martes, 27 de julio de 1999

J. GIL FORTOUL: HISTORIA Y CULTURA




“Se ha dicho que nadie
puede cambiar la historia,
pero también se sabe que,
 al transformar su interpretación,
ella misma resulta modificada”.

         Dentro de una visión somera y general de este período (1830 – 1863), destacan las consideraciones de tipo historiográfico que hace Gil Fortoul, especialmente referidas a Juan Vicente González y Felipe Larrazábal, así como su admiración y respeto por Cecilio Acosta.

         J.V. González, panfletario y virulento, es un gran escritor que escribe historia <>; cuando escribe sobre hechos y personajes, en realidad está pensando en su propio destino en confrontación permanente con su realidad, como diría Roa Bastos: la biografía es un género imposible porque siempre que intentamos o pretendemos hablar de los otros, terminamos siempre hablando de nosotros mismos.

         Dice Gil Fortoul:  <  Su imaginación de artista no se contentaba con referir hechos: corría desde luego al actor, al hombre, para infundirle sus propias pasiones....Como historiador de Ribas y de sus coetáneos, González tiene las mismas cualidades, buenas y malas, que como polemista.  Bien informado siempre, no escribe nunca sin bordar arabescos, sin perder de vista que antes que historiador es literato.  Todos sus personajes pecan por algo de postizo o convencional.  Les insufla a menudo sus propios sentimientos y hasta les presta su estilo>>.

         La historiografía tiene en este período sus dos máximos representantes en J.V. González y Felipe Larrazábal.  Dice Gil Fortoul: <  español  de  Oviedo  y  Baños,  ni  la interesada  polémica de José Domingo Díaz, ni la adusta frialdad de Yánez, ni la mera recopilación de Blanco, ni el clasicismo compasado, a veces intransigente, de Baralt>>.

         Felipe Larrazábal prefiere la biografía a la historia propiamente dicha <  Su vida de Bolívar pudiera calificarse de poema en prosa>>.

         Felipe Larrazábal recopila todo lo que podía conseguirse sobre el Libertador y se vanagloriaba de <>......<>.

         Con Larrazábal se oficializa el culto a Bolívar; la historia es transmutada en mito y leyenda y el personaje queda atrapado para siempre en el panteón y el olimpo; condenado al bronce y al mármol, Bolívar es desencarnado y de alguna manera traicionado.  Sólo la literatura, y de alguna manera la tradición popular; lo conservan desacralizado. Gabriel García Márquez lo intentó con su novela <> y el pueblo lo ha incorporado a sus luchas y esperanzas, tal como lo expresa Alí Primera en una de sus canciones:  <>.

         Gil Fortoul termina su Historia con una declaración sobre lo que él piensa sobre la historia como disciplina y del oficio de historiador.

         En suma, González y Larrazábal, a semejanza de Baralt, aunque con estilo moderno, consideran todavía la producción histórica como un género puramente literario.  No realizan aún, a pesar de serles conocidos excelentes modelos, el concepto de la historia política, que cultiva, como ciencia y arte al mismo tiempo; ciencia de observación en cuanto a la exactitud de circunstancias y sucesos; ciencia también; o psicología retrospectiva, en el estudio de almas, pasiones, ideales, utopías, costumbres, leyes, necesidades, apetitos; arte no sólo de buscar, ordenar y resumir materiales, sino de abrir las tumbas para arrancarles sus secretos, reabrir labios que no hablan, y, arte consumado, sorprender el hilo que va encadenando unas a otras las generaciones; finalmente sujetar el ímpetu de la imaginación a la veracidad de las narraciones, y decirlo todo en lengua exacta y bella>>.
                                                                      
Gil Fortoul, sin decirlo, se asume como el primero que escribe una historia científica en Venezuela, Ciencia y arte al mismo tiempo, la historia tiene que ser veraz y coherente, y en cierta manera total, aunque en nuestro historiador esa totalidad se resienta de muchos aspectos importantes ausentes.

         Gil Fortoul deplora en J.V. González y en Felipe Larrazábal que se evadan hacia el pasado y piensen que el tiempo mejor está allí, un pasado heroico y glorioso, que se impone a un presente menguado e infeliz.  Gil Fortoul, sin dejar de admirar ese pasado y concretamente al Libertador y la gesta independentista , cree en la historia como progreso.  En este sentido nos resulta un historiador moderno y cercano.

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