En esta primera etapa de la vida del Libertador, en la
versión de Gil Fortoul, se destacan tres influencias sobre el joven patricio:
la de Simón Rodríguez, los viajes por Europa y las ideas de la Revolución Francesa.
Bolívar es presentado como predestinado , quien para 1812 está preparado para
su cita con el destino. Dan testimonio
de ello su Manifiesto de Cartagena y la Campaña Admirable. También para nuestro historiador, Bolívar es
el héroe necesario de la patria irredenta.
Gil Fortoul se suma estusiasta a la ya larga tradición bolivariana. A pesar de su visión jurídico/institucional
de la historia, no escapa a la fascinación del héroe, muy en la tradición romántica,
la historia es raptada por el héroe.
<>. Con esta
lapidaria frase resume y expresa Gil Fortoul su opinión sobre estos terribles
años. Todo el capítulo es un cuadro
épico y una tragedia griega. Luchan y
mueren los hombres, la guerra se vuelve interminable, la miseria asola al
país. La descripción de los personajes
es magistral, como la de Boves. Bolívar
se impone, temerario y audaz, mas allá de las derrotas. Es el caudillo batallador, el jefe supremo de
la guerra, un Dictador, a la manera de la vieja Roma, el jefe necesario, el
hombre de las circunstancias, el hombre de las dificultades, primero entre
iguales. Su autoridad es discutida y
cuestionada. Su prudencia, tesón y valor
permanentemente puestos a prueba.
El
problema es la guerra y no el gobierno; las discusiones de 1810 y 1811 quedaron
atrás, al igual que las indecisiones y las debilidades. La guerra comenzó como un acto soberano de
independencia frente a España; era una guerra internacional, de acuerdo a las
normas establecidas al respecto. Dos años después es una carnicería, donde
todos los odios están presentes y todas las pasiones se encuentran desbordadas.
La
patria es apenas una excusa para matar y sobrevivir.
Restituído
Fernando VII al trono de España, declara sin efecto la Constitución Española
del año 12, de corte liberal, y emite una circular sobre los hechos de América,
de reconquista, pero al mismo tiempo conciliadora, propiciando <>.
Bolívar,
para mayo de 1815, está en Jamaica, en el exilio, y aquí redacta y publica su
famosa Carta. La experiencia le ha
permitido visualizar todo el proceso independentista como un proceso
fundamentalmente político y con dimensiones americanas e internacionales. Es una mirada al futuro, pero no de un
idealista y utópico, en el peor sentido de la palabra, sino es la visión de un
estadista con una perspectiva estratégica del proceso y una percepción
histórica de la realidad. Con la ayuda
de Petión y Brion, Bolívar integra una pequeña brigada internacional (250
hombres), a pesar de su prestigio y liderazgo cuestionado. Sale de Haití para invadir Margarita: de aquí
a Oriente, Carúpano y Guayana. Su jefatura
es cuestionada severamente y su liderazgo debilitado. A pesar de todo, los patriotas logran
asentarse firmemente en Guayana y ésta se convierte en la base de operaciones
de las próximas y decisivas campañas.
<
Tomamaos la espalda al
enemigo de aquí
hasta Santa Fe
y poseemos un
inmenso territorio en una y otra ribera del Orinoco, Apure, Meta y
Arauca. Además poseemos ganados y
caballos: y como en el día la lucha se reduce a mantener el territorio y a
prolongar la campaña, el que logre esta ventaja será el vencedor>>. No se equivocó. En este proceso, el aspecto político e
ideológico cobra importancia creciente; se ha tomado conciencia de la necesidad
de incorporar a todos los estratos de la población al proceso emancipador y se
actúa en consecuencia.
<> y se
proclama la necesidad de constituir un cuerpo legislativo que discuta y apruebe
las leyes que el país requiere y el sistema de gobierno que convenga. Este es período difícil y complejo.
Bolívar y los patriotas han aprendido de las derrotas; el proceso
emancipador al fin se afirma sobre bases sólidas y se hace irreversible. Se cuenta con un territorio y un ejército,
apoyo internacional y un liderazgo esclarecido.
Las únicas sombras son las diferencias entre los jefes patriotas:
Bolívar y Mariño y en cierta medida con el propio Páez, siempre sometido a
medias.
Las
rivalidades y diferencias que terminan trágicamente son las de Bolívar y Piar. Este último es el jefe patriota del momento;
sus triunfos han permitido adueñarse de Guayana. El conflicto entre los dos jefes patriotas
llegó a tales extremos que, según Gil Fortoul, Bolívar se vio en la necesidad
de extirpar el peligro de guerra civil, de raíz, con el fusilamiento de
Piar. De esa manera, Mariño, Páez,
Arismendi, Bermúdez y otros se le sometieron y así se garantizó la
indispensable unidad de mando del ejército patriota. Bolívar comienza a vivir una plenitud humana
y política: es el jefe indiscutible. La
victoria está al alcance de la mano, sabe lo que quiere y está consciente de lo
que es. Soldado y estadista, ha
aprendido que <>.
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