martes, 14 de diciembre de 1999

Juegos del Poder



Otra vez las elecciones (llevamos más de 2 años en ello) y otra vez las más diversas opiniones de analistas y opinantes presuntamente objetivos (la única objetividad cierta en materia de política es nuestra subjetividad como expresión de nuestros intereses).

Si asumimos la política sin ingenuidad sabemos que estamos en presencia de un juego de intereses y de poder, en donde el candidato apenas expresa su propia ambición personal y tiende a camuflar el entorno que financia sus actividades y que naturalmente son los beneficiarios del posible gobierno.

Cada coyuntura electoral tiene sus características, sus grandezas y sus miserias, más éstas últimas que las primeras.

Están los candidatos  folklóricos, sin otro chance que su vanidad o locura, que en el fondo viene a ser lo mismo,

están los candidatos/mesías que cada cinco años prometen salvarnos.  Los hay de dos tipos los que vienen de las viejas estructuras partidistas que después de fracasar  y arruinar al país, siguen pretendiendo engañarnos con viejas/nuevas recetas para embaucar y están los nuevos mesías que terminan asumiendo las viejas rabias y muchas frustraciones acumuladas.

En el ajedrez electoral apenas comienza el juego; todavía estamos en el tiempo del movimiento de los peones.  Los manipuladores del sistema siguen montando   el   escenario   del   show    electoral   con una sociedad

altamente desencantada en donde el 80% vive en precariedad material y psicológica y un 20%, los beneficiarios del sistema buscando, acomodarse, como siempre, a las circunstancias.

Nuestras élites como dice R. Piñango (El Nacional 25/6/98) hace mucho que abandonaron el país a su suerte, solo pensando en sí mismo y sus mezquinos intereses.

En el 98 otra vez el país vuelve a morir un poquito más o empieza a renacer de este tiempo de decadencia que nos ha tocado vivir.  Son las apuestas de la historia y nadie puede anticiparlas de allí que una vez más nos toca votar o no votar, ganar o perder.


El poder es cosa seria, nunca se gana absolutamente y casi nunca es para siempre, lo supo Bolívar, y lo sabía Ricardo III, al final siempre es la soledad y el sentimiento de fracaso.  Los otros, los que mandan pero no gobiernan, simplemente buscan el poder para medrar y aprovecharse.  Son los eternos engañadores y defraudadores del pueblo; son los concupiscentes y vanidosos del poder, fauna que prevalece en la política al uso y que en Venezuela proliferan hasta el cansancio.  En un sistema agotado y muerto desde hace tiempo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario