Nadie escoge su destino y nadie
puede evadirlo, en esto como en tantas cosas tenían razón los griegos. Irene nació para ser reina de belleza y no
para ser Presidente. Como mujer tiene
todos los derechos y debería tener todas las posibilidades, pero en la práctica
no es así, y está condenada fatalmente a su condición de ex-miss universo. La
experiencia histórica indica que las mujeres exitosas en política, no
como Evita que es un mito y como tal debe ser tratado, sino como Golda Mair,
Indira Gandhi y Margaret Thatcher tuvieron éxito en la medida que fueron
políticas profesionales de larga trayectoria, francamente feas y hábilmente
inteligentes que es la manera de ser inteligente en política. El otro error de Irene es que no leyó el
libro de Mario Vargas Llosa “Como pez en el agua” donde este narra porque
fracasó su candidatura presidencial, precisamente porque de candidato
independiente y de la anti-política, terminó comprometido con el viejo y
desprestigiado mundo de la partidocracia tradicional; el mismo error que
cometió Irene al aceptar el apoyo de COPEI y comprometer fuertemente su perfil
de candidato independiente y de trayectoria limpia y fresca. Irene la mujer/mito, mujer/imagen terminó
unida a todos pero sin identificar a nadie.
La imagen es importante pero ésta sin sustancia y personalidad política
es difícil que sea suficiente. La gente
es menos tonta y menos crédula de lo que se piensa. Hay una intuición de la política que se
sustenta en cierto sentido común y al mismo tiempo en una visión práctica y
utilitaria de las cosas. Y por
último Irene ignoró la historia y que
muy bien nos lo recuerda Max Weber:
“También los cristianos primitivos sabían muy exactamente que el mundo
está regido por los demonios y que quien se mete en política, es decir, quien
accede en utilizar como medios el poder
y la violencia
ha sellado su pacto con el
diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno solo
produzca el bien y lo malo el mal, que frecuentemente sucede lo contrario. Quien no ve esto es un niño, políticamente
hablando”.
La política es implacable, es un mal
necesario para la cual no todo el mundo está dotado.
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