martes, 14 de diciembre de 1999

ILUSTRACIÓN Y CONTRAILUSTRACIÓN



Estos son los hombres agónicos, contemporáneos de sí mismo que vivieron  a destiempo, desconfiando de la razón y huyendo de la locura.

El mundo moderno descansa sobre los hombros de Galileo y Descartes y se expresa en la Enciclopedia como en ninguna otra obra y en su corolario sangriento:  la revolución francesa. El culto a la razón lo es todo que hoy llamaremos la revolución técno/científica.  El hombre aspira descubrir y dominar el mundo, como naturaleza, humanidad y cosmos y construir sistemas políticos cuasi perfectos.  Que nos garanticen orden, oportunidades y felicidad, frente a este optimismo histórico insurge la filosofía del sentimiento, el hombre como amenaza de sí mismo y la existencia como trayectoria y de anhelos siempre insatisfechos.

Vico, Hamann y Herder es la trilogía de Berlin para refutar la ilustración,  es “la rebelión contra la reglamentación”.

La tarea es tremenda:  comunicarse con los hombres y con Dios, pretender llegar a conocer el fundamento de Dios desde nuestra finitud, asumiendo que “Dios es un poeta y no un matemático” contraposición trágica entre ciencia y poesía, camino infinito hacia lo desconocido que permanece oculto en la naturaleza y el cosmos y en el propio cerebro y conciencia del hombre.

Historia de la técnica y la ciencia pero igualmente historia de las ideas, emociones  y pasiones.  Historia de la razón y del sentimiento.

“Sabemos tanto y entendemos tan poco”, angustia que acompaña la historia humana y que compromete todo el ser del hombre prisionero de sus instintos y razón y remordimientos,  pero ese hombre apela a la existencia concreta inmersa en la vida concreta, hecha de tiempo, espacio y sentido “ no estoy aquí para pensar sino para ser, sentir, vivir” y complementa Blake:  “El pecho de un petirrojo en una jaula/Encoleriza a todo el cielo”.  “El arte es el árbol de la vida... la ciencia es el árbol de la muerte.

Afirmación desconcertante para los hombres del Siglo XIX y XX que han vivido y asumido la religión del progreso y el deslumbramiento de los incontables logros de la tecno/ciencia.  De lo que se trata no es renunciar a la ciencia y el progreso; sería como renunciar a parte de nuestra propia naturaleza y ello es imposible, el problema de fondo es el desarrollo moral del hombre y la humanidad y la concomitante sublimación de la ciencia a la ética.

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