martes, 10 de noviembre de 1998

Cultura y religiosidad popular


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El 18 de noviembre el zuliano festeja su máximo acontecimiento religioso del año: el día de la Chinita. culto popular y fiesta del pueblo, que define e identifica a nuestra colectividad regional. “Un pueblo es siempre en la realidad algo de lo que expresa su mundo de ideales trascendentes. Conocer la religión, los mitos, los ritos, los demonios de un pueblo significa llegar a conocer su alma y su cultura en el sentido más hondo”. En consecuencia estudiar el culto a la Chinita es ahondar en el alma zuliana y adentrarse en la identidad profunda del marabino, es decir en su historia.
La Iglesia Católica se Introduce en América en el siglo XVI como un instrumento adicional de colonización, quizás el más Importante a largo plazo; lo hace como una religión misionera y oficial que se superpone a los cultos y religiones indígenas.
Durante el siglo XVI y XVII esta religión católica se enriquece a través de un proceso sincrético que la convierte en una religión popular sin dejar de ser Iglesia oficial y nutre los ritos, símbolos y tradiciones de la fe popular, siendo su vigor tan acentuado y original que en el siglo XVIII ayuda a definir la primera manifestación cultural auténticamente americana: el barroco. El culto a la Chinita forma parte de ese proceso y se ubica en el siglo XVII, quizás como el primer culto local genuinamente americano, como expresión real y simbólica de la nueva sociedad que se ha fraguado a orillas del Lago.
Según la tradición (Padres Dominicos. De Pons y Aristides Rojas), el culto tiene un origen netamente local, aunque existan antecedentes y probables influencias foráneas como por ejemplo el culto a la Chiquinquirá en los Andes de Cundinamarca, aparentemente anterior al culto marabino: de allí que se hable en estos autores de lienzos o imágenes preexistentes al milagro de la aparición de la Virgen, mientras que en la tradición netamente “maracucha” que recoge Juan Besson y que en cierta forma acepta la Iglesia, se habla de una lavandera y una tablita arrojada por las aguas del Lago. “Una lavandera se hallaba a orillas del Lago ocupada en lavar su ropa, cuando observó que las olas acercaban a sus pies una tablita, que ella empujaba de nuevo hacia el Lago. Ante la insistencia de la tablita que regresaba a la orilla. la tomó destinándola desde el mismo momento para tapar el matón (tinaja grande con agua para beber) de su casa.
Llega a su choza e inmediatamente coloca la tablita como tapa sobre su depósito de agua. Al día siguiente le llama la atención repetidos golpes que oye sobre el matón y ve que la tabla se Ilumina con luces deslumbrantes y que en ella aparece la Imagen de la Virgen de la Chiquinquirá con San Andrés y San Antonio a los lados” (J. Besson, Historia del Estado Zulia. T. 1 Pg. 166).
Para el culto es muy importante el origen lacustre de la imagen y a partir de alli se desarrolla todo un ritual propio que con el tiempo expresa e Identifica cada vez más la identidad regional, es decir, el proceso real es asumido a nivel simbólico y expresado como creencia religiosa. La cultura vive slemprc deseo de alcanzar una síntesis definitiva entre sus componentes en conílicl (L. Kolakowskl). Igualmente las creencias mágico/religiosas actúan como canismos de legitimación social del poder y por ende Implican un sometimie] al mismo tiempo que posibilitan una cultura de la resistencia del pueblo, sus tradiciones y esperanzas. Esta dualidad, contradictoria y dlaléctlca defir y limita el fenómeno religioso, en este caso el culto a la Chinila es una sínte cultural regional, una expresión del proceso histórico y el conflicto fundamen entre dominados y dominadores.
En el siglo XIX con la Independencia entran en conflicto la Iglesia Católica y la Sociedad Nacional no así los cultos populares, que se afianzan y ayudan a definir la nueva consciencia nacional; la religión católica ha sido una poderosa fuerza modeladora del comportamiento Individual y social’ y su núcleo ético simbólico. La consciencia nacional se fragua en torno a unas creencias, ritos y tradiciones que llegan a representar la verdadera comunidad espiritual de nueva nación.
El culto a la Chinita en el siglo XIX y XX se configura ya como un culto oficializado y por ende peligrosamente manipulable pero Igualmente como un culto popular en donde toda la carga de fe y esperanza del pueblo zuliano se pone de manifiesto. A través de él, se expresan e identifican rasgos fundamentales del ser colectivo: el origen multlétnico, el culto hispano y la ritualizaclór indígena y africana, en donde la música ha pasado ajugar un papel fundamen tal, música convertida en gaita, que arropa las festividades y se prolonga durante todo el resto del afio, creando ese “color local” irrenunclablemente marabino. La Chinita y Maracaibo son inseparables y su culto y festividades se han convertido en un punto de encuentro de la zulianidad.

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