La historia es un proceso: continuidad y cambio, y la lucha por el poder y la preeminencia es una constante universal. En 1991 terminó un conflicto histórico geopolítico que empezó en 1946, entre Estados Unidos y la Unión Soviética. Pero en menos de una década, y empezando el siglo XXI, la emergente China desafía la hegemonía de Estados Unidos. En eso andamos y estamos, un proceso que, a mi juicio, va a cubrir todo el siglo XXI. Rusia también cuenta, no tanto por su economía, sino por su arsenal nuclear, y con ella los otros países nucleares, por ahora. Este selecto y terrorífico club está integrado por Estados Unidos, Rusia, China, India, Pakistán, Corea del Norte, Inglaterra, Francia e Israel. En el horizonte cercano no veo una guerra mundial, pero siempre existe el riesgo. En curso existen un poco más de 50 conflictos en el mundo, aunque los más publicitados son el de la invasión rusa a Ucrania y el complejo Medio Oriente, focalizado en Gaza, Israel, Irán. El conflicto, la violencia y la guerra están siempre presentes en la historia. Lo expresó muy bien Churchill cuando dijo: "sangre, sudor y lágrimas". En este sentido, el libro de la historia es la historia de la barbarie, y es lo que usualmente llamamos "historias patrias" en escuelas y liceos. Creo que hay que cambiar de paradigma pedagógico e historiográfico y enseñar más la historia cultural y civilizatoria de cada pueblo, de cada país y nación. Construir la paz educando para la paz. En el tema geopolítico, a nivel de medios de masa, casi todo es desinformación, manipulación política e ideológica y propaganda. Se condiciona al público a la dualidad simplista, como en el deporte, de estar con un bando y en contra del otro. Un conflicto, cualquier conflicto, y mucho más una guerra, es una complejidad que exige mucha información seria, oír a los expertos y mucha reflexión propia, evadiendo en lo posible la carga emocional, política e ideológica.
Ángel Lombardi
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