jueves, 4 de septiembre de 2025

Historia y Política

 La historia es la multifacética realidad diaria, diversa y compleja, siempre en movimiento. La política es uno de los componentes de esa realidad, quizás el más visible, cuyo objetivo es expresar las necesidades objetivas de la gente y sus legítimos intereses, que en la práctica se traducen en la lucha por el gobierno y el poder.

La política es expresión del conflicto inherente al todo social y de los intereses divergentes o complementarios de los diversos sectores o grupos.

En un plano internacional global y complejo, la política se inserta como una necesidad inevitable de comercio, relaciones, convivencia o desencuentro, incluida siempre la posibilidad extrema de la guerra. Política interna y externa son inseparables y se retroalimentan. Toda política interior define la política exterior en el marco de un mundo de Estados nacionales.

Cada Estado expresa, plantea y protege sus intereses nacionales. Lo llamamos de manera simplificada “soberanía”, pero en el entendido de que esa soberanía no sea percibida como amenaza o agresión a otro Estado.

De darse una situación de conflicto y fracasada la diplomacia, todo se reduce a una relación de poder, y siempre gana el de más poder. Por una razón muy simple: la naturaleza de la política, que se sustenta discursivamente sobre principios y valores, y presuntas doctrinas e ideologías absolutas, pero que en la práctica de la disputa, la fuerza se impone y los principios son relegados.

La historia lo refleja de manera permanente, y la historiografía —siempre a posteriori— lo trata de explicar. Pero estas explicaciones realmente son interpretaciones, altamente contaminadas por la subjetividad e intereses del propio historiador y, lo que es inevitable, por su propio tiempo.

El presente siempre contamina el pasado, y el pasado, por muy parecido que sea con el presente, siempre es único, como único es cada presente.

La historia es lo humano, completo y diverso, uno y diferente, como definen las culturas y la antropología. En la historia no hay héroes ni dioses, sino seres humanos con virtudes y defectos.

El hecho de que destaquen algunos nombres por sus talentos, éxitos o atrocidades no debe confundirnos. Los motivos de los humanos son múltiples y complejos, y muy condicionados por su sociedad y su tiempo.

La codicia y la ambición forman parte de nuestra naturaleza, aunque tienden a presentarse disfrazadas. Igual el “deseo mimético”, inseparable del individuo y de las sociedades.

Ángel Lombardi

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