a mi nieta Claudia Sofía
Para él, sólo dos patrias son reales la lengua y cultura húngara y el de la libertad, el escritor vivió para ambas, con agonía creativa y fidelidad extrema.
Cuando decide expatriarse definitivamente, fue por la “bolchevización” de su país. Las “nacionalizaciones” fueron los instrumentos de la ruina y control del país: industrias, tierras, servicios, grandes y pequeñas empresas, todo fue estatizado y con ello la libertad de un pueblo fue sometida a la servidumbre soviética. Se pregunta el escritor “que ocurría (y la idea me asustó de verdad) si alguien dijera de repente que todo lo que estaba sucediendo, no sólo era mezquino y cruel, sino también profunda y desesperadamente superfluo y estúpido”.
El fanatismo es estúpido y el mayor peligro siempre han sido las estupideces que lo oscurecen todo.
Creer en las ideas abstractas de utopías ilusorias y en los proyectos personales mesiánicos siempre ha marcado épocas de grandes tragedias y fracasos históricos. En el siglo XX la humanidad los padeció en extremo, allí está el monumental y trágico fracaso del nazi - fascismo con sus campos de exterminio, y un fanatismo y una estupidez cultivada desde un poder ciego e irracional y ni hablar de ese terrible experimento que sacrificó varias generaciones de tantos pueblos y que culminó en el aparatoso fracaso de
La irracionalidad y la estupidez no pueden ser quienes marquen el futuro de la humanidad y mucho menos en el siglo XXI, ya que algo debimos haber aprendido del siglo XX.
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