jueves, 8 de septiembre de 2011

"Sobres héroes y tumbas"


Título que tomo prestado del escritor argentino Ernesto Sábato (1911-2011) muy apropiado en estas fechas bicentenarias tan propicias a la necrofilia y la huida hacia el pasado. Manipulado este ideológicamente, como casi siempre ha ocurrido por el poder de turno. Sombras y fantasmas de la historia cuyas tumbas siguen abiertas a conveniencia y disposición del amo del poder. Procesión macabra de estatuas. Panteón y mausoleo de la historia escolar recordada de tanto en tanto en una interpretación de la historia asumida desde la muerte y negadora de la historia-vida que debería convocarnos al futuro más que al pasado, como sabiamente nos lo recuerda el texto bíblico “que los muertos entierren a sus muertos” y la exhortación a la mujer de Lot a no mirar hacia atrás para no convertirse en estatua de sal.
En Venezuela, la muerte violenta es cotidiana, todos vivimos con la angustia, el temor y el miedo a la inseguridad, en una sociedad violenta, armada y mal gobernada, siendo lo peor el mal ejemplo de cierto liderazgo nacional que ha hecho del lenguaje violento y la descalificación del adversario una política de Estado.
Se nos quiso atemorizar con un lema infame, como recordatorio reiterado de que la revolución está armada y quien no asuma su ideología no tendría otro destino que la muerte o el exilio. Hace tiempo en otro artículo hacia referencia a que el lenguaje no es neutral y las palabras terminan devolviéndose y afortunadamente hoy la palabra muerte ya no es popular y es impronunciable, por lo menos a nivel oficial, aunque nuestras calles siguen siendo inseguras y la violencia de todo tipo nos sigue amenazando. Una sociedad no progresa sino como un todo en donde las diferencias se respetan y la convivencia y la paz es el programa educativo y de gobierno más importante. En estos tiempos electorales, ojala que la moderación del lenguaje y la denuncia del sectarismo y el dogmatismo sean producto de una reflexión y una convicción y no acomodo oportunista a las exigencias electorales de captar una votación en las destruidas y desmoralizadas clases medias. El infame general franquista Millán Astray tenía por lema “Viva la muerte, muera la inteligencia”. En Venezuela quisiera creer, aunque sea producto de una enfermedad amenazante, que el nuevo grito sea: Viva la vida de todos los venezolanos.  

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