sábado, 5 de diciembre de 2020

Érase una vez en Venezuela: Congo mirador.

 


Esta película-documental debería verla todo el país y particularmente los sectores dirigentes y en especial la clase política. Una historia "neo-realista" en la mejor tradición del cine-ojo-cámara.
Una historia desde los "humillados y abandonados". Los "olvidados" diría Buñuel. Los "descartables" diría el Papa. Todo un símbolo del eterno-retorno-del-fracaso. La "era petrolera" en nuestro país empezó en dictadura y terminó en dictadura. De CASAS MUERTAS(MOS) a CASAS-Y-PUEBLOS-
ABANDONADOS. Algo no hicimos bien. En algo fallamos como sociedad y gobiernos. No pudimos escapar al fatalismo fantasmagórico y trágico de los pueblos mineros. Apenas nos quedó una gran clase media-urbana, medianamente educada, prospera y hoy arruinada y muchos en forzada y difícil emigración la mayoría.


El país-vitrina, atractivo para emigrantes y de prosperidad y confianza en si mismo, hasta de exagerada vanidad y ostentación, apenas duró escaso medio siglo. Los bárbaros asechaban, siempre están allí, cuando no hay verdadera y consolidada democracia y real desarrollo, no desarrollismo y modernización de fachada o de algunos enclaves urbanos en una decena de ciudades.


En 1899, Cipriano Castro asaltaba el poder con su montonera y en 1998, un siglo después, otra montonera de uniforme y símbolos rojos gana una elección con "olor" a multitud. Hugo Chávez Frías gana con el 56%, su contendor Henrique Salas Romer un 40% aproximadamente, y una alta abstención, de indiferencia y fastidio frente al futuro.


El CONGO-MIRADOR, al sur del lago de Maracaibo, una maravilla natural, de grandes ríos y selvas y el maravilloso y reconocido mundialmente, fenómeno del RAYO DEL CATATUMBO. Todo debería ser un Parque Nacional protegido y preservado, empezando por sus pobladores, en la gran tradición lacustre palafítica del lago y su entorno. Todo lo contrario, abandono total, sobre la promesa vacía del gobernante de turno. La maestra y su familia, en "resistencia" humilde, la escuela en abandono y los pobladores yéndose, reitera la desesperanza de los habitantes de Ortiz en CASAS MUERTAS, casi un siglo después, a pesar de la lotería petrolera y el despilfarro y la corrupción conocida, impune, repetida y multiplicada.


ÉRASE UNA VEZ VENEZUELA
NOS TOCA VOLVER A SOÑARLA Y REHACERLA.

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