En esta alucinada y alucinante locura de los últimos tiempos no hay otra racionalidad que la del dictador, vidas y bienes están en sus manos, como en las monarquías absolutas y para que el símil sea completo en esta Venezuela feudal, la violencia y la inseguridad ha permeado todos los estratos y sectores sociales. Hay como un empecinamiento voluntarista por regresar a etapas de la historia que creíamos superadas. En una sociedad urbanizada se quieren crear comunas rurales y en una sociedad moderna sin estado de derecho sólo se cree en la legalidad que impone la voluntad arbitraria del amo del poder, vía instituciones subordinadas y domesticadas y he allí la rémora y el drama principal de una sociedad que no practica la justicia y que no cree en la ley sustentada en ésta y elaborada por los órganos competentes no como expresión del gobierno de turno sino de la sociedad. La inexistencia en toda nuestra historia de un verdadero poder judicial esclarecido e independiente es nuestro principal problema estructural. Sin bases morales y jurídicas no hay verdadera república y mucho menos democracia. Al respecto son ilustrativas las siguientes palabras del eminente jurista Alberto Arteaga Pérez “La justicia en Venezuela ha sido un mito. Nosotros nunca realizamos ese valor. Y además sólo hay justicia en la medida en que haya leyes que consagren el poder judicial y en la medida en que se encarne en unos hombres capaces de aplicar la ley, de administrar ese valor con independencia y autonomía...además en la época de la dictadura, como decía Gómez, las cosas del dictador no iban a los tribunales ni a ningún tipo de Corte. Las dictaduras no necesitan de nada de eso...nosotros tuvimos el Primer Código Penal en el 1873, nos pasamos 60 años sin tener un Código Penal, como que ni siquiera nos hacía falta ese Código. En las dictaduras la justicia estaba al servicios del caudillo de turno.”
En Venezuela, la Constitución siempre se ha irrespetado y en el actual gobierno de manera absoluta, no solo ha sido el traje a la medida del dictador como decía José Tadeo Monagas, sino que la modifica e interpreta a conveniencia y de acuerdo a las circunstancias. Leyes, Decretos y Habilitantes no son más que instrumentos del poder para imponer un modelo cubano-comunista que los ciudadanos han rechazado de manera abrumadora tanto por la vía electoral como por la expresión orgánica de la opinión pública.
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