Nunca tuve ninguna duda sobre la elección de Santos a la presidencia de Colombia, por una razón muy sencilla, es el heredero visible de la exitosa gestión de Uribe y su política de seguridad democrática y como allá se dice la narcoguerrilla y el narcoterrorismo han sido derrotados parcialmente pero no definitivamente, y en sana lógica era esperable que el pueblo colombiano estuviera claro en sus prioridades y urgencias del momento aunque en los procesos políticos funcionan tantos imponderables que hace difícil la predictibilidad.
Una mayoría de ciudadanos colombianos demostraron su coherencia y decisión, aunque en algún momento parecía que pudiera darse un caso parecido al de Winston Churchill al finalizar la 2da guerra mundial, cuando siendo el líder indiscutible de la victoria fue derrotado electoralmente porque la mayoría sabía y entendía que era un personaje para la guerra y no para la paz.
El Presidente Álvaro Uribe, sin lugar a dudas, fue altamente eficaz y positivo para asumir y confrontar a la mayor amenaza a la estabilidad y progreso de Colombia como lo son los grupos ya citados. Los pueblos tienden a desarrollar un instinto de las realidades políticas inclusive en sus presuntas equivocaciones.
Antana Mockus y su propuesta electoral sin lugar a dudas tiene un porvenir garantizado, con su perfil civil y administrativamente exitoso. La Colombia urbana y en particular la juventud no hay duda que aspira y espera en un cercano futuro una política de desarrollo y progreso cónsono con el siglo XXI, pero mientras sigan existiendo los factores de perturbación como lo son, el narcotráfico y la narcoguerrilla es difícil que se pueda elegir un presidente que no garantice en primer lugar la plena gobernabilidad territorial así como una eficacia demostrada de control armado de la subversión y el narcotráfico.
En la segunda vuelta, sin lugar a dudas, Santos va a ampliar sus apoyos electorales y va a recibir un mandato claro y directo, pero al mismo tiempo, una advertencia y una invitación, tratar de compaginar con la política de seguridad democrática un proyecto de desarrollo sustentable e inclusivo.
El presidente venezolano fue un factor de perturbación evidente en la campaña electoral colombiana con sus interferencias e imprudencias acostumbradas y terminó siendo uno de los grandes aliados para facilitarle el triunfo a Santos. En América Latina la “amistad” política del presidente se agradece cuando viene cargada de dólares y es inconveniente cuando decide apoyar a un candidato.
Una mayoría de ciudadanos colombianos demostraron su coherencia y decisión, aunque en algún momento parecía que pudiera darse un caso parecido al de Winston Churchill al finalizar la 2da guerra mundial, cuando siendo el líder indiscutible de la victoria fue derrotado electoralmente porque la mayoría sabía y entendía que era un personaje para la guerra y no para la paz.
El Presidente Álvaro Uribe, sin lugar a dudas, fue altamente eficaz y positivo para asumir y confrontar a la mayor amenaza a la estabilidad y progreso de Colombia como lo son los grupos ya citados. Los pueblos tienden a desarrollar un instinto de las realidades políticas inclusive en sus presuntas equivocaciones.
Antana Mockus y su propuesta electoral sin lugar a dudas tiene un porvenir garantizado, con su perfil civil y administrativamente exitoso. La Colombia urbana y en particular la juventud no hay duda que aspira y espera en un cercano futuro una política de desarrollo y progreso cónsono con el siglo XXI, pero mientras sigan existiendo los factores de perturbación como lo son, el narcotráfico y la narcoguerrilla es difícil que se pueda elegir un presidente que no garantice en primer lugar la plena gobernabilidad territorial así como una eficacia demostrada de control armado de la subversión y el narcotráfico.
En la segunda vuelta, sin lugar a dudas, Santos va a ampliar sus apoyos electorales y va a recibir un mandato claro y directo, pero al mismo tiempo, una advertencia y una invitación, tratar de compaginar con la política de seguridad democrática un proyecto de desarrollo sustentable e inclusivo.
El presidente venezolano fue un factor de perturbación evidente en la campaña electoral colombiana con sus interferencias e imprudencias acostumbradas y terminó siendo uno de los grandes aliados para facilitarle el triunfo a Santos. En América Latina la “amistad” política del presidente se agradece cuando viene cargada de dólares y es inconveniente cuando decide apoyar a un candidato.
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