viernes, 16 de septiembre de 2011

La dialéctica del dinero


La frase la tomo prestada del político y expresidente colombiano Alfonso López Michelsen quien se refería a lo que él llamaba la dialéctica de la chequera para referirse al poder corruptor del dinero y en particular en la relación, más allá de toda moral, entre la política y el poder. En todos los tiempos y en todas las sociedades ha existido esta dialéctica y en los tiempos modernos y particularmente en algunas sociedades como la nuestra es más generalizada y más visible.
En cada país adquiere connotaciones locales y caricaturescas como por ejemplo la “mordida mejicana” o el popular venezolanismo de “bajarse de la mula”. En Venezuela, en la Colonia se conoció la corrupción del funcionario y el generalizado contrabando. En las primeras décadas de nuestra República el robo más visible fue la terrofagia de muchos de los próceres que se constituyeron de manera abusiva en grandes terratenientes a través de la figura de los “haberes militares”. Pero donde la escalada de corrupción se hace visible y obscena fue en la época petrolera, es decir en el último siglo, agravándose progresivamente hasta llegar al actual gobierno, en donde parecieran haberse roto todos los diques y todas las proporciones.
La llamada burguesía venezolana en general con las excepciones del caso ha sido la mejor muestra de cómo la relación entre política, poder y patrimonio se hace patentemente visible. Así tenemos los enriquecidos del gobierno de Juan Vicente Gómez y siguientes. Los ricos de la dictadura perezjimenista y los “apóstoles” de los gobiernos de Acción Democrática y COPEI, hasta llegar a la actual “chavezburguesía” cuya voracidad para engullir presupuesto y convertirlo en patrimonio personal es todo un prodigio. Un amigo, hace tiempo, al referirse a esta problemática y tratar de explicarla usaba la expresiva frase de que en la política y los negocios lo que había era “una asociación de socios asociados en sociedad”.
Jorge Eliécer Gaitán, también político colombiano distinguía entre el país nacional y el país político para deslindar un sector altamente corrupto de otro sector no tan contaminado y en la misma dirección Alfonso López Michelsen distinguía entre los políticos de profesión y los políticos de vocación. Es decir, entre quienes asumen la política como vocación de servicio y quienes la asumen y practican como un sistema organizado de ventajas, prebendas y robo.

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