En
cualquier curso de gerencia se utiliza esta terminología conductista
y tan poco poética de “garrote y/o zanahoria” para expresar la
vieja fórmula pedagógica del premio y castigo tan usada en las
escuelas y familias tradicionales. El actual gobierno -profundamente
anacrónico, tanto en su origen como en su desempeño- aspira a
recuperar legitimidad y gobernabilidad con este viejo método que
pretende reducir la naturaleza humana casi a la condición de
bestias. A los animales se les “educa” a golpe y/o con
gratificaciones.
El
gobierno ha invitado al sector empresarial a conversar sobre la base
de cooperar para reactivar la producción y combatir el severo
desabastecimiento, provocado por el mismo gobierno que golpea y
afecta todos los sectores, particularmente los más débiles
económicamente, como lo son los sectores populares, la clase
trabajadora y la golpeada y precaria clase media, con ingresos fijos
e insuficientes, y enfrentados todos a una inflación cercana al 30%.
Con ello se cae la propaganda gubernamental al pretender señalar
como responsables al sector privado y no asumir su propia
responsabilidad, producto de su fracasada e irracional política
económica de expropiaciones arbitrarias e improductivas y una
corrupción fuera de control.
El
“show” empezó con la promesa no de rectificar políticas
erróneas sino con la expectativa de repartir dólares
preferenciales y estimular la elemental codicia y el interés
legítimo de un sector empresarial que sobrevive con el acceso a
estos dólares, es decir, la “zanahoria” deseada y apetecida.
Para los otros sectores se utiliza la estrategia de las expectativas
y promesas económicas, en particular, el aumento salarial y en
primer lugar para el sector militar.
El
“garrote” es para los demás, para la oposición política en
general y el sector sindical y crítico del país. La idea es
atemorizar y “descabezar” liderazgos y para ello se sigue
utilizando los poderes públicos, en particular la fiscalía y los
tribunales, lamentablemente partidizados.
En
lo personal creo profundamente en la tolerancia, la convivencia, el
diálogo y la paz como valores absolutos y necesarios de un sistema
político y social, de allí que lo apropiado sería en vez del
“garrote y/o la zanahoria”, un gran diálogo nacional, tal como
lo vienen proponiendo diversos sectores y particularmente la
Conferencia Episcopal Venezolana, y es que la política no puede
sustentarse en una idea errónea de la naturaleza humana, asumida en
su versión primitiva o biológica, sino al contrario asumir a
plenitud el hecho cierto de que los seres humanos somos libres y
portadores de una dignidad personal absoluta y que no puede ser
maltratada o manipulada por el presunto pragmatismo de una fórmula
tan primaria como “garrote y/o zanahoria”.
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