Cualquier explicación
de la realidad política es múltiple y depende en gran medida del
interés o los intereses del opinante. Así ha ocurrido con el último
proceso electoral, el oficialismo explica su triunfo por el carisma
del líder, por el programa presentado al país y por su efectiva
maquinaria electoral. Mientras que desde la oposición se insiste en
el despiadado e insultante ventajismo del gobierno, la abundancia de
recursos y la mercantilización del voto, además de un sistema
electoral perverso o fraudulento, empezando por el abultado REP y su
cedulación discrecional, así como un CNE claramente parcializado.
Habrá otras razones y otros criterios, pero lo esencial, los
argumentos de parte y parte, básicamente han sido los aquí
expresados. Intentemos analizarlos, el carisma, concepto weberiano,
de índole mágico-religioso, sin lugar a dudas es real, pero eficaz
sólo si está acompañado por mucho dinero. El programa, en nuestros
procesos electorales es un simple adorno, dudo que exista un elector
que lo haya leído completo. Otra cosa son las promesas y las
expectativas creadas y cultivadas a través de la multimillonaria
propaganda y que en nuestro contexto básicamente se resume en las
“misiones” clientelares. Si nos atenemos a un concepto de
ideología que se expresa en la frase: dime cuales son tus intereses
y te diré cómo piensas y votas. Son nuestras necesidades que nos
condicionan además del lucro y el aprovechamiento de las
circunstancias. En una economía rentista como la nuestra y en un
sistema de gobierno rico y pueblo pobre, los procesos electorales son
fuertemente manipulados por la distribución de los recursos y las
prebendas. Nuestro sistema político electoral está fuertemente
marcado además por lo que pudiéramos llamar la “franquicia
cubana” que al controlar el sistema de cedulación y pasaportes,
así como registros y notarias, prácticamente controla toda la
información de la sociedad y que le permite directamente acceder a
la información individualizada tanto para manipular en un sentido u
otro, así como amenazar los intereses lícitos del ciudadano,
fácilmente proyectable hacia el acto electoral.
Cualquiera sea nuestra
apreciación del proceso electoral hay una realidad cierta y es que
hay dos Venezuela, una realidad inconveniente y altamente peligrosa
para los intereses nacionales. Un país dividido a partir del
empecinamiento de un sector en imponer un proyecto hegemónico. Ganó
Chávez, ojalá termine de entender que es para representarnos a
todos y gobernar en función de los intereses lícitos de todos los
sectores.
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