jueves, 8 de septiembre de 2011

Estado y Sociedad


La metáfora del becerro de oro en la Biblia va mucho más allá de la debilidad humana por el dinero y la riqueza y la sacralización de los mismos. Esta sacralidad incluye el culto al poder. Dios desaparece del horizonte humano o apenas es una referencia externa y ritual.
Los antiguos emperadores, faraones y reyes en todas las sociedades y culturas se pretendían de origen divino y se asumían divinizados. Esta minoridad humana felizmente tiende a desaparecer en la modernidad y el gobernante es reducido a lo que es: un simple humano, con virtudes y defectos, y en algunos casos hasta toleran la estupidez y la locura.
El pretencioso Luis XIV que arruinó y desangró a Francia no solo se creía predestinado sino que se apropió de la representación única y exclusiva del Estado (El Estado soy yo) pretensión que algunos lunáticos posteriores en el poder repitieron, entre otros Hitler y Mussolini; Stalin y Mao; Idi Amin y Mugabe y aquí en el Caribe José Leonidas Trujillo y Fidel Castro Ruz (Al respecto recomiendo dos películas, el Gran dictador de Charles Chaplin 1943 y el Último Rey de Escocia de Kevin Macdonald 2006, así como la novela La Fiesta del Chivo de Mario Vargas Llosa del año 2000). La Filosofía de estos tiranos es simple “todo dentro del Estado, nada fuera del Estado” y como el Estado encarna en ellos se convierten en nuevos emperadores y faraones de la modernidad, o el superhombre nietzscheano, malinterpretado por lectores fugaces de mentes afiebradas. El Estado es creación humana y no es eterno, es histórico y contingente, ni sustituye a la Sociedad, ni puede anular la dignidad y la libertad de la persona, de allí que San Agustín (354-430) pudiera afirmar “Si no se respeta la justicia, los Estados no son sino grandes bandas de ladrones” (De Civitate Dei IV, 4).
Los sistemas políticos democráticos del futuro van a potenciar el protagonismo del ciudadano y de la sociedad civil en general y van a reducir el tamaño del Estado y limitar fuertemente al gobierno y al gobernante en un proceso indetenible de personalización responsable de la libertad.

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