sábado, 22 de julio de 2017

Una revolución reaccionaria


La historia no se repite, pero el hombre siempre se repite a sí mismo, escribía Tucídides; especialmente en la historia política, escenario privilegiado de los intereses y las ambiciones, la lucha por el poder, como magistralmente lo vio y lo describió Maquiavelo.

En Venezuela, los últimos años han sido abundantes en locuras y confusiones, desde una democracia declinante o democracia boba hasta una revolución reaccionaria que se hizo para oprimir y establecer una nueva hegemonía, en términos de Marx diríamos, una nueva burguesía.

Estas llamadas crisis políticas son cíclicas, básicamente expresan un reacomodo de élites y siempre con el sacrificio de la mayoría.

La corrupción fue y es la marca dominante del sistema, así como la ineficiencia y la incompetencia tienden a calificar a nuestros gobiernos.

En un país petrolero, como el nuestro, la llamada primitiva acumulación capitalista no fue y no es otra cosa que la apropiación de la renta petrolera por una minoría dominante, siempre cercana o asociada a los partidos gobernantes. En todo nuestro siglo petrolero siempre ha sido así, en términos gráficos se puede hablar de los ricos que produjo el gobierno de Juan Vicente Gómez y sus herederos Lopez, Medina y Pérez Jimenez. Igualmente están lo ricos surgidos de los gobiernos de AD y COPEI, así como los ricos del chavismo. Esta apropiación brutal de los recursos del país casi siempre ha sido acompañada por la demagogia y el populismo y el militarismo que no termina de desaparecer de nuestra historia

1998-2016: “Una revolución” reaccionaria

La Historia es impredecible y llena de sorpresas, Hegel hablaba de las ironías de la historia, otros autores destacan los pequeños detalles que desencadenan importantes acontecimientos y Gian Battista Vico hablaba de ciclos pendulares “corsi e ricorsi”. Como sea, la Historia no es predecible, y para Kant predecir es de necios, racionalmente solo es posible una sabiduría retrospectiva, conocemos y comprendemos realmente cuando las cosas ya han ocurrido y es por ello este intento teórico de tratar de entender estas últimas tres décadas de historia nacional.

Particularmente intensa ha sido nuestra historia reciente, desde la candidatura exitosa de Chávez y su ascenso al gobierno, tan llena de palabras y violencias, en donde la ilusión se vendió como esperanza y la ambición y la codicia se disimularon con buenas intenciones. En lenguaje de Marx podemos decir que esta fue una revolución reaccionaria, que predicó un futuro que ya era pasado y secuestró el nombre de unos antepasados, particularmente Bolívar, para hacerse con el poder y legitimarse y perpetuarse en él.

Dice Marx, en su ensayo “El 18 brumario de Luis Bonaparte”: “En aquellas revoluciones, la resurrección de los muertos servía, pues, para glorificar las nuevas luchas… hasta el aventurero que esconde sus vulgares y repugnantes rasgos bajo la férrea mascarilla mortuoria de Napoleón. Todo un pueblo que creía haberse dado un impulso acelerado por medio de una revolución, se encuentra de pronto retrotraído a una época fenecida”.

Acaso no ha sido así en Cuba y la mascarilla mortuoria no fue otra que la de Martí. Acaso no ha sido así entre nosotros y la mascarilla mortuoria fue la de Bolívar y en Argentina fue Evita y Perón, y en Nicaragua, Sandino, y aquí después de Bolívar, Simón Rodríguez, Zamora y Miranda, muerto Chávez, el propio difunto. Genealogías macabras y necrofílicas del poder en sociedades en donde el chamanismo, brujos y santeros de una u otra manera aparecen vinculados al poder.

La revolución en la mitología política de la modernidad es una pretensión declarada de re-inventar el futuro, mientras en realidad lo que hacen es re-crear el siempre latente despotismo en el gobierno de los seres humanos y en la modernidad muchas veces lo logra legitimado por la vía electoral y el apoyo popular, los ejemplos sobran, Musollini, Hitler, Perón, y entre nosotros, Chávez, y se utiliza el derecho fundacional y absoluto de la constituyente como acto político original y sacralizador por excelencia del poder.

En nuestra débil tradición constitucionalista, la constituyente ha sido una constante recurrente para legitimar el acceso al poder de los nuevos asaltantes. Monagas, que pedía una constitución a la medida y tantos otros que convirtieron el constitucionalismo nacional en un celestinaje permanente.

La constituyente de 1999 terminó siendo un fraude porque la manipulación electoral permitió crear una mayoría aplastante monocolor y servil frente al amo del momento. Lamentablemente la primera comisión presidencial constituyente de trece miembros (de la cual formé parte), realmente pluralista no pasó de unas reuniones preliminares con el presidente electo y que nunca fue oficializada en Gaceta, lo que indica que desde el primer momento el aspirante a caudillo no se sentía cómodo con personas de criterio propio y visión plural de la realidad nacional.

La constitución resultante de manera simbólica impresa en azul cuando conviene y roja cuando es necesario, una constitución a la medida del nuevo gobernante, llena de buenas intenciones, de muchos derechos y muy pocos deberes, un típico texto de constitucionalismo tropical, declarativo y nominalista, totalmente descontextualizado y fuera de la realidad, pero en la historia esto tiende a ser frecuente y así lo constata Marx en el libro citado “lo que ella (la constitución) se había imaginado como el acontecimiento más revolucionario resultó ser, en realidad, el más contrarrevolucionario”. Una constitución sin consenso, aprobada desde una mayoría sectaria y en el correr del tiempo interpretada de manera arbitraria y siempre para justificar las arbitrariedades y conveniencias del poder. La constitución de 1999, sin lugar a dudas durará el mismo tiempo que lo que el chavismo permanezca en el poder, tal como sucedió con las constituciones de los gobiernos anteriores.

En nuestro constitucionalismo la constitución no expresa a la Nación sino al grupo en el poder.

La democracia en nuestro país tiene una corta y débil tradición. La memoria histórica está saturada de epopeyas bélicas y militares, no hemos logrado construir en el discurso historiográfico una necesaria epopeya civil. Una épica de los hombres de bien, una épica de la decencia, una épica de la ciencia y la cultura.

La independencia como proceso emancipador y Bolívar continúan monopolizando nuestro imaginario colectivo. En nuestro proceso político solo hemos conocido experiencias democráticas a partir de 1936 y con el sufragio otorgado por la constituyente de 1947 apenas iniciamos el recorrido de la democracia de masas. En 1958 con la caída de la dictadura se inició la experiencia más intensa y larga de democracia y emblemáticamente es el denostado Pacto de Punto Fijo quien mejor expresa los valores democráticos de pluralismo, tolerancia, convivencia, respeto ente adversarios y acuerdos honorables de gobierno y gobernabilidad, lo cual permitió que la Constitución de 1961, la de más larga vigencia en nuestra historia republicana haya sido firmada y avalada por todos los sectores políticos, incluido el Partido Comunista.
La democracia, ya lo advirtió Aristóteles, tiene muchas debilidades y desviaciones: las más recurrentes: la demagogia y el populismo, a lo cual habría que agregar: el militarismo y la corrupción; enfermedades endémicas convertidas en epidemias en los últimos tiempos. No hay que confundir militar con militarismo, el primero es un profesional y cumple una tarea de tipo institucional fundamental para el funcionamiento y la existencia de la república, mientras que el militarismo es la pretensión de convertir a las fuerzas armadas en actores políticos y subordinar la institución a un proyecto ideológico o a las ambiciones personales de alguien. Chávez nunca ocultó que era un soldado, que su verdadero partido y fortaleza estaba en las fuerzas armadas y particularmente en el Ejército y que su revolución era pacífica pero armada.

En sociedades atrasadas de institucionalidad débil y leyes que se administran de manera arbitraria, como lo expresaba el dictador Trujillo, cuando decía: “a los amigos todo, y a los enemigos la ley”.

La fortaleza del militarismo es que descansa sobre la disciplina militar, la lealtad y la subordinación, además de su sentido de casta con privilegios y oportunidades de prosperidad personal. De allí la dificultad de estos últimos 20 años de populismo exacerbado, demagogia sin límites y autoritarismo desbordado, con la ventaja de contar con abundantes recursos económicos todo lo cual ayuda a entender la exitosa gestión de manipulación de los sectores populares y “amigos” internacionales. En este marco político y económico el chavismo se convierte en un poderoso movimiento de control público y el camino más rápido y seguro a la riqueza súbita. Según Marx las revoluciones de la modernidad siempre se hacen en nombre del futuro, para corregir fallas del pasado y posibilitar una mejor sociedad. La contradicción reside en que de los cuarteles como experiencia histórica no sale precisamente un proyecto revolucionario, de allí la definición de revolución reaccionaria, lo que nos remite a identificarlos como lo que fueron y son, militares ambiciosos de poder, acompañados por no decir cultivados desde una izquierda histórica acostumbrada al fracaso electoral y político pero que nunca perdió el sentido o aspiración del poder y que con Chávez y sus compañeros de armas parcialmente logran.

El militarismo es una enfermedad de nuestra tradición histórica alimentada y cultivada a través de las figuras de la independencia. No es casual que esta logia conspirativa del 4F intentara el asalto al poder a través del golpe de estado. Fracasados militarmente terminaron siendo exitosos políticamente más que por méritos propios por los errores y omisiones de la “democracia boba” de los años 90. El juicio a Carlos Andrés Pérez, con el aval de su propio partido, el oportunismo y la senilidad de Rafaél Caldera y la irresponsabilidad de pretender elegir a una exmiss para la presidencia de la república.

Logrado el gobierno por vía electoral el objetivo era el poder y para eso sirvió la constituyente y la “nueva constitución” que terminó en el poder unipersonal del caudillo y la anulación y subordinación de todos los otros poderes.

Con el control de los ingresos petroleros y el nuevo ”boom” de precios, se inició una política de debilitamiento progresivo del sector privado, se acentuó el estatismo y el monopolio sobre la economía y se fue configurando una estructura hegemónica que se terminó de consolidar después de los errores políticos de la oposición en el 2002 y que permitió asumir el modelo cubano como el modelo de dominación hegemónico eficaz. El caudillo fue un maestro en crear confusión y división hasta confundir totalmente a las fuerzas opositoras y a la opinión pública internacional con el agregado de que dispuso a su antojo de todo el dinero necesario para que muchos gobiernos, grupos y personas terminaran subordinados y domesticados. De estas confusiones surgió el concepto difuso y ambiguo de “Socialismo del siglo XXI” que fue como el modelo cubano terminó de ser asumido como la franquicia exitosa de una dictadura personal y brutal.

El (éxito) político de Chávez expresa más que las propias “virtudes” o “talentos” del líder la debilidades estructurales de nuestra sociedad anclada en una ominosa premodernidad y una pobreza estructural que hoy por hoy vuelve a ser dominante. Nuestra sociedad y nuestras élites han vivido detrás de la renta petrolera. Pueblo providencialista no terminamos de dejar atrás el Dorado y entender que solo educación, trabajo y tecno-ciencia nos puede permitir llegar al siglo XXI como sociedad moderna.

Esta es la Venezuela de precaria modernidad que engendra y genera este tipo de personajes, aventureros de la política, políticos inescrupulosos, ineficientes e ineptos gobernantes.

El éxito político de Chávez, más allá de conceptos etéreos y abstractos, como el de “carisma” descansa en sus habilidades políticas potenciadas por las circunstancias de las época y su condición de militar conspirador con apoyo importante en las Fuerzas Armadas y en sectores políticos de la izquierda histórica, además, los apoyos oportunistas de última hora de muchos factores de poder que habiendo medrado a la sombra de AD y COPEI pasan a apoyar al líder emergente en un momento en donde el sentimiento de cambio estaba muy generalizado. Citando a Marx podemos decir que Chávez fue exitoso porque sustituyó “libertad, igualdad y fraternidad por infantería, caballería y artillería”, no otra cosa expresaba su reiterada consigna de representar una revolución pacífica pero armada. Lo cierto es que neutralizó o se ganó a las fuerzas armadas dividiéndola, depurándola y otorgándole a los hombres de uniforme prebendas y privilegios hasta lograr unas Fuerzas Armadas subordinadas, leales y muchos militantes por interés o convicción de su proyecto político. Desaparecido Chávez, su muerte adquiere una significación política importante ya que su heredero designado y otros aspirantes a serlo no tienen el ascendiente y la influencia que el llegó a tener en las Fuerzas Armadas.

Chávez siempre estuvo consciente de que su poder descansaba en el estamento militar, de allí el uniforme y su permanente apelación a la condición de que él apenas era un “soldado”. Igualmente la simbología militar de sus iniciativas políticas y gubernamentales identificadas con terminologías castrenses: “Campañas”, “batallones”, “misiones”. Simbología y terminología que terminó por anular prácticamente, con excepción del color rojo, toda la importante simbologías de izquierda de muchos de los grupos que lo apoyaban y acompañaban. Chávez tuvo la habilidad de combinar militarismo y populismo en una sociedad muy condicionada positivamente al respecto. Como sociedad rentista todo lo esperaban del gobierno y el nuevo “boom” petrolero ayudó a ello, y como sociedad de tradición autoritaria, frente a las dificultades siempre se terminaba mirando hacia el cartel de donde provendría el salvador de uniforme a poner orden.

Chávez tuvo la habilidad además de manipular todas las circunstancias y adaptarse ideológicamente a cualquier influencia con sentido utilitario y así terminó expresando influencias de izquierda y de derecha, inclusive fascistas (piénsese en la influencia de N. Ceresole), aunque después de la pérdida del poder, en el año 2002, terminó comprando completo la franquicia o modelo cubano que le iba a permitir evolucionar de un autoritarismo personalizado con fuerte contenido ideológico de nacionalismo bolivariano a un proyecto totalitario disimulado mientras continuaran la bonanza petrolera y mantuviera una mayoría popular que le permitiera seguir ganando elecciones.

Frente a estos acontecimientos, la elección del Chávez en diciembre de 1998, la convocatoria de la constituyente, la nueva Constitución y el radicalismo de algunas medidas, terminaron confundiendo y desorientando a la antigua élite política que no terminaba de entender la nuevas circunstancias, ni acomodarse a ellas, ni desarrollar una oposición eficaz. El 2002-2003, posterior al paro petrolero, el golpe de estado o vacío de poder ocurrido, Chávez aprendió la lección magistralmente asumió la fórmula leninista (avanzar dos paso y retroceder uno) y aprovechando el error político de no concurrir a las elecciones parlamentarias del 2005 se hace con el poder absoluto y el control de todo el proceso político hasta su muerte en el 2013.

La oposición menguada, dividida, confundida, acumula errores frente al régimen. No denuncia con fuerza suficiente la estructura de fraude electoral que el gobierno termina de montar. Abandona la calle y las movilizaciones de masas. No confronta, y lo que a mi juicio es el peor error, no termina de identificar la naturaleza totalitaria del régimen, y nunca denunció de manera eficaz el proyecto castro-comunista en curso. Inclusive mentes lúcidas y formadas, como la de Teodoro Petkoff, en una entrevista cuando se le pregunta por la naturaleza del régimen, dice: “No es una dictadura, pero tampoco es una democracia”.

Para la oposición del 2005 hasta el 2013 hay un largo camino de soledad, los partidos políticos reducidos a su mínima expresión, los viejos partidos desmoralizados y los nuevos sin suficiente tiempo para posicionarse adecuadamente, en términos organizativos y de opinión pública. La sociedad venezolana todavía no terminaba de entender lo que estaba pasando y aunque algunos avizoraban el camino seguro al fracaso (del régimen) no había la claridad suficiente ni para anticipar ni para reaccionar. La mayoría buscaba una explicación en la historia o en la sociología y un elemento consolador era la convicción que a pesar de todo la genética o el ADN democrático nos iba a salvar de convertirnos en “otra Cuba”. Muchos todavía recibían los beneficios del presupuesto nacional, una agresiva e importante boliburguesía hacía su aparición, los sectores populares vivían la ilusión del asistencialismo gubernamental y las clases medias, mediatizadas por CADIVI, y a pesar de las amenazas que veían venir y frente a lo cual muchos pensaban seriamente en la emigración, la mayoría seguía ilusionada y alimentada con que en algún momento tendríamos la capacidad de reaccionar y ponerle fin a un gobierno que cada vez más apostaba al fracaso en su gestión. Como afirma Marx “en una época tan pobre en héroes y acontecimientos” tantas derrotas provocaron muy poca o nula autocrítica en una oposición para decir lo menos minoritaria y desmoralizada y un gobierno cada vez más prepotente y sectario.

Un factor importante que permitió avanzar estratégicamente al proyecto chavista fue el asalto a PDVSA, el asalto al BCV y el debilitamiento progresivo del sector privado.

Teniendo el control de las Fuerzas Armadas, de todas las instituciones y del gobierno, es decir, con el poder político y económico necesario, además de una represión judicial selectiva, Chávez neutralizó enemigos y adversarios y “compró” lealtades internas y externas. Bien asesorado por la diplomacia cubana y sus aparatos de inteligencia el régimen desarrolla una exitosa y agresiva campaña internacional que se concreta en la elección de presidentes y gobiernos amigos y la creación del ALBA, PETROCARIBE, UNASUR y además de Cuba alianzas estratégicas con Brasil y Argentina y la apertura a relaciones importantes con Rusia, China e Irán. El guión cubano en pleno desarrollo con la ventaja de una chequera multimillonaria. La subordinación política e ideológica al régimen castrista fue total y la entrega vergonzante con la injerencia propiciada de representante del gobierno cubano en sectores militares y de inteligencia así como en Registros, Notarias, ONIDEX, Puertos, Aeropuertos, Comunicaciones, Educación, Salud. Sin lugar a dudas la experiencia del régimen cubano, eficaz peón de la Unión Soviética en la época de la guerra fría fue fundamental para apuntalar un sistema de represión y propaganda altamente eficaz.

Chávez y sus asesores tuvieron la habilidad de crear una épica y una narrativa que permitió reinterpretar el pasado y crear una línea de legitimación que entronca con símbolos patrios fundamentales. En una primera etapa Bolívar, Simón Rodriguez y Ezequiel Zamora, y en una segunda etapa crear el mito de los “ángeles rebeldes” para justificar y legitimar la logia militar conspirativa que se manifiesta ya desde el año 1983 y cuyos hitos estarían representados por el Caracazo de 1989 y las intentonas golpistas de 1992. A pesar de que el poder se logra a través de la vía electoral, en el año 1998 con un importante apoyo popular de un 56% su triunfo realmente fragua dentro de un proyecto de golpe de estado que en definitiva preparó las condiciones para acceder al poder. Igual Musollini en 1922 y Hitler en 1933 son llamados legalmente al poder, y en cierto sentido electos, pero dentro de un proceso político en donde el golpe de estado era la doctrina fundamental.

Chávez nunca negó sus actividades conspirativas, al contrario, las convirtió en una épica personal y grupal (los comandantes del 4F) y nunca ocultó sus intenciones autoritarias y de subvertir el hilo constitucional y la tradición democrática y así lo hizo en el propio acto de juramentación cuando juró sobre “la moribunda” la Constitución, aún vigente, de 1961. Después vino todo lo demás, cambio de símbolos, denominaciones diferentes, reinterpretación parcializada de la historia nacional; todo apuntaba en la misma dirección, refundar la República. La “legalidad revolucionaria” sustituye a cualquier otra legalidad y todas las instituciones se le subordinan y las leyes pasan a ser el traje a la medida del dictador y su gobierno.

Sin lugar a dudas, Chávez, era persistente con sus objetivos y fue eficaz en mantener estos objetivos que no eran otros que el poder personal durante el mayor tiempo posible. En este sentido el destino le jugó una mala pasada al interrumpir esta “elipsis” de ambición de poder. Con su muerte y la designación de Nicolás Maduro se inicia un difícil y complejo período de transición que ha prolongado demasiado el desenlace. Un país en ruinas, una economía destrozada, un bolívar devaluado, una inflación descontrolada, un precio del petróleo a la baja, PDVSA destruida, importantes apoyos internacionales perdidos y una oposición que progresivamente ha ido creciendo y adquiriendo confianza en sí misma, nos pone a las puertas de una “salida” que no termina de definirse.

3 comentarios:

  1. Excelente artículo, documenta, un verdadero episodio de la debacle política de Venezuela padecida desde el advenimiento de la mal llamada revolución “bonita”, “bolivariana” “del S.XXI” que no es más que la anti-epopeya de un grupo de siniestros que tuvieron la fortuna de Haberse del poder catalizando la energía y a la vez desolación y angustia del populacho, ignorante de política (Hannah Arendt contra los jacobinos en orígenes del totalitarismo) y fomentar la rebelión del hombre masa, irreverente y anárquico de Ortega y Gasset.
    Un verdaderos tópico historiográfico que define la miseria de la anti-política representada por estos egocéntricos narcisistas que se inspiran en la mala interpretación del ya errado y confuso holgazán de la Prusia renana “Karl Marx”, realizada y tomada como bandera la razia déspota de los soviéticos, empoderados de bolchevismo, prácticos en desenfundar la bayonetas y sacralizar el hambre como patrón de sometimiento, teniendo su mejor representante en Stalin, quien, pescó en el agua que revolvieron Ulianov y Trotsky, ambos victimas de Stalin y su adepcion a la traición y al asesinato solapado y de espionaje, exacerbado, actualmente con las formula de la nano arma y las formulas bacteriológicas.
    De esto:
    “Dice Marx, en su ensayo “El 18 brumario de Luis Bonaparte”: “En aquellas revoluciones, la resurrección de los muertos servía, pues, para glorificar las nuevas luchas… hasta el aventurero que esconde sus vulgares y repugnantes rasgos bajo la férrea mascarilla mortuoria de Napoleón. Todo un pueblo que creía haberse dado un impulso acelerado por medio de una revolución, se encuentra de pronto retrotraído a una época fenecida”.”
    Se tipifica en el culto a la personalidad de individuos que, habiendo tenido el mérito para cristalizar sus proyectos perversos, sirven de iconos para seguir en sus avanzadas, endiosándoles, devenido de la insuficiente habilidad o capacidad de arrastras adeptos que sabe que no tiene el supuesto líder que por insospechados mecanismo e infortunio de la prole ostentan el poder. La evidencia Venezolana es, sin lugar a dudas el culto a la zaga del caudillo oportunista y pedófilo asesino Ezequiel Zamora de quien se tiene documentación precisa de sus avatares indecorosos al punto de ser asesinado y no saberse, incluso, si fue por parte de los propios o ajenos.
    “Citando a Marx podemos decir que Chávez igual que Napoleón, fue exitoso porque sustituyó “libertad, igualdad y fraternidad por infantería, caballería y artillería”
    Cierto hay dos puntos relevantes que los cancerberos de la Utopía comunista ensayan aplicándoles neciamente: “La relación de poder” una constante que mitifica el manejo de los medios de producción en combinación con las fuerzas represivas y el control de las masas, para perennizarse con el poder, esto convierte a la ideología marxista en una ambigüedad absoluta, considerando que, uno de los puntos emblemáticos además de la parafernalia de la autodestrucción del capitalismo debía ser la total desaparición o eliminación del “estado” algo que en vez se ha fortalecido y continua siendo el patrón del dizque despotismo o dictadura del proletariado, cacareado hasta saciar por el renano. El otro punto compete a l iconografía y los cambios de simbologías patrias. Formulados magistralmente por Carlo Altini en La Fábrica de la soberanía. Apoyado sin desparpajo en las satánicas prácticas de una desinformación y propaganda donde muestran lo que hacen sin hacerlo y las bondades de su maldad como las misiones y campañas miserables de los protagonistas del anti-gobierno venezolano. He ahí lo maquiavélico de la razia comunista, emulando a sus antiguos enemigos Nazis (Goebbels)



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  2. Continuo lo anterior con mi opinión acerca de esto:

    “Teniendo el control de las Fuerzas Armadas, de todas las instituciones y del gobierno, es decir, con el poder político y económico necesario, además de una represión judicial selectiva, Chávez neutralizó enemigos y adversarios y “compró” lealtades internas y externas. Bien asesorado por la diplomacia cubana y sus aparatos de inteligencia el régimen desarrolla una exitosa y agresiva campaña internacional que se concreta en la elección de presidentes y gobiernos amigos y la creación del ALBA, PETROCARIBE, UNASUR y además de Cuba alianzas estratégicas con Brasil y Argentina y la apertura a relaciones importantes con Rusia, China e Irán. El guion cubano en pleno desarrollo con la ventaja de una chequera multimillonaria.”
    Esto anterior explica perfectamente lo que ellos eufemísticamente, pero más sofista y falaz conciben como relación de poder y que según Winston Churchill, sabiendo la precaria habilidad de concebir cualquier sesgo de distribución del trabajo, por ende, la masificación de la producción y con ello riquezas; nunca han podido consolidar, sin poner ante la escena histórica la triste acumulación de denuncias y culpabilidad de muertes inocentes y opositores en genocidios por hambre y crímenes de guerra, presos políticos y condenados a muerte con juicios sumarios, o fusilamientos de facto.
    “El socialismo es la filosofía del fracaso, el credo a la ignorancia y la prédica a la envidia; su virtud inherente es la distribución igualitaria de la miseria.” W. Churchill
    “La subordinación política e ideológica al régimen castrista fue total y la entrega vergonzante con la injerencia propiciada de representante del gobierno cubano en sectores militares y de inteligencia, así como en Registros, Notarias, ONIDEX, Puertos, Aeropuertos, Comunicaciones, Educación, Salud. Sin lugar a dudas la experiencia del régimen cubano, eficaz peón de la Unión Soviética en la época de la guerra fría fue fundamental para apuntalar un sistema de represión y propaganda altamente eficaz.”
    Los únicos traidores a la patria son estos, insurgentes, subversivos, guerrilleros, terroristas de otrora (1960-1995) o su heredera en el gobierno venezolano su inspiración es el resentimiento, la retaliación y la ambición de poder y riquezas más que de gloria derivada de su gestión como gobernantes, no saben a ciencia cierta que es política, menos su filosofía, Rómulo Betancourt, sabiendo las pretensiones hegemonistas de los Castro, tuvo el acierto de responderle a las ambiciones narcisistas y megalómanas de Fidel Castro quien tentó con su verborrea presentarle un movimiento épico para los fines de conquistar mediante la guerrilla toda la América latina, presentando a sus milicianos como héroes los siguiente: “Cuando Venezuela necesitó héroes los pario” igualmente Renny Ottolina se refirió en estos mismos términos de la potencial injerencia cubana en nuestro país, que hasta ahora después de la guerra de independencia Cuba ha sido el único país que nos ha invadido militarmente (Machurucuto 1967), y estos siniestros en el poder les rinden pleitesía al punto que su ministro de la defensa se arrodillo ante el decrepito tirano de Holguin.


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  3. Las revoluciones nunca han servido para nada porque la nueva cúpula del poder se comporta igual o peor que los gobernaban antes. Léase La obra La Revolución en la Granja.

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