Estos son los hombres agónicos,
contemporáneos de sí mismo que vivieron
a destiempo, desconfiando de la razón y huyendo de la locura.
El mundo moderno descansa sobre los hombros de
Galileo y Descartes y se expresa en la Enciclopedia como en ninguna otra obra y
en su corolario sangriento: la revolución
francesa. El culto a la razón lo es todo que hoy llamaremos la revolución
técno/científica. El hombre aspira
descubrir y dominar el mundo, como naturaleza, humanidad y cosmos y construir
sistemas políticos cuasi perfectos. Que
nos garanticen orden, oportunidades y felicidad, frente a este optimismo
histórico insurge la filosofía del sentimiento, el hombre como amenaza de sí
mismo y la existencia como trayectoria y de anhelos siempre insatisfechos.
Vico, Hamann y Herder es la trilogía de Berlin para
refutar la ilustración, es “la rebelión
contra la reglamentación”.
La tarea es tremenda: comunicarse con los hombres y con Dios,
pretender llegar a conocer el fundamento de Dios desde nuestra finitud,
asumiendo que “Dios es un poeta y no un matemático” contraposición trágica
entre ciencia y poesía, camino infinito hacia lo desconocido que permanece
oculto en la naturaleza y el cosmos y en el propio cerebro y conciencia del
hombre.
Historia de la técnica y la ciencia pero igualmente
historia de las ideas, emociones y
pasiones. Historia de la razón y del
sentimiento.
“Sabemos tanto y entendemos
tan poco”, angustia que acompaña la historia humana y que compromete todo el
ser del hombre prisionero de sus instintos y razón y
remordimientos, pero ese hombre apela a
la existencia concreta inmersa en la vida concreta, hecha de tiempo, espacio y
sentido “ no estoy aquí para pensar sino para ser, sentir, vivir” y complementa
Blake: “El pecho de un petirrojo en una
jaula/Encoleriza a todo el cielo”. “El
arte es el árbol de la vida... la ciencia es el árbol de la muerte.
Afirmación desconcertante para los hombres del Siglo XIX y XX que
han vivido y asumido la religión del progreso y el deslumbramiento de los
incontables logros de la tecno/ciencia.
De lo que se trata no es renunciar a la ciencia y el progreso; sería
como renunciar a parte de nuestra propia naturaleza y ello es imposible, el
problema de fondo es el desarrollo moral del hombre y la humanidad y la
concomitante sublimación de la ciencia a la ética.
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