Otra vez ha triunfado
el ventajismo de un gobierno inescrupuloso que se sustenta en un
sistema electoral fraudulento y perverso. Pudiéramos calificarlo
como el método cubano, de represión y control y que tan eficazmente
ha funcionado en la isla-prisión por más de medio siglo. El aporte
venezolano serían nuestras viejas picardías electorales y el
abundante dinero propio de una renta petrolera generosa. La fórmula
es simple, generar miseria y miedo, miedo y miseria, es el método
empleado por un régimen personalista y militarista como el nuestro.
El sistema comienza a operar ha partir del REP, sustentado en un
sistema nacional de identificación totalmente operado por los
cubanos y que permite incorporar de manera abierta y “legal”
miles y quizás millones de extranjeros. El siguiente paso es la
información y control, propio de un estado policial, de todos los
ciudadanos a partir de la información pormenorizada de su vida,
movimientos e intereses, de allí la presencia cubana en puertos y
aeropuertos, notarias y registros, lugares donde se concentran todo
lo vital de nuestra economía y de nuestra sociedad. Chávez ha
hipotecado la soberanía nacional a cambio de su permanencia en el
poder. Todo lo demás es manipulación ideológica y propaganda muy
propio de regímenes cuyas características perversas lo emparejan
tanto con el nazi-fascismo como con el comunismo. A pesar de ello 6
millones y medio de venezolanos siguen empecinados en no dejarse
avasallar por esta dictadura personal en curso y amenazante proyecto
totalitario. Estamos convencidos que si la oposición no termina de
asumir al régimen en su verdadera naturaleza siempre le van a faltar
votos para derrotar la propagada oficial, la descarada manipulación
del elector y l disposición generosa de votantes cautivos. La
oposición no puede continuar siendo ingenua en sus estrategias y
políticas y mucho menos seguir alentando falsas esperanzas en la
gente. Hay que entender que estos son procesos largos y complejos y
que no se agotan en lo electoral. Sin renunciar a participar
electoralmente hay que denunciar las trampas del sistema, sin temor a
que el ciudadano conozca la verdad de las cosas, pero igualmente hay
que insistir en la participación y organización de partidos
políticos y sociedad civil en las protestas de calle que
permanentemente se generan a partir de un mal gobierno, ineficiente y
corrupto, y una sociedad crecientemente problematizada y amenazada.
En la unidad opositora hay que desterrar la tentación de las
hegemonías y los sectarismos. Todos somos y son necesarios. No
avergonzarse de lo positivo del proyecto democrático desarrollado en
Venezuela a partir de 1958, al contrario, hay que recuperarlo y darle
continuidad creativa.
Hay que evitar el
desaliento a todo trance y apostar a una victoria electoral igual que
las elecciones parlamentarias que permita mantener y acrecentar
gobernaciones y alcaldías, especialmente en la Venezuela urbana y de
clase media que sigue siendo la mejor garantía de progreso, de
democracia y libertad. Tenemos una importante tarea por delante,
seguir construyendo la mayoría política necesaria para derrotar
este régimen, de allí la importancia de las elecciones de este
diciembre, así como las del próximo año y definitivamente tenemos
una gran oportunidad de conquistar una mayoría política de cara a
las parlamentarias del 2015, más allá de cualquier otro
imponderable que no depende de nuestra voluntad política. El
proyecto y gobierno alternativo de un país plural, abierto y
democrático se construye día a día y seguimos convencidos que si
no fueran por el miedo, el chantaje y la compra-venta de votos esta
mayoría hubiera triunfado sin lugar a dudas en las recién
finalizadas presidenciales.
No nos engañemos con
los cantos de sirena del reelecto, enfermo y obcecado que ha
reiterado que va “a profundizar la revolución” es decir, más
miseria, más miedo y más represión. ¿La dirigencia opositora está
consciente y preparada para esto?.
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