Más allá del juego de intereses en torno al gobierno y la oposición, en Venezuela tenemos que cerrar filas frente a un proyecto dictatorial personalista y no hay mejor oportunidad para hacerlo que el próximo 3 de diciembre.
Es cierto que no hay suficientes garantías electorales ni un CNE confiable, y el candidato del gobierno abusando de manera obscena de los recursos públicos; pero también es cierto que el proceso electoral para un demócrata es su mejor oportunidad para cambiar las cosas; y algo fundamental: la gente quiere votar, quiere corregir el rumbo y castigar el mal gobierno. Una vez que la gente vote no va a permitir que se irrespete su voto, allí es cuando se va a obligar a las verdaderas garantías electorales, como lo dijera el candidato de oposición sobre la fuerza de dos ejércitos: el del pueblo y el de las Fuerzas Armadas. Y es que ocho años después nadie puede llamarse a engaño sobre el personaje que desgobierna y su proyecto dictatorial. La oposición puede ganar, pero para ello debe terminar de unirse. El candidato está haciendo su trabajo, en la calle y en la base, el resultado ya se vio en la "avalancha" caraqueña del 7 de octubre. El venezolano no tiene vocación servil, por lo menos desde que murió Gómez en 1935, y no quiere emular al pobre pueblo cubano con su dictadura de 47 años.
Si se pueden ganar las elecciones de diciembre y si hay fraude, el pueblo no va a permitir que prospere. El "candidato del amor" lleva ocho años destilando odio y dividiendo a los venezolanos. Con su "amor" despidió a casi 200 mil venezolanos de sus trabajos en PDVSA. Casi 100 mil personas han sido asesinadas por la delincuencia durante su gobierno y apenas se permitió unas lágrimas por una víctima cubana. Ha comprado armas para 100 guerras que los venezolanos no queremos combatir. El único combate que queremos y debemos asumir es contra la pobreza, la inseguridad y el desempleo y por una democracia progresista, digna y honesta; porque los venezolanos nos merecemos la paz, el desarrollo y el progreso y ningún caudillo decimonónico nos lo va a impedir.
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