lunes, 30 de mayo de 2005

Homenaje a Camus



II

         No estamos solos y el drama radica en que mientras unos están bien, otros, casi siempre la mayoría, no están bien.
Se busca el reconocimiento pero no puede ser a cualquier precio.
Nuestra inclinación puede ser el aislamiento y la soledad, pero estamos obligados a vivir y convivir y servir a los demás.
El escritor va y viene de sí mismo a los demás y viceversa, aunque crea que escribe para sí, realmente lo hace para los demás, no puede ni apartarse ni prescindir de la comunidad, no juzga, trata de comprender, como dijo Nietzsche “ya no reinará el juez sino el creador”.
“El escritor no está al servicio de los que hacen la historia sino de quien la padece” (A. Camus).
El grito del perseguido y del humillado es lo que saca al escritor de su exilio, para servir incondicional a la verdad y a la libertad.
De pronto nos tocan épocas o momentos de delirio, locura y extravío y aunque desvalidos y extraviados, nos negamos al nihilismo y a la derrota.
“Reducido pues, a lo que realmente soy, a mis límites”, a mis dudas, a mis creencias de indagador insomne, me afirmo en los demás.


Angel Lombardi

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