El discurso esencialmente es diálogo, cuando se vacía de contenido y se llena de falsedades, retórica y descalificaciones termina dirigiéndose a nadie y por consiguiente nadie escucha, se convierte en un monólogo, expresión de una discapacidad verbal evidente y es cuando se termina hablando solo.
Cuando se habla se piensa que uno se dirige a alguien, uno o muchos, para comunicarse en su sentido más amplio y múltiple, para conectarse, trasmitir un mensaje o intentar conseguir algún propósito.
En política el discurso es fundamental, por la sencilla razón de que es un lenguaje universal, con pretensiones de llegar a todos con un mensaje o una intención trascendente o de interés general.
El actual presidente no hay duda que conectó con el país desde el mismo momento que en 1992 pronunció su “por ahora”, oportuno y eficaz mensaje. La magia mediática del candidato y su discurso en la dirección que la gente quería oír le permite su clamoroso triunfo electoral en 1998 y todavía para el 2002 mantenía casi intacta su capacidad y su fuerza comunicacional. Los años siguientes son de bonanza petrolera y el discurso se reafirma sobre una política populista y demagógica eficaz. Pero a partir del 2007 las cosas empiezan a cambiar, con el cierre arbitrario de RCTV por primera vez pierde la mayoría afectiva y efectiva con la importante derrota electoral del referéndum constitucional. En el 2008 y el 2009 la crisis económica aunado a la corrupción generalizada y a la falta de respuesta adecuada a los múltiple problemas del país van desgastando al personaje y empobreciendo su lenguaje y limitando su capacidad de comunicación. En el 2010 su espacio de incondicionales prácticamente se reduce a un 30% con tendencia a disminuir frente al fracaso evidente 11 años después de un mal gobierno que ha fracasado frente a la galopante inseguridad, al encarecimiento de la vida y en general a una progresiva precariedad y deterioro de casi todos los servicios y en particular en los últimos tiempos la crisis eléctrica que ha terminado por derrumbar el mito mediático. Una mayoría creciente lo va haciendo responsable del desastre nacional y ya el lenguaje repetitivo y desgastado ha perdido credibilidad hasta tal punto que la impresión de soledad que viene progresivamente rodeando al presidente de una u otra manera anticipa el desgaste definitivo de un liderazgo que ya no puede sustentarse solo en la palabra.
Cuando se habla se piensa que uno se dirige a alguien, uno o muchos, para comunicarse en su sentido más amplio y múltiple, para conectarse, trasmitir un mensaje o intentar conseguir algún propósito.
En política el discurso es fundamental, por la sencilla razón de que es un lenguaje universal, con pretensiones de llegar a todos con un mensaje o una intención trascendente o de interés general.
El actual presidente no hay duda que conectó con el país desde el mismo momento que en 1992 pronunció su “por ahora”, oportuno y eficaz mensaje. La magia mediática del candidato y su discurso en la dirección que la gente quería oír le permite su clamoroso triunfo electoral en 1998 y todavía para el 2002 mantenía casi intacta su capacidad y su fuerza comunicacional. Los años siguientes son de bonanza petrolera y el discurso se reafirma sobre una política populista y demagógica eficaz. Pero a partir del 2007 las cosas empiezan a cambiar, con el cierre arbitrario de RCTV por primera vez pierde la mayoría afectiva y efectiva con la importante derrota electoral del referéndum constitucional. En el 2008 y el 2009 la crisis económica aunado a la corrupción generalizada y a la falta de respuesta adecuada a los múltiple problemas del país van desgastando al personaje y empobreciendo su lenguaje y limitando su capacidad de comunicación. En el 2010 su espacio de incondicionales prácticamente se reduce a un 30% con tendencia a disminuir frente al fracaso evidente 11 años después de un mal gobierno que ha fracasado frente a la galopante inseguridad, al encarecimiento de la vida y en general a una progresiva precariedad y deterioro de casi todos los servicios y en particular en los últimos tiempos la crisis eléctrica que ha terminado por derrumbar el mito mediático. Una mayoría creciente lo va haciendo responsable del desastre nacional y ya el lenguaje repetitivo y desgastado ha perdido credibilidad hasta tal punto que la impresión de soledad que viene progresivamente rodeando al presidente de una u otra manera anticipa el desgaste definitivo de un liderazgo que ya no puede sustentarse solo en la palabra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario