucre.  Héroe y tragedia siempre van de la mano; muerto uno, agonizante el otro, la historia siempre termina en drama y biografía.








         En septiembre del año 30 escribe Bolívar al Ministro Vergara:  <  Yo estoy aquí renegando contra toda mi voluntad, pues he deseado irme a los infiernos por salir de Colombia>>.







         El 1° de Diciembre llega por mar a Santa Marta, es un moribundo.  En sus delirios exclamaba: <>.  Le dice al Obispo de Santa Marta: <>.  Interroga al médico que le atiende: ¿qué vino a buscar a estas tierras?.







         El 10 de Diciembre hace el testamento.  Muere el 17, a la 1:00 de la tarde.  Los funerales fueron el día 20 y fue enterrado en la Catedral, donde permaneció por 12 años, hasta la repatriación honrosa de sus cenizas, a su ciudad natal, ya convertido en mito.







         El 21 de Enero llegó la noticia de la muerte del Libertador a Maracaibo; el gobernador la transmite al gobierno central en los siguientes términos:  <  Trae por noticias la confirmación de la suerte del general Bolívar en la villa de Soledad, Provincia de Cartagena, de cuyo acontecimiento no hay ya la más pequeña duda, pues todos los informes y noticias sobre el particular son cónsonos. Un acontecimiento de tanta magnitud y que debe producir bienes innumerables a la causa de la libertad y al bien de los pueblos, es el que me apresuro a comunicar al Gobierno por el conducto de US, y por medio de un oficial que solo lleva esta comisión.  Bolívar, el genio del mal, la tea de la discordia, o mejor diré el opresor de su patria, ya dejó de existir, y de promover males que refluían siempre sobre sus conciudadanos.  Su muerte, que en otras circunstancias y en tiempo del engaño pudo causar el luto y la pesadumbre de los colombianos, será hoy sin duda el más poderoso motivo de sus regocijos, porque de ella dimana la paz y el avenimiento de todos.  Qué desengaño tan funesto para sus partidarios, y qué lección tan imprevista a los ojos de todo el mundo, al ver y conocer la protección que por medio de este suceso nos ha prestado el Supremo Hacedor!  Me congratulo con US, por tan plausible noticia>>.



         ¡Qué endeble es la gloria humana y qué injusto el juicio de los hombres!



         Una vez más la justicia fue póstuma y el héroe agoniza en soledumbre.







         Termina Gil Fortoul:  <  Les dejó de herencia dos cosas perdurables; el ejemplo de su vida y el resplandor de su genio>>.

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