martes, 14 de diciembre de 1999

Italo Calvino (1923-1965)



Uno de los grandes novelistas contemporáneos, Italo Calvino, nacido en Cuba de padres italianos y muy pequeño trasladado a la península.  En Turín estudió astronomía en la Facultad de Ciencias; truncados sus estudios por la guerra, participó en la resistencia antifascista y en el 45 se inscribió en el Partido Comunista Italiano.  Se graduó en letras y publicó su primera novela en 1947, “El Sendero de las Telas de Araña” a la cual siguieron: “El Castillo de los Destinos Cruzados”, “Ciudades Invisibles”, “Las Cormicónicas”, “Marcovaldo”, “Si una Noche de Invierno, un Viajero”.  En 1957 publica “El Barón Rampante” quizás una de las mejores novelas del siglo,  recogida en un volumen titulado “Nuestros Antepasados” conjuntamente con dos narraciones cortas: “El Caballero Inexistente” y “El Vizconde Demediado”.  Su útlima novela “El Sr. Palomar” completa su ciclo novelístico, que comienza dentro del neorealismo italiano de la postguerra, marcado por la militancia social y el compromiso político y termina anclado en un sabio escepticismo de artista, que sigue siendo de izquierda, sin militancia partidista “porque no quiere ser de derecha... para poder decir lo que los políticos no dicen”.

            Su escritura es alegórica, sugerente y equívoca “prefiere no presentar soluciones o finales ineludibles a sus lectores, antes bien se dedica a proponer interrogantes a ser aclarados por estos.  Utilizando el humor y las alusiones logra vincular el presente con la historia”.  Para él tradición e historia son importantes, se nutre del cuento popular y sus personajes mejores son héroes de historias desbordantes de imaginación, situados en épocas concretas.  Un caballero medieval de las cruzadas (El Vizconde Demediado); un caballero de la corte de Carlo Magno, (El Caballero Inexistente) y por último un noble personaje del siglo XVIII, (El Barón Rampante).  Esta novela es un verdadero muestrario de la novelística contemporánea: Novela de humor y aventura, novela filosófica e histórica, novela galante y psicológica, novela política y fantástica; empieza con una imagen, dice Calvino: “Un cuento nace de una imagen y la imagen se va extendiendo y crea una interconexión de significados, siempre equívocos”.

            El 15 de junio de 1767, el joven barón de apenas 12 años, Cósimo Piovasco Di Rondón decide vivir el resto de su vida sobre los árboles.  Por rebeldía, contra los padres, contra la sociedad y la vida, aunque todavía no las conociera, por simple y pura rebeldía, lleno de timidez, orgullo, soledad y amor propio, sin poder ni querer retroceder, afincado en una tenacidad interior muda y oscura.  Dice Calvino: “Una persona se fija voluntariamente una difícil regla y la sigue hasta sus últimas consecuencias, ya que sin ella no sería él mismo, ni para sí ni para los otros.  El mundo es descubierto desde afuera, distancia necesaria que permite ver mejor las cosas, estar fuera y dentro de ellas al mismo tiempo”.  La rebeldía es liberadora en la medida en que es voluntaria y consciente, el costo es la soledad.

            Italo Calvino gracias a la escritura trasgrede lo real y lo modifica y evita ser aplastado por la realidad, a la manera de J.L. Borges, la literatura es más real que la realidad.  El barón contaba nuevas historias “que de verdaderas, contándolas se volvían inventadas, y de inventadas, verdaderas”.

            El barón es un hombre del siglo XVIII, cree en la razón y en los libros y en las utopías contenidas en los libros.  Descubre la importancia de la acción y de la necesidad de asociación de los hombres.   Descubre el amor y el derecho a la felicidad que tienen todos los seres humanos.  Derecho fundamental siempre preferido o conculcado en nombre de esas palabras solemnes y engañosas como libertad, igualdad, justicia.

            El barón Cósimo Piovasco Di Rondón, jacobino, libre pensador, es un hombre de su tiempo a la altura de su tiempo:  Lee la Enciclopedia, vive el amor, la guerra y la revolución.  Es sabio y bueno y loco, al fin de cuentas siempre la inteligencia, la autenticidad y el amor han conducido a la locura.

            Italo Calvino es un hombre de su tiempo a la altura de su tiempo, ha conocido el infierno: “El infierno de los vivos no es algo que será; hay uno, es aquel que existe ya aquí, el infierno que habitamos todos los días, que formamos estando juntos.  Dos maneras hay de no sufrirlo.  La primera es fácil para muchos: Aceptar el infierno y volverse parte de él hasta el punto de no verlo ya.  La segunda es arriesgada y exige atención y aprendizajes continuos:  Buscar y saber reconocer quién y qué en medio del infierno, no es infierno.  Y hacerlo durar y darle espacio”.

            Italo Calvino, menos afortunado que el barón, en vez de árboles se refugió en la literatura, para bordar sobre la nada hilo de tinta “palabras, ideas, sueños y se acaba”.


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