martes, 14 de diciembre de 1999

EL DRAMA DE IRENE



Nadie escoge su destino y nadie puede evadirlo, en esto como en tantas cosas tenían razón los griegos.  Irene nació para ser reina de belleza y no para ser Presidente.  Como mujer tiene todos los derechos y debería tener todas las posibilidades, pero en la práctica no es así, y está condenada fatalmente a su condición de ex-miss universo.  La  experiencia histórica indica que las mujeres exitosas en política, no como Evita que es un mito y como tal debe ser tratado, sino como Golda Mair, Indira Gandhi y Margaret Thatcher tuvieron éxito en la medida que fueron políticas profesionales de larga trayectoria, francamente feas y hábilmente inteligentes que es la manera de ser inteligente en política.  El otro error de Irene es que no leyó el libro de Mario Vargas  Llosa  “Como pez en el agua” donde este narra porque fracasó su candidatura presidencial, precisamente porque de candidato independiente y de la anti-política, terminó comprometido con el viejo y desprestigiado mundo de la partidocracia tradicional; el mismo error que cometió Irene al aceptar el apoyo de COPEI y comprometer fuertemente su perfil de candidato independiente y de trayectoria limpia y fresca.  Irene la mujer/mito, mujer/imagen terminó unida a todos pero sin identificar a nadie.  La imagen es importante pero ésta sin sustancia y personalidad política es difícil que sea suficiente.  La gente es menos tonta y menos crédula de lo que se piensa.  Hay una intuición de la política que se sustenta en cierto sentido común y al mismo tiempo en una visión práctica y utilitaria de las cosas.  Y por último  Irene ignoró la historia y que muy bien nos lo recuerda Max Weber:  “También los cristianos primitivos sabían muy exactamente que el mundo está regido por los demonios y que quien se mete en política, es decir, quien accede en utilizar como medios el poder   y   la  violencia  ha  sellado su pacto con el diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno solo produzca el bien y lo malo el mal, que frecuentemente sucede lo contrario.  Quien no ve esto es un niño, políticamente hablando”.


La política es implacable, es un mal necesario para la cual no todo el mundo está dotado.



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