martes, 27 de julio de 1999

J.GIL FORTOUL: CIVILIZACIÓN Y BARBARIE II



José Tadeo impone a su hermano menor José Gregorio para sucederle en la Presidencia de la República (1850-1855), contra las aspiraciones de Antonio Leocadio Guzmán.  Hubo algunos intentos de resistencia armada frente al continuismo de los Monagas, rápidamente sofocados.  Continúa en el Gobierno el autoritarismo, el peculado y la corrupción.  A nivel legislativo se promulgan leyes sin incidencia real en la práctica y sólo destaca, a un nivel fundamentalmente simbólico, la abolición de la esclavitud en 1854 que de hecho estaba extinguida.

<>.  El Gobierno como propiedad de los Monagas, el país asumido como una hacienda mientras la sociedad venezolana sobrevive en la miseria.  Sociedad de cómplices, como diría muchos años después Mario Briceño Iragorry; gamonales y bachilleres depredaban al país sin otro norte que el provecho personal.  El siglo XIX va a definir una manera de hacer política en Venezuela, que todavía persiste en algunas de sus características más negativas.  Decía el Obispo Mariano de Talavera en 1855, en la toma de posesión de la 2da. Presidencia de José Tadeo: <  Carestía de las subsistencias por causas bien conocidas; lamentablemente atraso de la agricultura por motivos que vos sabéis; amargo malestar y más amargo porvenir de las familias; reclamaciones casi amenazadoras de algunas potencias extranjeras; enfermedades y epidemias.....silencio sepulcral de la prensa; una deuda inmensa que gravitará  sobre diez generaciones; el agio (especulación) llevado hasta el escándalo; la justicia envilecida, las garantías violadas.....>>¡Qué poco ha cambiado la República! Planes y proyectos se presupuestaban para robar.  Se ejecutaban pocas obras, la mayoría mal hechas e incompletas.  Con la política de <> se inauguraban carreteras, vías férreas y telégrafos que nunca se terminaban por completo y se reducían a unos cuantos kilómetros de vías y postes.  El país se construía a retazos, sin continuidad y sin mantenimiento.  El problema para la clase dirigente, del gobierno y de la oposición, era el poder, cómo adquirirlo y cómo conservarlo, enfermedad obsesiva que no conocía otro límite que la propia ambición y el particular interés.

         Con congresos pasivos y serviles,  Ministros corruptos, ineptos y complacientes, el amo del poder vivía urdiendo tramas para afianzar su dominación personalista.  Dice Gil Fortoul.  <  Vivía bajo la obsesión del poder, y no tenía pensamiento sino para averiguar el medio de conservarlo>> (retrato anticipado de muchos de nuestros gobernantes posteriores, incluidos los de nuestra etapa <>).

         José Tadeo Monagas, planea modificar la Constitución para continuar en el poder.  Su opinión, expresada en 1848, era que la Constitución debía servir para todo, era como un traje que debía ser ajustado a la medida, necesidades y conveniencia de cada quien.  Su intento de reforma constitucional concita una oposición casi total, incluyendo a su hermano José Gregorio que aspiraba a la alternabilidad presidencial en el pacto nepótico de los Monagas.  La política concitaba todo el interés, aunque entre la clase dirigente se había instalado una retórica a favor de la idea de progreso calcada sobre el modelo norteamericano; algunos venezolanos de buena fe si pensaban y trabajaban para el progreso del país, pero era una minoría tan exigua y de tan escaso poder que su incidencia objetiva en los asuntos nacionales era casi nula.

         Para ejemplificar este período existe un documento que Gil Fortoul reproduce y que tiene un valor antológico: la carta que le escribe José Gregorio a José Tadeo, fechada en Barcelona, el 27 de Mayo de 1856, y cuya autoría  intelectual  y redacción  se le atribuye al  exministro Planas.

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