martes, 14 de diciembre de 1999

¿UN NUEVO HUMANISMO?



El hombre es un animal que aspira al sentido, decía Camus y el exceso de sentido conduce a la locura, es el costo de la lucidez, según Nietsche.
            Nuestra época ha heredado y proyectado un conjunto de teorías de ideologías que configuran nuestra representación mental de la misma.  Darwin, Marx, Nietsche, Freud y Einstein son algunos de los nombres fundamentales.
            La cultura contemporánea es el resultado de una tradición humanista, racionalista y científica y una realidad irracional.  De este encuentro/desencuentro ha surgido la cultura del siglo XX.
            El hombre contemporáneo ha padecido experiencias terribles, en verdad, ni más ni menos que los hombres de otras épocas, pero con la desventaja de no tener una religión ideológica consoladora.  En otros tiempos se sabía a que atenerse y nunca las dudas excedían las posibilidades de respuestas.  Hoy nadie sabe a que atenerse, todo es provisional y el ser humano yace sumergido en la confusión, las dudas y los interrogantes.  “Lo que antes fue ciencia, se ha convertido en ideología, banal saber circunstante; el “qué pensarán” tan hispano, así como “guardar las apariencias” no es más que el temor a lo que es realmente; de allí ese desafiante “hago lo que me da la gana” como refugio individual y respuesta anárquica al propio desvalimiento.  El español vive en “expectativa de destino” porque no está seguro de su pasado que se le ha escamoteado o fracturado, dando lugar a las dos Españas, una asesina de la otra.  “El hispano no tiene sino dos salidas o vivir sin vivir en sí” (empresas grandiosas, ilusionismo religioso, fiebre de oro, el teatro y el arbitrismo del siglo XVII), o el triste despertar frente a la realidad inexorable, el desengaño, la huida del mundo (ascética, novela picaresca, quietismo).  De extremo a extremo, este es el drama y la grandeza de España:  su mecanismo político, su utopismo económico-social, y de paso, este es nuestro drama y nuestra grandeza: lo hispánico que todavía somos los latinoamericanos.

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