viernes, 26 de junio de 2009

2005 AÑO DE DEFINICIONES

He calificado este año como un año de definiciones para el inquilino de Miraflores, en lo interno consolidar la autocracia, con la complicidad de casi todos los poderes y buena parte de la “elite”; preparando el terreno para una reelección aclamacionista en el 2006 y en lo externo, sustituir a Fidel y a Cuba como el paladín antiimperialista, retando al imperio norteamericano. Ambas posibilidades son atractivas y es que la megalomanía no conoce límites. ¿Lo logrará?.
Cualquiera sea el desarrollo y desenlace de los acontecimientos, el costo para Venezuela en su conjunto va a ser alto y es que el aventurerismo político siempre lo termina pagando el país.
Frente a estas posibilidades es preocupante el silencio o la insensibilidad de muchos sectores de “elite” que conociendo los riesgos para toda la sociedad ni alertan ni impulsan políticas y acciones que propicien la sensatez y el equilibrio; hay casi como un fatalismo histórico, las tragedias se avizoran pero no se evitan, como si la sociedad toda sufriera de sado-masoquismo colectivo.
El mundo se inclina peligrosamente hacia la guerra y la violencia. El gobierno de Bush es guerrerista y violento; la intolerancia crece y los problemas de la pobreza y el deterioro ambiental se hacen estructurales como si la humanidad se acostumbró a ello o no supiera que hacer.
Definir muchas veces no es una virtud sino un desenlace que aumenta la incertidumbre y aumenta los niveles de confrontación y violencia. El siglo XX conoció muy bien esto, especialmente en su primera mitad. 1914 fue un año de definiciones como 1933 en Alemania y en 1939, estamos hablando de una guerra en dos capítulos con más de 100 millones de muertos y víctimas de todo tipo.
La historia enseña que hay que tenerle miedo a las definiciones.

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