domingo, 23 de mayo de 2021

EMIGRACIÓN Y FAMILIA

 

Seis millones de venezolanos han emigrado en las últimas dos décadas.
Un 20% aproximado de nuestro país. Una cantidad que abruma y cuyas consecuencias demográficas van a afectar por mucho tiempo,en todo sentido, a nuestra sociedad y familias.
Dudo que exista una familia venezolana que no haya vivido o esté viviendo esta difícil experiencia emocional.
En nuestro caso, primera vez en nuestra historia, de allí la sensación de drama generalizado.
De país de inmigrantes a país de emigrantes, crea una especie de shock, individual y colectivo.
De sociedad en huida, sin destino ni futuro, en particular entre los jóvenes y parejas con niños.
He escuchado a abuelos que se quedan solos, pero les dicen a sus hijos y nietos, que se vayan, que busquen su futuro en otro país. No lo comparto, pero lo entiendo.
Después está la separación conyugal y de los hijos. La familia se diluye y se desestructura y en el exterior, no son pocos los problemas a afrontar: adaptación, trabajo, vivienda, incertidumbres, etc.
Por ahora se manejan estadísticas y se define al migrante (estatus, edad, sexo, nivel educativo, etc.) y su país de destino, pero son pocos los estudios serios sobre el impacto psicológico y cultural sobre cada emigrante y su estatus real laboral en cada caso.
Es más fácil saber lo que "gana" el país receptor con cada emigrante, en términos laborales y de talentos que lo que hemos perdido en recursos humanos, como sociedad y país, nosotros.
Cuántos niños y jóvenes. Cuántos profesionales.
Cuántos talentos en los más diversos oficios y profesiones, se han visto obligados a irse. Exiliados, desplazados, refugiados, migrante involuntario, migrante voluntario.
Pocas veces había visto tanta irresponsabilidad e indiferencia oficial, frente a esta dolorosa realidad y de abrumadora "descapitalizacion" social y económica, cuyo impacto y consecuencias, no se han medido y parecieran no importar. Como si nadie hiciera falta y si el que se va es opositor o pudiera apoyar el descontento, mejor que se vaya.
No quiero dramatizar, pero esta diáspora, obligada y alentada, es lo más grave que nos ha podido ocurrir como sociedad.
Todo lo destruido, que es mucho, va a ser menos difícil recuperar que esta tragedia migratoria.


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