“Se ha dicho que nadie
puede cambiar la historia,
pero también se sabe que,
al transformar
su interpretación,
ella misma resulta modificada”.
Dentro de una visión somera y general de este
período (1830 – 1863), destacan las consideraciones de tipo historiográfico que
hace Gil Fortoul, especialmente referidas a Juan Vicente González y Felipe
Larrazábal, así como su admiración y respeto por Cecilio Acosta.
J.V.
González, panfletario y virulento, es un gran escritor que escribe historia
<>; cuando escribe sobre hechos y personajes, en
realidad está pensando en su propio destino en confrontación permanente con su
realidad, como diría Roa Bastos: la biografía es un género imposible porque
siempre que intentamos o pretendemos hablar de los otros, terminamos siempre
hablando de nosotros mismos.
Dice
Gil Fortoul: < Su imaginación de artista no se contentaba
con referir hechos: corría desde luego al actor, al hombre, para infundirle sus
propias pasiones....Como historiador de Ribas y de sus coetáneos, González
tiene las mismas cualidades, buenas y malas, que como polemista. Bien informado siempre, no escribe nunca sin
bordar arabescos, sin perder de vista que antes que historiador es
literato. Todos sus personajes pecan por
algo de postizo o convencional. Les
insufla a menudo sus propios sentimientos y hasta les presta su estilo>>.
La
historiografía tiene en este período sus dos máximos representantes en J.V.
González y Felipe Larrazábal. Dice Gil
Fortoul: <
español de Oviedo
y Baños, ni la
interesada polémica de José Domingo Díaz, ni la adusta frialdad de Yánez,
ni la mera recopilación de Blanco, ni el clasicismo compasado, a veces
intransigente, de Baralt>>.
Felipe
Larrazábal prefiere la biografía a la historia propiamente dicha < Su vida de Bolívar pudiera calificarse de
poema en prosa>>.
Felipe
Larrazábal recopila todo lo que podía conseguirse sobre el Libertador y se
vanagloriaba de <>......<>.
Con
Larrazábal se oficializa el culto a Bolívar; la historia es transmutada en mito
y leyenda y el personaje queda atrapado para siempre en el panteón y el olimpo;
condenado al bronce y al mármol, Bolívar es desencarnado y de alguna manera
traicionado. Sólo la literatura, y de
alguna manera la tradición popular; lo conservan desacralizado. Gabriel García
Márquez lo intentó con su novela <> y
el pueblo lo ha incorporado a sus luchas y esperanzas, tal como lo expresa Alí
Primera en una de sus canciones:
<>.
Gil
Fortoul termina su Historia con una declaración sobre lo que él piensa sobre la
historia como disciplina y del oficio de historiador.
En
suma, González y Larrazábal, a semejanza de Baralt, aunque con estilo moderno,
consideran todavía la producción histórica como un género puramente
literario. No realizan aún, a pesar de
serles conocidos excelentes modelos, el concepto de la historia política, que
cultiva, como ciencia y arte al mismo tiempo; ciencia de observación en cuanto
a la exactitud de circunstancias y sucesos; ciencia también; o psicología
retrospectiva, en el estudio de almas, pasiones, ideales, utopías, costumbres,
leyes, necesidades, apetitos; arte no sólo de buscar, ordenar y resumir
materiales, sino de abrir las tumbas para arrancarles sus secretos, reabrir
labios que no hablan, y, arte consumado, sorprender el hilo que va encadenando
unas a otras las generaciones; finalmente sujetar el ímpetu de la imaginación a
la veracidad de las narraciones, y decirlo todo en lengua exacta y
bella>>.
Gil Fortoul, sin decirlo, se asume
como el primero que escribe una historia científica en Venezuela, Ciencia y
arte al mismo tiempo, la historia tiene que ser veraz y coherente, y en cierta
manera total, aunque en nuestro historiador esa totalidad se resienta de muchos
aspectos importantes ausentes.
Gil
Fortoul deplora en J.V. González y en Felipe Larrazábal que se evadan hacia el
pasado y piensen que el tiempo mejor está allí, un pasado heroico y glorioso,
que se impone a un presente menguado e infeliz.
Gil Fortoul, sin dejar de admirar ese pasado y concretamente al
Libertador y la gesta independentista , cree en la historia como progreso. En este sentido nos resulta un historiador
moderno y cercano.
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