El actual presidente brasileño despierta fácilmente simpatía, por sus orígenes humildes de obrero metalúrgico, sindicalista y luchador social.
Igualmente por su exitosa carrera política que culminó con su llegada a la Presidencia del Brasil, un gran país con perspectivas de convertirse en una de las 10 potencias mundiales que van a dominar en el siglo XXI; se simpatiza con él por su carisma personal y su sensibilidad hacia los más necesitados, pero su tragedia comienza con su llegada al poder, quiera o no termina subordinándose a este y sirviendo los intereses dominantes en el Estado y la sociedad brasileña, que como gran potencia o aspirante a serlo, está dominada por el gran capital, la gran industria y los fabricantes de armas, uno de los principales negocios del Brasil, fabricante, exportador y vendedor de armas, entre los más importantes del mundo.
El drama, la contradicción y eventual frustración de Lula es que si quiere cumplir su principal promesa electoral de darle de comer 3 veces al día a la mayoría pobre del país, tiene que salir a vender armas y apoyarse en los sectores económicos dominantes.
El teólogo Leonardo Boff se quejaba en un artículo de este Lula enrumbado en sus políticas hacia la derecha, pero que él seguía confiando en el Lula de izquierda, que en algún momento rectificaría.
Ilusión o ingenuidad para no decir bobaliconería de tantos intelectuales que no tienen ni idea de la perversidad intrínseca de la política y el poder.
La única manera de salvarse personalmente Lula es renunciando que no lo va a hacer, quedando al final con otro hombre de poder que frustará las expectativas creadas de un pueblo pobre, otra vez defraudado y frustrado y es que la izquierda cuando llega al poder termina actuando como la derecha.
Igualmente por su exitosa carrera política que culminó con su llegada a la Presidencia del Brasil, un gran país con perspectivas de convertirse en una de las 10 potencias mundiales que van a dominar en el siglo XXI; se simpatiza con él por su carisma personal y su sensibilidad hacia los más necesitados, pero su tragedia comienza con su llegada al poder, quiera o no termina subordinándose a este y sirviendo los intereses dominantes en el Estado y la sociedad brasileña, que como gran potencia o aspirante a serlo, está dominada por el gran capital, la gran industria y los fabricantes de armas, uno de los principales negocios del Brasil, fabricante, exportador y vendedor de armas, entre los más importantes del mundo.
El drama, la contradicción y eventual frustración de Lula es que si quiere cumplir su principal promesa electoral de darle de comer 3 veces al día a la mayoría pobre del país, tiene que salir a vender armas y apoyarse en los sectores económicos dominantes.
El teólogo Leonardo Boff se quejaba en un artículo de este Lula enrumbado en sus políticas hacia la derecha, pero que él seguía confiando en el Lula de izquierda, que en algún momento rectificaría.
Ilusión o ingenuidad para no decir bobaliconería de tantos intelectuales que no tienen ni idea de la perversidad intrínseca de la política y el poder.
La única manera de salvarse personalmente Lula es renunciando que no lo va a hacer, quedando al final con otro hombre de poder que frustará las expectativas creadas de un pueblo pobre, otra vez defraudado y frustrado y es que la izquierda cuando llega al poder termina actuando como la derecha.
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