lunes, 27 de abril de 2009

La voluntad de poder

La voluntad de poder forma parte de la condición humana y es consubstancial a la vida, según el filosofo Federico Nietzsche.

Es una negación de “valores” y afirmación de otros, presentados como “nuevos”. En ese sentido, nuestros caudillos-presidentes, incluido el “pretrócrata” actual, buscan y quieren el poder, a toda costa y por encima de cualquier cosa y creen, de verdad verdad, que lo hacen por servir a una causa noble y redimir a su “pueblo”. Son los “vengadores” históricos de una sociedad.

Esta enfermedad, llamada voluntad de poder, si no es contenida por la ley, arrastrará a las sociedades que lo permiten y toleran a grandes tragedias, como fuerzas de la naturaleza desbordadas. También las sociedades enferman, y se alienan frente a estos individuos mesiánicos imbuidos de “voluntad de poder” como si de una misión divina se tratara.

“La voluntad de poder” sólo puede ser explicada desde la psicología, ya que el concepto conlleva una vida de carencias y necesidades y que pueden ser satisfechas y compensadas por el dominio y la fuerza. La voluntad de poder no conoce otro límite que la voluntad de poder y Hitler sólo pudo ser detenido por una fuerza superior a un costo de 50 millones de cadáveres.

“La voluntad de poder” en la historia ha sido una tragedia, de allí que me niego a aceptar que sea un rasgo fundamental de la “vida”; igual que no comparto la teoría Darwinista de la sobrevivencia del más apto y el más fuerte.

La sociedad moderna si quiere, puede evitar y derrotar la “voluntad de poder” a través de la “domesticación” del poder, con la limitación y control del poder, no otra cosa es la democracia en su sentido más amplio y profundo.

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