La Conquista fue una empresa de
fanatismo y codicia, pero como todas las cosas humanas, todo lado oscuro tiene
su contraparte luminosa. De allí que Gil
Fortoul, si bien utiliza el testimonio militante y crítico de Fray Bartolomé de
las Casas, igualmente destaca y valoriza la temprana acción civilizadora de
algunos hombres: juristas, poetas, misioneros, gobernantes, etc... El autor
trata de ser imparcial frente a la Conquista, no oculta los desmanes, sin negar
los aportes. En este sentido, Gil
Fortoul marca una tendencia dominante en nuestra historiografía. De hecho, es común a toda hispanoamericana
esta revalorización de España, la vuelta
de las carabelas y galeones, según Alfonso Reyes. Perdidos Cuba y Puerto Rico (1898) la
decadencia española, que viene desde el siglo XVII, permite la reconciliación,
después de la negación inevitable de España, de los hombres de la
independencia. España ya no era el
enemigo, otros habían asumido este papel, concretamente los Estados Unidos, que
concitan el odio y la animadversión general.
España es redescubierta como parte esencial de nuestra identidad y de
nuestra historia. Gil Fortoul va a
formar parte de esta corriente que tuvo numerosos y esclarecidos representantes
en toda hispano-américa. Aunque se reivindica a España como cultura, el
conquistador no queda bien parado; se admira su valentía y temeridad, pero se
les presenta y crueles y sanguinarios y cuyo único afán era el oro. Es magistral su semblanza del Tirano
Aguirre. Gil Fortoul logra un
ensayo/síntesis, bien escrito. Sus fuentes biliográficas son variadas y
sólidas. Historia de acontecimientos y
presentación somera de hechos; el hilo conductor es la barbarie de la
conquista. Violencia desenfrenada, común
a todas las conquistas, como muy bien lo apunta Gil Fortoul al hacer referencia
a un hecho contemporáneo. Violencia que
marca a hierro a nuestra historia.
José Gil Fortoul es un gran escritor,
desde la primera a la última línea, y es lo que hace imperecedera a su
Historia. Son textos memorables, como
por ejemplo el retrato del conquistador.
< tregua ,
la visión constante del peligro y la muerte, la tenaz esperanza de El Dorado
que se desvanecía todas las tardes en el horizonte de ignoradas soledades, las
vigilias en campamentos insalubres, la ausencia de mujeres de la propia raza,
que hubieran tal vez endulzado el temple de aquellas ásperas almas, donde con
el valor heroico habitaban la codicia y el despecho, la ira y la venganza,
apenas tenían más distracción que efímeros sensuales amoríos con alguna india
cautiva o el cuento picaresco referido en noches de descanso por algún soldado
poeta>>.
Otro
texto admirable lo constituye su interpretación de la conquista. <>. Gil Fortoul es escritor en la mejor tradición
de los cronistas y se equipara a los mejores narradores contemporáneos.
Nuestro
historiador admira al conquistador como individuo esforzado y valeroso, pero
juzga la conquista como empresa nefasta.
<
rutinarios>>. España nos
legó su decadencia y con ello marcó una herencia desdichada de ignorancia y
atraso. Nuestro historiador, como tantos otros, se va mover en un terreno
ambiguo de admiración y rechazo hacia la antigua metrópoli.
Esta temática es tratada por nuestro
historiador con ecuanimidad y visión moderna.
Simpatiza con el mundo y la cultura indígena, menos evolucionada que la
europea en algunos aspectos, pero en nada inferior. Parte del hecho que <>.
Gil
Fortoul distingue con claridad la contra-dicción existente entre la buena
intención de las leyes con respecto al indio y la dura realidad de éste,
exterminado inmisericordemente o sometido a esclavitud y servidumbre. Los indígenas fueron sometidos con extrema
violencia: < Los naturales – dice candorosamente el
Prefecto Fray Miguel – conservan de padres a hijos la memoria de las crueldades
que hicieron con sus antepasados los primeros españoles>>.
Igual
suerte corrieron los indios con la República, por un lado se dictaban leyes
humanitarias y por el otro seguían en servidumbre y explotación. Diezmados y arrinconados, los indios
diluyeron su sangre en el gran mestizaje nacional. <>. Para José Gil Fortoul, como para otros autores, lo
importante es el mestizaje. Sobre el
mito del indio heróico, la dura resistencia y la violenta y humillante
integración, casi siempre por violación, surge el mito de la nueva raza, la
raza cósmica la llamará Vasconcelos.
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