martes, 23 de febrero de 1999

J. G. FORTOUL: CONQUISTADORES E INDÍGENAS



         La Conquista fue una empresa de fanatismo y codicia, pero como todas las cosas humanas, todo lado oscuro tiene su contraparte luminosa.  De allí que Gil Fortoul, si bien utiliza el testimonio militante y crítico de Fray Bartolomé de las Casas, igualmente destaca y valoriza la temprana acción civilizadora de algunos hombres: juristas, poetas, misioneros, gobernantes, etc... El autor trata de ser imparcial frente a la Conquista, no oculta los desmanes, sin negar los aportes.  En este sentido, Gil Fortoul marca una tendencia dominante en nuestra historiografía.  De hecho, es común a toda hispanoamericana esta revalorización de España, la  vuelta de las carabelas y galeones, según Alfonso Reyes.  Perdidos Cuba y Puerto Rico (1898) la decadencia española, que viene desde el siglo XVII, permite la reconciliación, después de la negación inevitable de España, de los hombres de la independencia.  España ya no era el enemigo, otros habían asumido este papel, concretamente los Estados Unidos, que concitan el odio y la animadversión general.  España es redescubierta como parte esencial de nuestra identidad y de nuestra historia.  Gil Fortoul va a formar parte de esta corriente que tuvo numerosos y esclarecidos representantes en toda hispano-américa.  Aunque  se reivindica a España como cultura, el conquistador no queda bien parado; se admira su valentía y temeridad, pero se les presenta y crueles y sanguinarios y cuyo único afán era el oro.  Es magistral su semblanza del Tirano Aguirre.  Gil Fortoul logra un ensayo/síntesis, bien escrito.  Sus fuentes biliográficas son variadas y sólidas.  Historia de acontecimientos y presentación somera de hechos; el hilo conductor es la barbarie de la conquista.  Violencia desenfrenada, común a todas las conquistas, como muy bien lo apunta Gil Fortoul al hacer referencia a un hecho contemporáneo.  Violencia que marca a hierro a nuestra historia.

         José Gil Fortoul es un gran escritor, desde la primera a la última línea, y es lo que hace imperecedera a su Historia.  Son textos memorables, como por ejemplo el retrato del conquistador.  <  tregua , la visión constante del peligro y la muerte, la tenaz esperanza de El Dorado que se desvanecía todas las tardes en el horizonte de ignoradas soledades, las vigilias en campamentos insalubres, la ausencia de mujeres de la propia raza, que hubieran tal vez endulzado el temple de aquellas ásperas almas, donde con el valor heroico habitaban la codicia y el despecho, la ira y la venganza, apenas tenían más distracción que efímeros sensuales amoríos con alguna india cautiva o el cuento picaresco referido en noches de descanso por algún soldado poeta>>.

         Otro texto admirable lo constituye su interpretación de la conquista.  <>.  Gil Fortoul es escritor en la mejor tradición de los cronistas y se equipara a los mejores narradores contemporáneos.
         Nuestro historiador admira al conquistador como individuo esforzado y valeroso, pero juzga la conquista como empresa nefasta.  <  rutinarios>>.  España nos legó su decadencia y con ello marcó una herencia desdichada de ignorancia y atraso. Nuestro historiador, como tantos otros, se va mover en un terreno ambiguo de admiración y rechazo hacia la antigua metrópoli.
         Esta temática es tratada por nuestro historiador con ecuanimidad y visión moderna.  Simpatiza con el mundo y la cultura indígena, menos evolucionada que la europea en algunos aspectos, pero en nada inferior.  Parte del hecho que <>.
          Gil Fortoul distingue con claridad la contra-dicción existente entre la buena intención de las leyes con respecto al indio y la dura realidad de éste, exterminado inmisericordemente o sometido a esclavitud y servidumbre.  Los indígenas fueron sometidos con extrema violencia: <  Los naturales – dice candorosamente el Prefecto Fray Miguel – conservan de padres a hijos la memoria de las crueldades que hicieron con sus antepasados los primeros españoles>>.
        
         Igual suerte corrieron los indios con la República, por un lado se dictaban leyes humanitarias y por el otro seguían en servidumbre y explotación.  Diezmados y arrinconados, los indios diluyeron su sangre en el gran mestizaje nacional.  <>. Para José Gil Fortoul, como para otros autores, lo importante es el mestizaje.  Sobre el mito del indio heróico, la dura resistencia y la violenta y humillante integración, casi siempre por violación, surge el mito de la nueva raza, la raza cósmica la llamará  Vasconcelos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario