domingo, 14 de febrero de 1999

El Debate Ideológico (1926-1946)



Muerto Gómez (1935), el nuevo proceso político, marginal y clandestino hasta entonces, se oficializa.  El largo y fecundo debate teórico de los años 20 y 30 se desenvuelve en un contexto internacional complejo y conflictivo y en donde las ideas y tendencias marxistas son las dominantes.
            A nivel del exilio venezolano y del grupo político emergente el problema era definir un proyecto revolucionario para el país, un programa y una organización.
            La sociedad venezolana comienza a ser analizada en una perspectiva clasista, se identifican grupos y clases sociales así como su nivel de conflictualidad y capacidad de participación.  La consigna es organizar a las masas a través de un partido revolucionario.  En 1926 se funda en México el Partido Revolucionario Venezolano, (P.R.V.) un grupúsculo heterogéneo y de escasa influencia.  En 1931 se funda el Partido Comunista de Venezuela, (P.C.V.) y sus émulos betancuristas, A.R.D.I. y O.R.V.E. (Alianza Revolucionaria de Izquierda y Organización Revolucionaria Venezolana), nucleados en torno al Plan de Barranquilla, revolucionario en sus análisis y reformista en sus propuestas.  En 1937 se crea el P.D.N. y en 1941 Acción Democrática.  La derecha se organiza en el P.D.V. en 1942 y en Copei, en 1946.
            A pesar de su esquematismo cronológico y de un deslinde ideológico maniqueo, que soslaya las variaciones y matices, los nombres, siglas y fechas referidos van configurando lo fundamental del debate ideológico y del proceso político de la época, siendo el marxismo la influencia fundamental, un marxismo abrevado no tanto en Marx, como en Lenín y Trotsky y casi siempre por vías interpuestas: el APRA de Haya de la Torre, la Revolución Mexicana, etc...
            El heredero más conspicuo y exitoso de este marxismo tropical y de segunda mano va a ser Rómulo Betancourt.  Este descalificó a muchos de sus adversarios políticos con el apelativo de Lenines Tropicales, pero el primero que intentó serlo, fue él mismo.  En el 28 Rómulo es arielista y garibaldino, en el 31 un revolucionario a tiempo completo, aunque ya con desviaciones apristas, que denuncia Valmore Rodríguez, y desviaciones reformistas, que denuncia entre otros, M. Otero Silva.
            En el 45, Rómulo Betancourt no conserva ninguna ilusión revolucionaria, aunque en los gestos y en las palabras se asuma como un Robespierre criollo.  Para el 48 Rómulo ya es lo que definitivamente será hasta el final: un furibundo anticomunista y pragmático reformista.  Su éxito político, más que a razones, ideológicas y doctrinarias, se debe a unas características personales que lo emparentan directamente con otros líderes y caudillos que lo antecedieron: vocación de poder, realismo, astucia y zamarrería.
            Consolidado Gómez en el poder y la economía girando en torno al petróleo, el régimen parece eternizarse.  La conspiración de los caudillos no cesa, sin ninguna posibilidad de éxito, los jóvenes exiliados se alejan cada vez más de la vieja oposición antigomecista.  Nuevas ideas e influencias van determinando el debate ideológico y el proceso político.  La política deja de ser una aventura de “macheteros” y se convierte en una vocación y una disciplina que estudia la realidad para comprenderla y transformarla.  Se elaboran proyectos, planes y programas políticos radicales y se intentan crear organizaciones partidistas y sindicales, para llevarlos a cabo.
            De allí la importancia del P.R.V. y sus principios básicos de la Revolución Venezolana (1926); del Plan de Barranquilla (1931) y del documento del PCV.  Las Armas de la Revolución (1931).  Documentos de variada fortuna y prestigio entre otros muchos documentos y proyectos de la época, que configuran un debate intenso y prolongado.
            Con la muerte de Gómez, el debate y la confrontación pasan a otro plano, el de la acción, pero ya las bases ideológicas del proceso político estan echadas.  De 1936 en adelante, teoría y praxis se confunden y los hechos, más que las palabras van definiendo posiciones y creando los deslindes necesarios.
            Los sectores dominantes, viejos y nuevos, se alinean con López Contreras.  El conservatismo venezolano define un proyecto político modernizador.  Política e ideológicamente la derecha se organiza, en torno al partido de gobierno y en diversos grupos de influencia, aunque el heredero a la larga será Copei, una derecha católica y falangista en los comienzos, un partido moderno y moderado después.
            Analizar el perído 26/46 es fundamental para comprender el proceso político e ideológico de la Venezuela contemporánea, en donde todo ha cambiado, para que nada cambie.

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