“Los moderados de todos los colores cedieron ante las fuerzas extremistas durante los próximos 10 años: 1811-1821” esta afirmación del historiador P. M. Mckinley (Caracas antes de la independencia, Monte Ávila 1987) explica sin lugar a dudas nuestros años fundacionales, con sus múltiples violencias raciales, sociales y política; la anarquía desatada y las pavorosas guerras civiles. Los años 1812, 1813, 1814, 1815 marcaron a sangre y fuego nuestro destino nacional. El radicalismo y el extremismo gobernó a Venezuela, fue la versión local de la época del terror en la revolución francesa. De julio de 1811 a julio de 1812, fueron los jacobinos patriotas que dominaron la escena y entre los sacrificados estuvo el propio Miranda. Entre julio de 1812 y agosto de 1813 prevalecieron los realistas, con Monteverde a al cabeza. Entre agosto de 1813 y julio de 1814, regresa Bolívar con su decreto de guerra a muerte, hasta que fue obligado a huir por el implacable y sanguinario J. T. Bóves que prevalece por 9 meses, entre julio de 1814 y abril de 1815. casi un lustro de guerra civil en donde el color de la piel se convirtió en bandera de guerra genocida y etnocida. La violencia fue nuestra partida de nacimiento y acta bautismal. Lamentablemente pareciera habernos quedado la costumbre y durante un largo siglo no supimos sino guerrear entre nosotros mismos en las llamadas guerras federales. Nuestra historia de violencia política y de sectarismo reiterado ha contaminado y perturbado nuestra tradición política hasta nuestros días, en particular en los desquiciados años de 1945-46 y en los últimos 12 años.
De los casi 400 mil habitantes de la provincia de Caracas en 1810, 5 años después se calculó 80 mil muertos producto de la violencia política. El terror era generalizado, dirigido por caudillos bárbaros sin otro límite que su codicia y sed de sangre. La mortandad al final de la guerra se calculó en 10 mil españoles y canarios exterminados y casi 100 mil de muertos se contabilizaron entre los blancos criollos y fundamentalmente los pardos. La horda y el caos gobernaron nuestro país durante esos 5 terribles y trágicos años. Contrariamente a lo que se llegó a pensar en la segunda mitad del siglo XX, una Venezuela sin memoria y adormecida en la prosperidad, Venezuela no solo no ha sido pacífica sino que la violencia prácticamente ha sido un instrumento nefasto utilizado por todos los bandos en nuestros procesos políticos.
jueves, 29 de septiembre de 2011
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