Sin lugar a dudas somos un país en donde la lógica y la racionalidad no es nuestra principal característica y si queremos un ejemplo al respecto es que le tratemos de explicar al mundo los resultados electorales del 26 de septiembre del 2010 para integrar la nueva Asamblea Nacional. El partido de gobierno (PSUV) sacó 5.333.910 votos (47%) para elegir a 98 diputados mientras que la oposición (MUD + PPT) sacó 5.943.853 votos (52.7%) para elegir 67 diputados y de estos 67 diputados el gobierno con una maniobra judicial pretende desconocer a 3 de ellos. Si todo ello no fuera suficiente la feneciente Asamblea anterior habilitó al presidente por 18 meses para que pudiera legislar en casi todas las materias y competencias propias de la Asamblea Nacional. No somos una dictadura pero tampoco somos una democracia. Sin lugar a dudas somos una autocracia (gobierno y concentración de poder en un solo hombre) y si asumimos el apresurado paquete de leyes aprobado en los últimos tiempos del 2010 tampoco hay duda que podemos hablar de un proyecto totalitario que los medios han caracterizado como el paquete cubano, que de hecho anula y trasgrede a la Constitución.
El 2011 luce difícil. La economía en recesión e inflacionaria. En lo social, la conflictividad va a ser recurrente y creciente y en lo político los desafíos son múltiples, lo que no debe implicar que abandonemos la ruta democrática y electoral de cara al 2012. El primer espacio de participación sin lugar a dudas son los espacios públicos o como dice la gente: la calle, y aquí los partidos políticos tienen una gran responsabilidad de acompañamiento. Igualmente es importante recuperar la Asamblea Nacional como espacio político por excelencia para la denuncia, el debate y las contralorías necesarias a un poder ejecutivo desbocado. El riesgo de esta Asamblea Nacional es que se convierta, como dijera Monseñor Lückert, en una gallera o en un museo de cera de figuras anacrónicas, acartonadas y encasilladas. El régimen va a seguir intentando huir hacia adelante, mostrando una fortaleza que no tiene, de hecho es un gobierno fuertemente comprometido por la corrupción y la ineficacia y ya sin el respaldo mayoritario que en algún momento pudo tener. Sus políticas erráticas y arbitrarias cada día son más resistidas y adversadas hasta lograr el recule presidencial con el IVA y la desastrosa y apresurada Ley de Universidades que apuntaba a la ingobernabilidad y destrucción de la Universidad para facilitar el control político de las mismas al gobierno así como la mediatización e instrumentalización ideológica de la misma.
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