jueves, 24 de enero de 2013

Democracia, Sociedad Civil y Zulianidad


Entre los desafíos del siglo XXI está la construcción de una nueva democracia, más democrática, abierta, tolerante, plural, de poderes autónomos y gobiernos alternativos, así como con garantías plenas y eficaces a los derechos humanos y a la paz y a la solidaridad como programa permanente. Con plena gobernabilidad y oportunidades para todos, en donde el progreso y el desarrollo dejen de ser discursos vacios o simples propuestas bien intencionadas. La persona se asume más importante que el gobierno, y la sociedad más importante que el Estado. La nueva realidad política trasciende la vieja división entre lo público y lo privado, y cobra creciente importancia la sociedad civil, como un quinto poder en ascenso, que articula en una ciudadanía responsable, múltiples grupos y asociaciones, temporales o permanentes, totalmente horizontales, voluntaria y libres, para promover las mejores causas, sin daño ni perjuicio para nadie, y sin propósitos de poder o dominio y su empeño principal no es otro que el desarrollo de un modelo democrático moderno, libertario y solidarios. Es la expresión de un proceso de emancipación de la sociedad frente al Estado (Bobbio, 1997). “La sociedad civil termina siendo la confluencia de múltiples organizaciones, movimientos (y redes sociales) y expresiones de la sociedad que reaccionan frente al fracaso de gobiernos y partidos que ya no pueden imponer su globalidad activista e ideológica, y de políticos que solo emiten discursos generales sin mayores niveles de diferenciación, ni propuestas alternativas a los múltiples problemas de un mundo plural, urbano e intercomunicado”. Revista Nueva Política. Número 13 – Octubre 2012.
La acción política se amplía como acción pública permanente, que trasciende la participación electoral. Hay que votar pero seguir participando para monitorear y hacerle seguimiento tanto al sector público como privado, desde la ciudadanía activa organizada, para que sean eficaces y honestos y sus fines y objetivos no contradigan los fines y objetivos de la sociedad en general. La sociedad civil no es otra cosa que una democracia de ciudadanos, no de simples votantes y mucho menos de indiferentes y aprovechadores, no otra cosa quería significar Simón Rodríguez cuando exigía repúblicos para que existiera la República.
Nos hemos convocado como ciudadanos zulianos para respaldar una candidatura, y lo hacemos entre otras banderas, con la consigna de la zulianidad. Esta es nuestra circunstancia y nuestro argumento principal en esta coyuntura electoral para elegir gobernador del Estado. Evidentemente nadie es dueño de la zulianidad, como identidad colectiva común, en el fondo es una expresión y una metáfora de una realidad compleja y cambiante como lo es la identidad antropológica, histórica y cultural de esta región y de esta ciudad. Todo zuliano y todo maracaibero participan de esta identidad, esté o no consciente de ello, y no importa cuáles sean sus preferencias políticas e ideológicas, pero en este caso, tiene sentido enarbolar la bandera de la zulianidad como expresión de un proyecto político histórico insatisfecho o no logrado, como lo es la siempre preterida y nunca realizada plenamente República Federal de nuestra primera Constitución, así como la necesidad de seguir construyendo como proyecto complementario de la República Federal, la Democracia Civil Descentralizada, apenas esbozada en 1947 con el sufragio universal, y en 1958 con la apertura democrática, antiautoritaria, pluralista, civil y alternativa y de esto se trata, de cara al Siglo XXI y al futuro que recién comienza, definitivamente dejar fundada de manera permanente la República Civil, Federal, Democrática y Descentralizada, en donde las autonomías personales y colectivas estén garantizadas así como la libertad plena y los derechos humanos, con su fuerte carga de solidaridad y justicia social. Una vez más, el dilema es optar entre el centralismo autocrático o la descentralización democrática. Hay que recordarle al país y a la región que el centralismo autocrático no termina de morir, y en el fondo ha sido la gran estafa histórica que usufructuó nuestros atrasos y miserias, pero que es inconcebible hoy en plena modernidad y globalización. Los caudillos son anacrónicos por definición y el actual es un anacronismo insostenible e inviable, como su alucinado proyecto ideológico importado. El centralismo no quiere gobernadores civiles electos, independientes y autónomos que hacen patria desde las regiones, los quiere subordinados a Miraflores, y quiere liderazgos domesticados y subalternos.
El Zulia fue y es empecinado en su regionalismo telúrico, hasta llegar a ser todo un símbolo nacional de autonomía militante e identidad dinámica afincada en sus realizaciones positivas, con toda su rica simbología cultural y fuerte arraigo telúrico. En el Zulia y en el zuliano es irrenunciable el proyecto democrático y descentralizador que comparte con el resto del país y con las tendencias más dinámicas y progresistas del resto del mundo, y de eso se trata en esta coyuntura electoral, volver a decidir entre los centralistas de siempre y quienes hemos apostado a la libertad responsable y a la descentralización como proyecto político y de gobierno estratégicamente conveniente y necesario. El futuro se construye sobre el aprendizaje a partir de nuestros errores y sobre los aciertos de nuestro pasado afirmativo, y sin lugar a dudas, si algo ha mantenido unido y le ha dado continuidad a la mejor genética de nuestra historia, es la épica civil que nunca ha abandonado el sueño de hacer realidad una república federal democrática y descentralizada.

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