viernes, 16 de septiembre de 2011

Magia y poder


Con la pretensión de que la política es racional, tradición iniciada por Platón y Aristóteles, hemos obviado o silenciado lo irracional en ella. La magia, el misterio y la mitología que generan y rodean el ejercicio del poder. Seguramente en esto pensaba Max Weber cuando introduce un concepto religioso, el carisma, para identificar ciertas relaciones extrañas e inexplicables racionalmente entre ciertos individuos y las masas. Ésta, cuando actúa como grupo desidentificado, siempre se le ha relacionado con lo esotérico y patológico. De hecho la antropología y la psicología han identificado lo arcaico o proto-historia como el núcleo identificador en cada sociedad de conductas colectivas irracionales y que la mitología y su estudio han permitido parcialmente entender.
En el caso venezolano, los momentos de locura e irracionalidad en nuestra historia se reiteran cíclicamente. Toda una sociedad se aliena en conductas colectivas en donde la inconsciencia y la irresponsabilidad terminan definiendo esos comportamientos. En estos contextos es que surgen los liderazgos mesiánicos, que no sólo no le ponen fin a las crisis sino que las profundizan. Uno de los grandes éxitos del actual liderazgo mesiánico que gobierna el país es que logró demonizar a la mal llamada IV República y desvían hacia el imperialismo toda la carga de nuestras frustraciones, resentimientos y fracasos colectivos. Así transmutó de manera casi mágica a millones de militantes de Acción Democrática y COPEI en furibundos militantes de su causa como si ellos no hubieran tenido ninguna responsabilidad en lo que ahora denunciaban y execraban.
En las figuras mesiánicas convergen todos los temores y todas las esperanzas, dice René Girard, de sociedades que sometidas a su ciclo mimético cada tanto tiempo viven sus crisis cíclicas y catárticas. Cuando el “escándalo” se hace intolerable e insostenible, es decir cuando la crisis hace su aparición son asumidas por el colectivo de manera mágica e irresponsable. En Venezuela, en su siglo petrolero, el ciclo mimético puede caracterizarse por la periodicidad de las dictaduras y el autocratismo siendo el paréntesis democrático apenas un intento fallido de normalización psicológica que aspiramos como sociedad reasumir en los próximos tiempos.

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